¿Debería el deporte dejar de dividirse entre hombres y mujeres?

Casos como el hiperandrogenismo de Semenya y los procesos hormonales de las personas trans demuestran que la división hombre/mujer en el deporte está anticuada

Caster Semenya es una atleta sudafricana que padece hiperandrogenismo, una condición médica que causa niveles excesivos de andrógenos y testosterona. Hasta hace un año estaba compitiendo, bajo constantes acusaciones de tener una biología que le facilitaba arrasar en las competiciones debido a que, en el mundo del atletismo, la mitad de los casos de dopaje entre mujeres se dan aumentando los niveles de testosterona. Es por ello que, en 2018, la Federación Internacional de Atletismo IAAF tomó una decisión después de casi una década de litigios: las atletas debían mantener unos niveles de testosterona bajos, más de lo que ella tenía.

Reducir la testosterona o competir contra hombres

Semenya decidió entonces recurrir al Tribunal de Arbitraje Deportivo TAS, en un intento de frenar la nueva normativa. Finalmente, el TAS ha dado la razón a la IAAF y Semenya estará obligada a reducir sus niveles de testosterona a través de la medicación si quiere participar en las pruebas femeninas en las que hasta ahora estaba petándolo. Si se niega a transformar su cuerpo y reducir su testosterona, solo tendrá permitido competir contra hombres.

Esta decisión se fundamenta en el hecho de que en 2011 la IAAF cambió la normativa, que pasó de estar basada en los cromosomas X o Y a medir las categorías del género según los niveles de testosterona, como explica un reportaje en El Confidencial. Es por ello que el caso de Semenya provocaba un especial recelo entre las autoridades deportivas: ¿era su testosterona natural, o era fruto de dopaje? La paranoia en torno a estos casos llegó al extremo de que la velocista india Dutee Chand, que también tenía un problema similar al de la sudaricana, fue sometida a pruebas para averiguar su género. Para adaptarse a las realidades de casos así, se decidió cambiar el criterio de cromosoma a testosterona.

La testosterona divide al atletismo

Joanna Harper, médico y atleta transgénero que asesora al Comité Olímpico Internacional en asuntos de deporte y género, celebró la resolución porque creía que era la menos mala. “Aunque no hay una solución perfecta a la molesta pregunta de quién debe competir en el deporte femenino, creo que el método más óptimo que tenemos en 2017 es usar los niveles de testosterona para dividir a los atletas en categorías masculina o femenina”, aseguraba en unas declaraciones recogidas por el artículo.

Harper no es la única persona trans que ha hablado de este caso. La resolución sobre Semenya ha reabierto un debate muy enquistado: las personas trans en el deporte. Cada pocos meses sale un nuevo caso de polémica sobre victorias de deportistas trans. Hace dos años era Mack Beggs, un chico trans que se hormonaba y que cumplía los niveles de testosterona necesarios para participar en competiciones de wrestling masculinas. Sin embargo, se le negó participar en estas competiciones porque la ley de Texas le obligaba a participar con el género de su certificado de nacimiento, mujer. Ganaba los torneos rodeado de polémica.

Hace medio año fue el turno de Terry Miller y Andraya Yearwood, dos mujeres transgénero que ganaron una competición de atletismo pero fueron acusadas de tener ventaja competitiva sobre el resto de mujeres. Su victoria desencadenó un alud de críticas transfóbicas en las que se las culpaba a ellas y no al sistema deportivo.

¿La división hombres/mujeres está obsoleta?

Pero Caster Semenya es una mujer cis. Así que muchos activistas trans han visto su oportunidad para remarcar que el tema de la testosterona de más o de menos no solo afecta a las personas trans y que el caso deja claro que el sistema de división por género en el deporte está anticuado y debería revisarse.

Aunque hay algunas normas —sobre todo en el olimpismo, que exige a las personas trans completar una terapia hormonal con un tiempo de espera prudencial antes de competir—, muchos deportistas trans creen que la solución no está en segregar por géneros sino replantear el sistema de categorías para que sea el peso, la testosterona, la altura o los elementos físicos y biológicos los determinen que están compitiendo en términos de igualdad.

Como aseguraban a la CBC dos activistas trans, quizá, con suerte y a medida que se hagan visibles más casos como el de Semenya, el asunto de las categorías deportivas, el género y la biología empiece a verse como una urgencia deportiva de la que debatir profundamente antes de que más personas vean frustradas sus ambiciones deportivas por la rigidez del binarismo de género.