La basura electrónica está ahogando el planeta

El reciclaje se antoja crucial en un panorama en el que la reducción de consumo parece imposible

Existen dos circunstancias concretas responsables del crecimiento de la basura electrónica en el mundo. Por un lado, el actual modelo consumista basado tanto en la obsolescencia programada de los dispositivos como en el ansia generalizada por tener el último cacharro disponible en el mercado. Por otro lado, el fenómeno a partir del cual muchos de los objetos cotidianos que antes eran analógicos se están transformando en objetos electrónicos: tu lámpara, tu persiana y tu cepillo de dientes son ahora inteligentes. Una ecuación de más y más cuyo resultado son más de 53 millones de toneladas de residuos.

No reciclamos bien

Unos residuos que en el 17% de los casos, según cuentan desde Business Insider, basándose en un informe de las Naciones Unidas, son reciclados correctamente. El restante 83% encuentra uno de estos dos indeseados finales: o termina siendo quemado o acaba abandonado en los vertederos de todo el mundo, "donde compuestos como el plomo o el arsénico pueden filtrarse en el agua subterránea en caso de producirse fugas". Esta es la manera en la que las sustancias tóxicas de tu basura electrónica penetran en las cadenas tróficas. Poco a poco, conforme aumentan los residuos de este, la cosa se pone más fea.

Y lo peor de todo es que es un fenómeno aparentemente muy complicado de revertir. En primer lugar, porque la obsolescencia programada da sentido al modelo económico mundial. Sin ella, los seres humanos tendrían que replantearse todo el sistema. Y no es una exageración. ¿Te imaginas que tu móvil fuera funcional durante 25 años? ¿Que solo necesitaras una lavadora en toda tu vida? ¿Que las prendas de ropa aguantaran tanto que no tuvieras que pillarte sustitutas cada temporada? Las empresas perderían mucha pasta y despedirían a muchxs trabajadorxs. Tal y como está montado el chiringuito es imposible.

Una segunda vida a los objetos

Ejemplo de ello es no solo la baja durabilidad de los productos electrónicos en comparación con lo que podrían durar, sino también la dificultad que encuentras a la hora de repararlo. "Entre los defensores del derecho a la reparación, como la empresa iFixit, se reclama una simplificación en la reparación. Ante la presión ejercida, Apple, Google y otros gigantes de la electrónica han empezado a poner a disposición del consumidor piezas para que puedan hacer ellos mismos sus reparaciones", apuntan desde este mismo medio. Algo que la marca de móviles de comercio justo Fairphone lleva haciendo desde hace una década.

En cualquier caso, resulta ingenuo pensar que las empresas empiecen a ponerlo tan fácil. A fin de cuentas, su objetivo número uno es venderte el nuevo invento, no que puedas reparar el que ya tienes una y otra vez. En ese sentido, y a falta de un cambio total en el paradigma comercial y económico, y siendo conscientes de que el internet de las cosas promete convertir en electrónico hasta la taza del váter, no queda otro que invertir y confiar en el reciclaje. En un panorama en el que la reducción del consumo parece utópica, recuperar las materias primas para aprovecharlas y que no dañen el mundo es imprescindible.