No es lo mismo eyacular que hacer squirting

Dentro del orgasmo que viven los cuerpos con vulva entran en función dos zonas corporales, la próstata y la vejiga, y sus procesos son muy distintos

Tener un orgasmo es una pasada. Eyacular durante un orgasmo es aún más maravilloso. La palabra orgasmo viene del griego, del verbo orgao que significa “estar en celo, hinchar de humedad e incluso codiciar violentamente”. Quien lo haya experimentado puede estar de acuerdo con esta descripción que hace que el cuerpo se estremezca en una contracción placentera. Físicamente liberamos una cantidad enorme de endorfinas que se convierten en una especie de sedante natural, por eso cuando terminas estás como perfectx para quedarte plácidamente recostadx e incluso dormirte. El éxtasis sexual aumenta el ritmo cardíaco, la respiración, le presión arterial y la circulación de la sangre lo que hace que se oxigenen las células del organismo. Diríamos, así de primeras, que es una experiencia ampliamente buena. Resulta que los cuerpos con vulva no solo pueden llegar al orgasmo sino que pueden además experimentar dos tipos de eyaculación muy diferenciados entre sí.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Lara Castro-Grañén, psicóloga y sexóloga en el Instituto Goma y directora y fundadora de Placer ConSentido es quien nos ayudará a explicar los tipos de eyaculación que pueden vivir las personas. Por un lado esta la eyaculación femenina y por otro lado está el ya conocido squirting. Este último es uno de los procesos que más pueden encontrarse dentro del mundo de la pornografía. De hecho, la página web Pornhub mostró un incremento drástico en sus búsquedas relacionadas con el squirting durante 2013 y 2017 y siempre se ha mantenido dentro de sus Top 20 de categorías para vídeos. Con este dato se puede entender que esta expulsión de líquido en el momento del orgasmo forma parte de una de las principales fantasías dentro del ámbito sexual y, más aún, muchas personas sienten un enorme interés en cómo es posible provocar esta experiencia a otra persona.

Líquido denso

Antes de continuar con la explicación de estos procesos es muy importante dejar claro un punto imprescindible: no eres mejor o peor en el sexo si llegas o no a conseguir eyacular. Y algo también importante: no eres mejor o peor en el sexo si le provocas o no esta eyaculación a otra persona. Es solo y únicamente con esta premisa marcada a fuego con la cual es posible adentrarse en esta experimentación porque, si sucediera de forma contraria, estaríamos respondiendo a unas exigencias y a una presión que funcionarían como obstáculo a la hora de experimentarlo o de acompañarlo. Todo es cuestión de fluir, escuchar y sentir. No debemos dejar que esas frases inseguras nos corten la conexión con nuestro cuerpo y el de la otra persona.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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“El orgasmo y la eyaculación son dos procesos distintos que pueden darse juntos o no, así que es importante dejar claro que no siempre van a ir de la mano. Además muchas veces necesitamos primero integrar distintas emociones antes de poder empezar a disfrutar de estos procesos ya que puede haber miedos, enfados o vergüenzas que interfieran en la vivencia del placer, ya que una cosa es que suceda físicamente y otra muy distinta es que la persona lo disfrute realmente”, explica Castro-Grañén. Hay estudios que definen estos dos tipos de eyaculación. La primera se expulsa a través de las aperturas de Skene, tiene un aspecto más lechoso y blanquecino y proviene de las glándulas de Skene, que es conocida como la próstata femenina. Todos los cuerpos con vulva eyaculan pero existe una diferencia en cuanto a la cantidad, no todas las personas expulsan la misma cantidad, si es más o menos depende únicamente del cuerpo y de la persona en concreto.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Aunque hay estudios, Lara Castro-Grañén explica que “todavía no existen investigaciones hechas con una muestra representativa de personas que puedan dar una explicación unificada del tema en la que queden totalmente definidas las explicaciones que sabemos las personas que nos dedicamos a enseñar a eyacular y a acompañar en este proceso pero de las que no tenemos a día de hoy evidencia científica”. Es por ello que, apunta la experta, “sería fantástico que se estudiara más tanto el cómo es exactamente el proceso físico como sus grandes beneficios tanto físicos como emocionales”.

Líquido más acuoso

Es en esta parte donde entra el conocido squirting. Esta palabra viene del inglés squirt, que significa chorro. Se trata de un expulsión más fuerte, más acuosa y más transparente. Este líquido proviene de la vejiga y se expulsa por la uretra, es por ello que muchísimas personas tienen la sensación de que van a orinarse cuando están a punto de alcanzarlo. En este aspecto, Castro-Grañén hace un apunte: “quiero dejar claro que en ningún caso estamos hablando de incontinencia urinaria durante las relaciones sexuales, ese es otro tema. Así que es importante que se sepa que existe una diferencia porque, a veces, cortamos el proceso al creer que nos estamos orinando. Se trata de confiar en nuestro cuerpo, de trascender esa sensación de ganas de orinar y soltar”.

Existe un estudio realizado por el Doctor Samuel Salama en el que se "hicieron exámenes con ultrasonido pélvico para ver la actividad de la vejiga antes y después de orinar y antes y después del squirting. De esta forma se vio que las mujeres vaciaban la vejiga al orinar y que, acto seguido, al estimularse para conseguir esta eyaculación, su vejiga se volvía a llenar, para vaciarse de nuevo al emitir el squirting. Por lo que primero quedó claro que el líquido venía de la vejiga”, explica Lara Castro en su web. Se observó que el squirting sí contenía componentes de la orina pero de forma muy, muy diluida y que iban acompañadas de secreciones de la próstata.

Quienes trabajan la musculatura de esta zona de forma muy consciente son capaces no solo de controlar toda esta experimentación sino también de conseguir hacer un squirting sin el tacto y sin estimularse esta zona. Para poder llegar a él se debe estimular la llamada zona G, las piernas deben estar sueltas, semiabiertas y sin tensión. También existen posturas más idóneas, una respiración concreta, unos movimientos que influyan a la hora de empujar o contraer… Puede haber una serie de pasos a seguir pero lo ideal es que cada persona lo explore a su manera. “Lo que más recomiendo es explorar y descubrir la zona con amor y sin exigencias, escuchando al cuerpo y sintiendo las sensaciones que se van despertando”, detalla la experta. Además es importante saber que no hay que vivirlo como una obligación, quienes decidan hacerlo lo hacen libremente con su propio ritmo y conectando con el cuerpo a su manera.

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