Perdió sus extremidades y un año después ya entrena para los Paralímpicos

La increíble historia de superación de un joven italiano al que los médicos tuvieron que amputar las dos piernas y los dos brazos después de que una meningitis se le complicara

Davide Morana aprendió a vivir con sus cicatrices hace un año, cuando todavía las heridas no habían ni cerrado. De la noche a la mañana, por la complicación de una meningitis, este italiano quedó amputado por debajo de las rodillas y de los codos. Perdió sus extremidades, pero siempre siguió amando su cuerpo y superando sus limitaciones. La imagen del antes y el después corrió por Instagram y en una semana y media consiguió recaudar los 100.000 euros que costaban las prótesis que hoy le han dado una vida nueva: "no me lo esperaba, pero la gente se volcó". No solo eso: desde entonces, Davide se ha convertido en una referencia para casi 60.000 seguidores. Por su fuerza, por su capacidad de superarse y por habernos enseñado a que vivir con cicatrices es más difícil, pero no un motivo para dejar de creer en el futuro.

Hace algunas semanas, Davide fue aceptado en el equipo paralímpico de atletismo. Ha sido el final de un año de mucha paciencia y mucho empeño porque a los 25 años ha tenido que volver a aprender a moverse. Otro sueño más hecho realidad, decía en Instagram.

El pasado verano, para Davide era un suplicio caminar de la cocina al salón. Las prótesis eran de última generación pero acostumbrarse a ellas es difícil y cansado. Lo más complicado es recuperara la autonomía que le daban las manos y los pies. Pero empezó sin pausa a practicar. Al principio, caminaba cinco minutos, luego diez, veinte y al final conseguía hacer paseos de tres horas. En julio ya había logrado volver a correr y ahora ya no se quita las prótesis, están totalmente integradas a su cuerpo y ha conseguido hacer prácticamente todo lo que hacía antes.

"Cada día hacía más cosas: un día subía un escalón y al día siguiente ya subía y bajaba, al siguiente empecé a salir fuera del gimnasio de la ortopedia y luego empecé a dar paseos más largos. Utilizar las manos ha sido algo más difícil, pero tardé una semana. Yo soy así, soy muy cabezón, si no consigo hacer las cosas, me tiro 24/7 probando. A veces, a la hora de dormir no podía porque me ponía a pensar en cómo solucionar ese movimiento", recuerda.

Ni la seguridad social italiana su país de origen ni la española, donde vive, en Muricia, junto a su novia Cecilia, le cubrían estas prótesis tan sofisticadas que ahora le permiten prepararse para los juegos paralímpicos en 100 metros libres, 200 y 400 relevos por equipos. Las prótesis que cubre la sanidad pública, dice, solo le permitirían moverse más lento. No podría hacer deporte a este nivel. Y sin Cecilia tampoco estaría donde está. Ella fue la que abrió la cuenta de Instagram, la página web y la campaña para recaudar fondos. "Le debo todo", dice él.

Desde el principio, Davide recibió el apoyo de los atletas y supo que querría continuar haciendo deporte. No es la primera vez que su cuerpo le pone límites pero él decide superarlos. A los 21 era jugador de baloncesto profesional, pero una lumbalgia lo obligó a dejarlo. Empezó a entrenar en ciclismo, natación y carreras con la idea de hacerse triatleta. "El deporte siempre ha sido una parte fundamental de mi vida. De pequeño quería ser atleta, y paradójicamente, aquí estoy", exclama.

Davide no solo ha aprendido a vivir con sus cicatrices, sino que siempre recuerda que habría podido ser peor. "Con mi grado de amputación, por debajo de los codos y de las rodillas, es más fácil recuperar el movimiento", explica. Después de federarse, lo único que le falta para poder formar parte del equipo paralímpico es la nacionalidad española, pero parece que la federación de atletismo puede ayudarlo a tramitar los papeles.

De momento, ya consigue entrenar dos horas al día pero lo más probable es que para después del verano la pareja se mudará a Madrid. Davide podrá así entrenar con el equipo de atletismo y ella buscará trabajo como diseñadora gráfica.

"A día de hoy ya no me cuesta nada levantarme por la mañana, ir a dar un paseo, al supermercado o a la panadería porque he estado practicando mucho con las prótesis, pero al principio, cualquier gesto cotidiano era una fiesta. Parece nada, pero me he dedicado solo a esto", dice. Ahora corre 100 metros en 13 segundos. Para cualquiera podría parecer imposible, pero él lo tiene claro: "hay que trabajar más para bajar los tiempos".