50 años sin Duchamp, el artista que le pintó un bigote a la Mona Lisa

Su obra, centrada especialmente en provocar, es conocida por marcar el inicio del arte conceptual para el que no se requería nada más que voluntad

Hace 50 años, en París y a la edad de 81 años murió el artista y ajedrecista Marcel Duchamp. Sus creaciones artísticas fueron una de las principales encargadas en romper las reglas a partir del siglo XX y en salirse de los moldes previamente establecidos. El panorama se agitó debido a la sencillez con la que Duchamp presentaba y representaba cada una de sus obras. Se trató de un artista que puso sobre la mesa cuestiones como qué es el arte que hicieron —y hacen, incluso hoy en día— que los intelectuales se lleven las manos a la cabeza. Se convirtió, así, en el padre del arte conceptual y del llamado ready-made, el arte que es realizado a través de objetos que tienen una función que no es artística.

Duchamp estaba hastiado de la creencia que acompañaba, de siempre, a los artistas: que todo aquello que crearan era objeto de divinidad. Él defendía que cualquier persona puede hacer arte, para ello no hace falta preparación ni talento, solamente las ganas de hacerlo y la voluntad de llevarlo a cabo. Para romper con la sensación de deidad general, Duchamp buscó acercar el arte a la gente de a pie. Fue de esa manera como nacieron sus obras más conocidas que perduraron y perdurarán como objetos que han marcado un antes y después.

La Fuente es una de sus obras más famosas. Se trata de un urinario colocado de forma no convencional y firmado con el nombre de R. Mutt. Duchamp intentó exponer la obra en una muestra organizada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York pero fue rechazada. Aún así con esta pieza el artista inició una revolución dentro del mundo del arte demostrando que cualquier objeto corriente puede considerarse una obra de arte solo con que el artista lo quite de su contexto original y lo sitúe en un contexto adecuado. De esta forma se marcó, asimismo, el inicio del vanguardismo y del arte contemporáneo.

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Esta no fue la única obra icónica de Marcel Duchamp. Existe también la propia Mona Lisa del artista: una postal barata comprada en cualquier bazar donde se puede ver una reproducción de la conocida obra de Leonardo da Vinci. Duchamp le puso un título y le dibujó un bigote y una perilla. Objetos en serie y demás artículos colocados en contextos muy distintos hicieron que el arte de Duchamp se formulara como precedente. Por ello, cada vez que veamos una obra contemporánea que nos sorprenda debemos recordar a este artista, pues él, entre otros, permitió que en la actualidad las grandes galerías acepten obras de lo más originales.