Resolvemos la polémica del ‘cruelty free’ y otras dudas sobre cosmética ecológica

Cada vez aparecen más marcas que dicen ser naturales y sostenibles, pero ¿qué es eso de que no contienen tóxicos, o que son 'cruelty free'? Te explicamos todo en lo que te debes fijar

Te levantas por la mañana, te lavas los dientes con pasta 1, te duchas con gel 2, champú 3, mascarilla 4, te pones crema hidratante de cuerpo 5, cara 6, base de maquillaje 7, polvos 8, corrector 9, pintalabios 10, eyeliner 11, colorete 12, máscara 13, perfume 14... Todavía no has salido de casa y ya has alcanzado la media de 14 productos de cosmética que las mujeres utilizamos al día —la de los hombres es de siete—. La industria de la cosmética tiene una fuerte presencia en nuestras vidas, en nuestros bolsillos –en 2017 facturó en España más de 6.800 millones de euros–, en nuestros cuerpos, por la acumulación de sus compuestos durante años, y en el medio ambiente, por el transporte de sus ingredientes y el plástico de sus envases.

Es cierto que desde hace unos años está de moda la llamada cosmética natural o ecológica impulsada también por el auge de la vida sana, lo bio y lo sostenible, pero existen discrepancias entre los expertos y los consumidores estamos confundidos sobre por qué deberíamos pasarnos a este tipo de productos. ¿Qué significa exactamente que la cosmética sea natural o ecológica? ¿Nuestra salud corre peligro si seguimos usando el maquillaje de toda la vida? ¿Estas marcas respetan más que otras a los animales y al medio ambiente?

Las marcas que se autodenominan ‘toxic free’

Si creas una marca y en una traducción muy literal del inglés la publicitas como "libre de tóxicos", das a entender que el resto de productos en el mercado sí los tienen. Así que aquí empiezan las asperezas entre dos bloques diametralmente opuestos que alegan, ambos con estudios científicos en la mano, una cosa y su contraria.

Pero, teniendo en cuenta que según el diccionario un tóxico es un veneno, ¿hay tóxicos en la cosmética que usamos? El director científico del Instituto Investigación Biosanitaria de Granada UG, Nicolás Olea, responde categóricamente que sí y explica que los parabenos, que son unos conservantes utilizados en la inmensa mayoría de productos, entre otros compuestos químicos, son disruptores hormonales y provocan diferentes dolencias. “Uno de los grandes factores ambientales en riesgo de enfermedades es la exposición química, por vía alimentaria y cosmética”, cuenta el catedrático.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Productos con células madre, son una de las ultimas revoluciones del mercado, pero ¿realmente funcionan? Para saber si una tecnología funciona debemos primero entenderla🦠: Las células madre son células que se encuentran en todos los organismos pluricelulares​ y que tienen la capacidad de dividirse a través de la mitosis 🧬y diferenciarse en diversos tipos de células especializadas, además de autorrenovarse para producir más células madre. ​ Estas tienen el potencial de convertirse en muchos tipos diferentes de células en el cuerpo. Ellas sirven como un sistema de reparación para el organismo. Recientemente, se han usado células madre encontradas en la sangre del cordón umbilical para tratar pacientes con cáncer, también el transplante de células madre hematopoyéticas han sido utilizadas para tratar múltiples enfermedades como talasemias, anemia de células falciformes, anemia de Fanconi, errores congénitos del metabolismo... También han sido empleadas para el tratamiento de tumores: leucemias agudas mieloides y linfoides, etc. Esto lo hace un tratamiento prometedor y novedoso para la ciencia, así que la cosmética también ha querido aprovechar el tirón . 🚫¡Pero las células madre solo funcionan si están vivas!🚫 Y las células vivas sean madre o no no se colocan en productos cosméticos. Si así fueran, tendrían que tener un medio de crecimiento especial y mantenerse a una temperatura específica, así como un medio de alimentación constante. Las células madre que contienen cremas no se crean como tales. En el mejor de los casos, tiene una crema llena de células madre muertas que no tienen potencial para hacer nada. Células madre vegetales es aún más desconcertante. Estas son células madre que provienen de las plantas y tienen el potencial de hacer crecer tallos, hojas, frutas, etc. ¡Es absurdo, nosotros no somos plantas y no queremos que nos crezcan raíces! Sin embargo, las empresas prefieren células madre de manzana porque son ingredientes de bajo costo, mientras que las humanas serían caras e ilegales. ‼️¡Ningún tipo de célula madre agregada a tu cosmético hará nada de nada!‼️

Una publicación compartida de L a u r a B e y @laurabey_ el

Sin embargo, la Unión Europea UE, que en 2003 legisló la cosmética con la directiva 2003/15/CE, una de las leyes más proteccionistas del mundo, prohíbe 1.328 compuestos entre los que no se encuentran los parabenos. Un escenario muy complejo para el consumidor medio que no entiende ni de legislación europea ni de química que deja mucha confusión a su paso. Esta es una de las razones por las que la directiva 2003/15/CE gaditana que trabaja en una multinacional de la cosmética en Reino Unido, decidió intentar desentramar el mundo de la cosmética a través de sus redes sociales, en las que tiene casi 40.000 seguidores.

