Por qué no adelgazas a pesar de correr mucho

Tu organismo encuentra siempre el ritmo óptimo para minimizar su gasto calórico

Estamos en el año 2022 y tienes en tu mano una máquina electrónica con la que puedes contar tus calorías quemadas a lo largo del día. Muy pronto, más temprano que tarde, habrá coches flotando por las ciudades. Y quizá incluso vivas parte de tu vida en metaversos digitales. Sin embargo, la biología de tu organismo sigue siendo la misma que la de aquellos ancestros tuyos que perseguían rinocerontes lanudos y mamuts a lo largo de las estepas. Y es precisamente ahí, en esta genética tan antigua, donde se esconde el secreto por el cual no consigues adelgazar a pesar de pegarte unas palizas horribles corriendo.

Ahorrando energía

Los científicos ya lo especulaban: si no estás haciendo un esfuerzo consciente para desafiar el cableado de tu biología y correr más rápido, "tu cuerpo automáticamente gravita hacia un ritmo de ahorro de energía que quema menos calorías", cuenta el periodista científico Christopher Bergland en Psychology Today. El organismo simplemente encuentra el modo de que ese esfuerzo persistente sea menos costoso energéticamente para que puedas mantenerlo activo más tiempo. Después de todo, los seres humanos solíamos ser nómadas y recorrer unas distancias brutales a lo largo de las semanas y de los meses.

Ahora un estudio liderado por la bióloga Jessica Selinger, de la Universidad de Queen en Canadá, ha probado definitivamente esta teoría gracias a los datos aportados por corredores de cintas y corredores de rutas libres a través de rastreadores de actividad física. En palabras del propio Bergland, "Selinger y su equipo descubrieron que, independientemente de si alguien estaba trotando casualmente durante 10 minutos o entrenando para una carrera de 10 kilómetros, sus organismos hacían click hacia una velocidad óptima de energía". A menos que estés concentradísimo en cada segundo para apretar, caerás en ese estado.

Llegar más lejos con menos calorías

Y tiene mucho sentido. Según un comunicado de prensa de Selinger, "minimizar el gasto de energía posee ventajas evolutivas y nos permite llegar más lejos con menos calorías". De lo contrario, tendríamos que conformarnos con sprints al más puro estilo guepardo. Y no eres un guepardo. Eres un animal diseñado para recorrer largas distancias. En ese sentido, y según explicaba la especialista en ese mismo comunicado, "compartimos este rasgo con otros animales, ya sean pájaros voladores, peces que nadan o caballos al galope". Es interesante desde una perspectiva científica, pero una putada para tus objetivos de peso.

Porque para lograr las pérdidas que necesitas deberás superar tu condicionamiento biológico e imprimirle a tus sesiones de running una intensidad superior. Por suerte, tienes un aliado a tu disposición: la música. Al parecer, y siempre según la autora de la investigación, "sincronizar los golpes de tus pies con los latidos por minuto de una canción enérgica engañará a tus pies para que aceleren el ritmo". No, no te vale poner en Spotify una bonita balada rockera o una playlist de salsa. Tendrás que recurrir a electrónica machacona para hacerle el lío a tu cuerpo. Pero mejor eso que correr por correr, ¿no?