Si yo lo pruebo, ¿tú también?

¿Qué pasa con los fluidos corporales?, ¿por qué a la mayoría de las personas les dan asco?, ¿qué pueden decirnos sobre nuestro cuerpo y sobre nuestra salud sexual? Es hora de hablar de este tema que no está muy a la orden del día

Estamos en la cama teniendo el sexo más salvaje y más guarro que recuerdo. Las ganas que tengo de correrme son inmensas, noto cómo viaja por mi cuerpo una electricidad que deseo que explote, estoy tan abstraída sintiendo el placer al completo en todo mi organismo que sé que en cualquier momento voy a mojarlo todo. Lo miro, él también lo siente, sus ojos me muestran que tiene muchas ganas de correrse, que esa eyaculación está a punto de salir desbordada de su cuerpo. Me encanta que se corra, me encanta que nos suceda a la vez. Pero no pasa. Se corre antes, sus fluidos caen sobre mis pechos y mi boca. Ahora estoy más cachonda que antes. Me acerco para darle un beso y me aparta. Tengo sus fluidos por mi cuerpo y él no quiere entrar en contacto con ellos. Todo se detiene de repente. Me enfrío en cuestión de segundos. Me quedo quieta con cara de incredulidad. Percibo que sus propios fluidos le dan asco pero, ¿por qué?

No te han dejado probarlo

Si eres de esas personas que lo primero que han pensado ha sido “eso no me ha pasado a mí en la vida”, puedes hacer la prueba ahora mismo con quien esté a tu alrededor. Sean hombres o mujeres lanza la pregunta: ¿os daría asco probar vuestros propios fluidos? Desde los gestos ya se pueden intuir algunas respuestas y la gran mayoría seguramente respondan con un sí. En general son los hombres los que más se sienten contrarios a acceder a ello. Aunque cada caso es distinto y depende mucho de cada persona son ellos los que sienten más reparo de probar sus propios fluidos, no estamos hablando de los de otra persona sino de los de unx mismx.

Este tipo de reacciones, como absolutamente todo, tiene un origen. Para poder entender de dónde viene esta respuesta hablamos con Núria Jorba, sexóloga y terapeuta de parejas. Ella lo tiene claro desde el primer momento y lo explica así: “el asco que puede dar o no el hecho de probar tus fluidos tiene que ver con cómo nos han educado, de esa teoría o idea de cristianismo. Parte de ahí, de lo propio, de lo prohibido, de lo que no es saludable, de que es malo... En concreto la idea que se expande es esa que decían abuelos o padres de que la masturbación y que el semen pueden dejarte ciego. Partimos de esas ideas que estuvieron e incluso aún están presentes. Esto nos lleva a asociar lo propio sobre todo a los hombres como si fuera algo asqueroso”. 

Lo que la sexóloga explica es que puede existir una especie de bloqueo que tiene que ver con este tipo de mensajes que se han repetido en más de una ocasión. Pero no solo está en eso el origen también tiene que ver con el ego y con esa idea sobre todo en hombres heterosexuales de que probar algo propio no es lo suficientemente ‘varonil’. Esto lo he visto en ejemplos dentro de mi círculo más cercano de amigas: una de ellas me explicaba que después de hacerle una felación a su pareja, él no quería volver a besarla. Hasta ese punto puede llegar el rechazo.

Lo de lxs demás, sí

Esto, sin embargo, no ocurre cuando se trata de probar los fluidos de otra persona. Al menos no en términos generales. Jorba explica que “los fluidos de las otras personas con las que tenemos una relación sexual sí que están bien, sí que son aceptados” y detalla: “Lo que no se sabe es que para vivir una sexualidad plena, realizada y fluida es muy importante autoconocernos, tener esa conexión con unx mismx y por qué no, probar los propios fluidos. Eso puede dar la tranquilidad de entender que no sabe mal, de entender por qué podría dar asco o no a otra persona y también ver cuáles son las diferencias que puede tener el sabor en cuestión de salud”.

En relaciones homosexuales la situación es distinta, hay más entendimiento y mucha más disposición a probar los propios fluidos porque, al fin y al cabo, son parecidos a los de la pareja. Esto siempre es en general porque depende muchísimo de cada persona. Cuando se interviene o se detiene la relación sexual para no tener contacto con los propios fluidos se genera una distancia que no es favorable para que esa intimidad y ese placer se potencien. Probablemente el deseo y el placer se vean coartados por estas reacciones de rechazo.

¿De qué me sirve probar mis fluidos?

Hay muchos beneficios en probar los propios fluidos, seguramente muchos más de los que conoces. La experta explica que “una de las partes más positivas de hacerlo es que nace una seguridad sexual que es necesaria dentro de las relaciones” y detalla: “también es positivo por ese autoconocimiento, por esa autoestima sexual. Es imprescindible saber que cuanto más control de unx mismx tengamos, cuanto más autoconocimiento, más seguridad, más autoestima y, por tanto, mucho más placer y mucha más libertad. Si nos conocemos podemos conectar con la otra persona con menos barreras”.

Los otros beneficios son más conocidos. Nuestros propios fluidos nos informan de cómo estamos, nuestros fluidos nos ayudan a ver cómo está nuestra salud sexual, muchas veces no solo nos da asco probarlos sino también mirarlos, olerlos... “En todas las personas es importante poder tener contacto con los fluidos pero sobre todo en las mujeres lo es porque el color, el olor, el espesor o simplemente una sensación fuera de lo normal puede estar nombrándonos o evidenciando que tenemos un problema de salud, es uno de los principales síntomas al que le tendríamos que tener más cariño y lo evitamos bastante. Hay que saber cómo cambian nuestros fluidos porque lo hacen y mucha gente ignora estos cambios. Pueden llegar a cambiar incluso por el estrés”, recalca Jorba.

Todos los fluidos, incluido el sudor, nos puede excitar. “En el propio sudor están las feromonas que son hormonas que nos indican que existe o no una especie de conexión animal que muchas veces no sabemos de dónde viene”, detalla la sexóloga. Intenta acceder a esa parte de ti, cuando tienes ese conocimiento propio puedes llegar a puntos que no imaginas. Es más, un fluido nos puede llegar a trasladar a un momento sexual concreto, a una intimidad concreta, nos transporta al desenfreno porque también la lubricación y, por tanto, el orgasmo, solo de imaginarlo o recordarlo nos puede excitar. Al fin y al cabo y por lo general, todos los cuerpos eyaculan cuando llegan a este éxtasis sexual. Los fluidos motivan ese placer y ese deseo.