“La química es extremadamente difícil y lo que yo intento hacer es divulgarla para que se entienda y las personas puedan tomar sus decisiones”, explica esta química de 26 años que considera que el reclamo ‘toxic free’ es alarmista.

La polémica del ‘cruelty free’

Algo parecido pasa con el hecho de poner que no maltratas a animales en tus productos cuando, en realidad, el testeo en animales está prohibido por la misma ley de la UE de la que hablábamos antes de 2013 para todas las marcas. Sería un poco como si dijéramos: "No hemos asesinado a nadie para escribir este artículo". Tú podrías decir: "Bueno, es lo normal, está castigado por el Código Penal’, pero estaría sembrando la duda de que en otros medios está fuera una práctica habitual.

Bromas y exageraciones a parte, en este caso sí hay razones por las que podría ser pertinente este claim, que es como se conoce a los reclamos publicitarios en cosmética. Resulta que, aunque efectivamente en Europa está prohibido testear la seguridad de un gel o la irritabilidad de una máscara de pestañas en animales en laboratorios, otros países no tienen esta norma. Incluso China, que con una población de más de 1.300 millones de personas es uno de los mayores mercados internacionales, no solo no lo prohíbe sino que exige que cualquier producto de cosmética que quiera ser comercializado en su territorio haya sido testeado en animales. De manera que, se asume que todas las marcas internacionales que también venden sus productos en China, los prueban previamente en animales.

Pero esta no es la única razón. Como nos explica Laura Bey, hay otras industrias como la de la farmacia o la de los productos de limpieza, en las que esta regulación no se aplica. Así que, si hay ingredientes que se utilizan tanto en farmacia como en cosmética, los fabricantes pueden pedir una excepción. “De manera que, si una persona por sus valores éticos quiere que se le garantice que no hay ingredientes de origen animal y no se ha testeado en animales en ninguna fase del la producción, sí le veo sentido”, cuenta la química.

El problema es que este claim también se queda corto. Teniendo en cuenta que ya es ilegal, habría que hacer algo más activamente por el bienestar de los animales más allá de no maltratarlos, como intentar crear un planeta mejor.

Sostenibilidad y respeto por el medio ambiente

Y aquí entramos en la tercera cuestión, que no es que genere discordia, pero sí diferencias de prioridades tanto entre las marcas como entre los consumidores: la sostenibilidad. Emma Bradford, una londinense afincada en Barcelona desde hace ocho años, lleva tiempo haciendo la transición desde la cosmética tradicional hacia la que se produce de forma cada vez más natural. “Hago vida sana en general, mi alimentación es ecológica y me preocupa mucho el tema del medio ambiente”, explica Emma que comenta que, para ella, una de las cosas más importantes a la hora de consumir estos productos es la proximidad. “Para hidratarme el cuerpo o para desmaquillarme, antes utilizaba aceite de coco, pero me pasé al de almendra que es del Mediterráneo y no hay que importarlo de un país tropical”, asegura.

Precisamente, la proximidad para evitar una contaminación innecesaria debido al transporte es para Gerard Prats, un menorquín que se mudó a Barcelona a estudiar química y se especializó en cosmética a través de un máster, una de las claves con las que el sector de la cosmética podría convertirse en sostenible. Movido por su inquietud en la protección del medio ambiente decidió juntar su formación y su pasión creando una marca de cosmética natural y ecológica llamada Saigu Cosmetics.

“Conozco profundamente la industria de la cosmética, desde la formulación de los productos, los ingredientes, los proveedores, el proceso de fabricación… así que quería crear una marca en la que todo, de principio a fin, fuera lo más respetuoso con el medio ambiente posible”,  explica Gerard con entusiasmo. Se asoció con David Hart, amigo de la infancia y emprendedor experto en marketing digital, y comenzaron un proceso que les llevaría más de un año.

Por un lado conseguir financiación y constituir la empresa, y por otro formular los productos, hacer decenas de pruebas, encontrar los envases menos perjudiciales, el packaging más reciclable, etc. “Además estuvimos preparando minuciosamente la comunicación, la web y la estrategia de marketing para entrar en un mercado en el que hay mucha competencia pero confiamos que tanto la calidad de los productos como nuestros valores nos hacen únicos”, apunta Hart.

De esta manera, Saigu Cosmetics se suma a varias marcas de cosmética natural que han surgido en España en los últimos años, una tendencia que es muy bienvenida en el sector. “Me parece una moda muy buena. Es fantástico que las personas se preocupen por la sostenibilidad y además los ingredientes naturales tienen una compatibilidad muy alta con la piel”, concluye la química Laura Bey quien coincide plenamente en este punto con el catedrático Nicolás Olea: “La alternativa de la cosmética ecológica o sostenible es muy buena si confías en alguien que entiende el problema como tú y que quiere hacer las cosas de una manera diferente”. Por suerte, cada día hay más personas que se preocupan hacer las cosas de otra manera.