Bailar hasta morir y otras psicosis colectivas que han dejado cientos de víctimas

Más de cien personas juntas, con unos síntomas comunes, por una enfermedad o crisis que no existe. Son las psicosis colectivas, que han dado episodios absurdos a lo largo de la historia

Una enfermedad, epidemia o crisis que no existe, pero que un grupo de gente cree que sí. Todos empiezan a sentir los mismos síntomas, independientemente de lo absurdos que puedan llegar a ser. Es lo que se conoce como psicosis o histeria colectiva, un fenómeno sociopsicológico que se ha dado en repetidas ocasiones a lo largo de la historia en episodios profundamente absurdos.

1. La epidemia del baile

Es el mayor caso de coreomania de toda la historia y probablemente la epidemia más rara jamás registrada. Sucedió en Estrasburgo hace 500 años, en 1518. Todo empezó cuando una mujer, Frau Troffea, según las crónicas de la época, se puso a bailar en la calle. Empezó ella sola, pero a final de mes eran 400. La mayoría murió por infartos, agotamiento y derrames cerebrales por el ejercicio constante y sin descanso. No se sabe bien qué causó este episodio. Crónicas de la época creían que el baile multitudinario era un mal astrológico y sobrenatural y que quizá se curarían si lo seguían haciendo, por lo que las autoridades construyeron un escenario, unos mercados y trajeron orquestas para acompañar los bailes.

No es el único episodio de epidemia del baile. Hay varios precedentes, por ejemplo, en el siglo XIII, en Maastricht Países Bajos, también sucedió, aunque con la mitad de personas. Eso sí, aunque murieron los 200, no fue por extenuación sino porque bailaban sobre un puente y cedió bajo sus pies.

2. Epidemia de la risa de Tanganica

Sucedió en 1962 en la actual Tanzania. Empezó en un internado, con tres chicas, pero rápidamente se extendió y 95 de les 159 alumnas fueron contagiadas por la risa. Como no se podían concentrar, cerraron la escuela tras 16 días de carcajadas y fueron enviadas a sus pueblos de origen. Contagiaron la risa a todos: en total, catorce escuelas cerradas, mil afectados y casos de problemas respiratorios, dolores musculares y ataques de pánico y llanto. Al final simplemente dejaron de hacerlo y pasaron página sin muertes.

Se ha investigado el caso en varias ocasiones. La psicóloga Leonhard Schilbach, de la Universidad de Colonia en Alemania, usó el caso para entender el proceso neuronal que provoca que la risa sea contagiosa socialmente. Sin embargo, el sociólogo Peter McGraw y el periodista Joel Warner creen que se es una leyenda urbana y que se magnificó el impacto de las carcajadas. Todavía no hay consenso.

3. El incidente Hollinwell

En 1980, en Inglaterra, 300 niños se desmayaron sin explicación médica. Estaban en un concurso cultural entre escuelas, eran las 10:30 de la mañana y, mientras todos se encontraban reunidos, se empezaron a desmayar progresivamente, a lo piezas de dominó, como si fuera contagioso. “Era como si no tuviera huesos en las piernas y me caí”, explicó una niña a los periodistas que cubrieron el caso. Aunque no hay una tesis sobre el porqué del caso, la BBC dijo en 2003 que quizá unos pesticidas por el campo tendrían algo que ver con el primer desmayo.

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4. El acuchillador de Halifax

Era 1938 en Halifax Reino Unido. Un hombre armado con un cuchillo atacó a diversas personas en el pueblo, la mayoría mujeres. Se trataba de un agresor en serie muy activo. El pueblo entró en pánico y muchos ciudadanos tuvieron ataques de ansiedad: el ingrediente principal que provoca la mayoría de casos de histeria colectiva.

Cuando llegó la policía nacional británica descubrió que el acuchillador no existía. Que unos cuantos se lo inventaron autoinflingiéndose heridas y que, por el ambiente de pánico que había, la mayoría de víctimas creyeron que habían sido atacadas, acosadas o perseguidas por una entidad que, en realidad, nunca había sucedido.

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Estos cuatro episodios no son los únicos en la historia. En Gales e Inglaterra, millares de ciudadanos se equiparon con armas porque creyeron que los irlandeses los iban a atacar no sucedió nunca. O en Salem, en los juicios contra las brujas, que creyeron que estaban embrujando la población no era verdad.

Estos casos demuestran lo vulnerables que somos a la influencia social, hasta el punto de crear síntomas y recuerdos falsos cuando estamos rodeados de una extrema ansiedad y alarma social, la que acaba generando estas histerias colectivas. Reflexiona sobre ello: ¿acaso no has hecho alguna cosa que no querías solo porque tu entorno te ha forzado a ello sutilmente?