Si haces una revisión dentro de tu rutina y tus costumbres probablemente detectes cuáles son tus peores hábitos. Algunos pueden ser menos inofensivos como morder un lápiz por la parte de atrás y otros pueden dañar más tu salud como el mal hábito de fumar. Buenos hábitos, malos hábitos: la ciencia de hacer cambios positivos y mantenerlos es un libro basado en datos, investigaciones y cálculos científicos reales que busca alejarse de la autoayuda y realmente crear un método para transformar estas costumbres hacia algo positivo. Wendy Wood, profesora de Psicología en la Universidad del Sur de California y autora del libro ha investigado cómo los hábitos son capaces de gobernar la vida y el comportamiento humano.
En una parte del libro la autora explica, por ejemplo, cómo dejar de mirar el móvil tan a menudo. Ella cuenta que, en primer lugar, es necesario notar que se está teniendo este hábito más de lo normal. Ese es el primer paso para cualquier hábito que queramos transformar o eliminar. Una vez detectada la costumbre, existen tres diferentes vías de generar el cambio.
1. Ponte obstáculos
La autora utiliza como ejemplo un mal hábito en concreto: morderse las uñas. "No puedo saber exactamente el origen de esta costumbre. Lo que sí sé es que la mayoría de las personas desarrollan el hábito cuando están ansiosas, ya que se trata de una costumbre que distrae". Así, cada vez que tengas esta sensación, volverás a morderte las uñas, se transforma en algo automático. A partir de detectar que esto sucede hay que analizar el contexto en el que pasa: ¿hay momentos y lugares particulares en los que ocurre?, ¿el momento de ansiedad es en el trabajo? ¿en casa? ¿cuando estás con alguien en particular?
La autora explica que los malos hábitos suceden solamente por las circunstancias que nos rodean y, si estos contextos son constantes, es muy complicado generar un cambio. Así que tiene que ser algo que se active de forma consciente y que obstaculice el mal hábito. En el caso concreto de morderse las uñas, una de las fórmulas es, por ejemplo, ponerse guantes, utilizar los productos que se utilizan con los niños para que no se chupen el dedo o pasar directamente a una perfecta manicura que te alejará de las ganas de morderlas.
2. Analiza las señales y cámbialas
Cuando detectes dónde ocurre este mal hábito o bajo qué circunstancias sucede, debes transformar ese contexto. Si es el entorno de trabajo el que hace que te empieces a morder las uñas, debes modificar este lugar para que tu atención esté en otras partes. Puedes cambiar la organización de tu escritorio, puedes cambiar la disposición del espacio a tu alrededor e incluso puedes dejarlo todo tal como está y pegarte carteles o mensajes que te recuerden que no debes morderte las uñas, así cuando estés en mitad de tu mal hábito, habrá una señal que te avise de que algo no va bien.
3. Hábitos incómodos
Las manos deben mantenerse, entonces, ocupadas de alguna manera. Ahora mismo la ansiedad solo encuentra su punto de descargar en la mala costumbre de morderse las uñas. Así que tiene que haber algo que lo impida. Una opción puede ser una pelota antiestrés, un spinner o algún elemento para tener entre las manos. "Lo que hay que tener en cuenta es que la fuerza de voluntad te ayudará a comenzar, pero hay una buena investigación que hay que llevar a cabo y que será lo que nos de las herramientas para tratar de cambiar un hábito muy arraigado", explica la autora.
Wood cuenta cuál fue su situación personal. Ella tenía dificultad para levantarse temprano, debía hacerlo para poder hacer deporte por la mañana ya que era el único momento libre que tenía. Después de ver todo el tiempo que le llevaba vestirse con la ropa de deporte y de detectar que no podía salir de la cama y que esto le impedía salir a correr, comenzó a irse a dormir con la ropa deportiva. Estuvo un año acostándose con la ropa con la que saldría a hacer ejercicio a la mañana siguiente, hasta que por fin empezó a hacerlo todo a su debido tiempo.
La entrada de un nuevo año es una oportunidad para abandonar los malos hábitos. Casi siempre necesitamos una especie de día cero para comenzar a llevar a cabo los cambios, porque aunque parezca sencillo, un cambio requiere mucha consciencia y mucho trabajo. Y no solo tiene relación con lo físico sino también con lo emocional.