Empecé a tomar la pastilla para prevenir el VIH y ya me han puesto la etiqueta de ‘putón’

"Están volviendo muchos de los prejuicios que había sobre los gais durante la epidemia del SIDA"

Después de semanas de pruebas médicas, por fin me dieron la PrEP, la pastilla para prevenir el VIH. Subí una foto a mis stories, feliz, y cogí la bici hacia casa. En cuanto abrí el móvil, quince minutos después, me encontré con unas cinco o seis notificaciones: mensajes de amigos y conocidos diciéndome “irresponsable”, “putón”, “horror”, “me has decepcionado”. Así durante toda la tarde.

“Como creen que no vas a usar condón, te llaman ‘sifilítico' o 'PrEPero', que en su mente es lo mismo”, me cuenta uno de mis amigos que también toma PrEP cuando me reuní con mi grupo esa misma tarde. A mí también me dijeron por Instagram que era “un PrEPero”, un insulto que usan porque creen que todos los que toman la pastilla al sentirse protegidos del VIH dejan el condón, pero que abren la puerta a contraer cualquier otra ETS. Pero esto es falso, nada más lejos de la realidad: ni la mayoría deja el condón, ni por dejarlo aumentan las ITS.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Pregunto entre mis amigos y la mayoría siguen combinando ambos métodos. “Yo tengo una relación abierta y me permite estar más tranquilo con mi novio. Con él no uso condón, con el resto sí, pero tomándola sé que no le puedo transmitir el VIH haga lo que haga”, responde uno de ellos.

"Nos ven como ETS con patas"

La historia que se repite: entender la sexualidad homosexual como algo problemático, sucio y fuente de enfermedades, “como si los gais fuéramos ETS con patas”, matiza otro amigo. “Quizá es una comparación exagerada, pero, salvando las distancias, es lo mismo de siempre que sabemos con los testimonios de los gais de los 80 que, en plena epidemia del SIDA, notaban que cualquier contacto sexual que tuvieran iba a ser catalogado como de riesgo médico”, continúa.

Era unánime: todos sentíamos que se nos estaba juzgando como irresponsables y viciosos por el simple hecho de tomar una pastilla que tiene más efectividad que el condón que no tiene un 100% porque, entre otros, puede romperse. “Sí, existe un estigma. La PrEP sirve para mejorar la salud, es una herramienta empoderadora. De hecho, los que la toman tienen una mejor salud mental y emocional. Y, sin embargo, muchos los juzgan por tomársela”, confirma Ferran Pujol, director de BCN Checkpoint, centro asociado a la Generalitat de Catalunya que dispensa estas pastillas.

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¿La explicación? “Han pasado 40 años de la epidemia del SIDA, y el condón se alzó como la única medida de prevención. Se ha construido la idea que la sexualidad gay pasa por el uso del condón, ha calado mucho, así que cualquier herramienta que cuestione su uso se entiende como irresponsable y moralmente reprochable”, especifica Pujol. Pero la PrEP no existe para que el condón desaparezca, “para muchos es una segunda barrera en un colectivo que tiene mucho miedo”.

En mi primer día a PrEP ya me topé de frente con un estigma sexual que, aunque era presente que existía, no imaginé que sería tan heavy. Y todo porque había decidido tomar una medicación que podía sustituir el preservativo, aunque no tenía intención de dejar los profilácticos. Sentí unos prejuicios que creía que ya estaban superados, pero no.

No solo el VIH va a reducirse

Otro de los problemas es creer que es problemático dejar el condón. Me dijeron si lo hacía “me salvaría del VIH” pero que “diera la bienvenida a la sífilis y la gonorrea”. De nuevo, otro bulo que alimenta los prejuicios que envuelven a la pastilla. “Con la PrEP te ves obligado a controles trimestrales por lo que no solo disminuye el VIH sino también las otras ETS, porque se corta la línea de transmisión. El 80% de las veces las ETS son asintomáticas. Esto se acabará con los programas de PrEP, porque te obliga a ir haciéndote controles. La PrEP es una oportunidad no solo para el VIH sino también el resto de ETS, hay estudios que lo demuestran”, explica Pujol.

Así pues, esos “PrEPeros”, como nos llamaron a mis amigos y a mí, no somos supuestas bombas de relojería contando los segundos para escampar enfermedades. Cada uno de los insultos no respondían a nada más que al estigma que los gais llevamos cargando desde hace más de 40 años.

Este estigma, además, está lejos de desaparecer, porque se está perpetuando también en las instituciones sanitarias, y esto puede alejar a las personas del tratamiento de la PrEP, que está demostrando en todo el mundo que es muy necesario para combatir el VIH por ejemplo, los nuevos diagnósticos en Nueva York bajaron un 76% desde que se dispensa la pastilla e incluso el uso de drogas en el sexo también ha disminuido. Incluso para que se te recete la PrEP te hacen muchas preguntas. “Preguntamos el número de parejas sexuales, el uso de drogas… Muchas de ellas para hacer estadística, pero toca preguntarse: ¿hacen falta? Quizá están perpetuando los tópicos. Por ejemplo, para conseguir la pastilla del día después no se preguntan estas cosas”, reflexiona Pujol.

Desde que tengo la pastilla me siento mucho más relajado. Siento que voy a estar protegido en mis relaciones sexuales, un bienestar emocional por el cual estoy dispuesto a soportar un escrache sexual por parte de conocidos aunque no debiera, porque el motivo es, simplemente, que he decidido hacer público que quiero cuidar mi vida sexual.