Los zombies del amor existen y el confinamiento es la excusa perfecta para atacar

Desapareció sin decir nada, se esfumó de un día para otro y ahora regresa por WhatsApp como si no hubiera pasado nada. ¿Cómo es posible? ¿qué quiere y cómo es capaz? Hablamos del zombieing. 

Todo parecía ir sobre ruedas. Un día os presentaron, intercambiásteis mensajes y decidisteis quedar. Pasaron los meses y lo que teníais se convirtió en algo más, pero de repente rompió. Así, sin más, sin ninguna explicación, sin motivos, causas ni porqués. Y todo se derrumbó en mil pedazos. Lo que te hicieron se llama ghosting y es mucho más común de lo que crees. 

Además, algunas de estas personas que desaparecen como por arte de magia en ocasiones regresan con total normalidad y como si no hubiera pasado nada. De fantasmas pasan a zombis. Aparecen a través de un mensaje, un WhatsApp o un comentario en tus redes sociales y con la intención de retomar la relación. Increíble, ¿verdad? ¿por qué lo hacen? ¿qué quieren? ¿qué hay detrás? 

Terminar sin punto y final

Antes de sumergirnos en las razones y características del zombieing, es necesario hablar sobre las consecuencias que tiene en la persona abandonada el acto de desaparecer sin dejar rastro. Porque aunque no exista ningún contrato o ley que afirme que es necesario explicar el por qué antes de dejar a alguien, por respeto a la otra persona y si se tiene cierto sentido ético lo más normal es que se haga. Así, es más fácil cerrar el capítulo, poner punto y final y que ambas personas pasen página. 

Ahora bien, no todo el mundo actúa con madurez y el ghosting ocurre más de lo que pensamos. Lo preocupante es que tiene consecuencias, ya que la persona a la que dejan puede introducirse en una espiral de ansiedad y desesperación por las dudas que esa no respuesta le genera. Incluso suele ser común el sentimiento de culpa debido a que la persona piensa que la ruptura es por ella, por su forma de ser y su comportamiento. Algo que no puede ni siquiera confirmar. Lo que además se deriva en un alargamiento del duelo.

Por lo tanto, si ya es duro asumir la desaparición sin explicaciones de la otra persona a la que se ha estado unido emocionalmente, hacer frente a su regreso tampoco será sencillo, sobre todo cuando no ha pasado demasiado tiempo.

“Hola, ¿cómo te va todo?”

¡Hola! ¿qué tal?”, “¿Te apetece quedar para tomar algo?¿Cómo te va? Te echo de menos” suelen ser las frases que utilizan esos zombis que vuelven a la vida. Expresiones muy comunes, pero que dependiendo de su emisor pueden dejarnos sin aliento, revolvernos el estómago e incluso despertarnos cierta ilusión a pesar de todo. Esa persona por la que un día sentimos tanto e incluso con la que hicimos planes, pero que un día nos dejó tirados ha vuelto, ¿con qué intención? Si atendemos a sus mensajes parece que viene en son de paz y hasta con encanto. ¿Podemos fiarnos? 

Bien es cierto que cada relación tiene su historia y que los miembros de la misma pueden refugiar miles de motivos sobre cómo se comportan, pero más allá de que exista alguna justificación razonable a este tipo de conductas, existe un perfil muy característicos de los practicantes del zombieing. Suelen ser personas hambrientas de ego. No aparecen cuando están satisfechas, sino cuando necesitan reforzar su aires de grandiosidad, por ello recurren a esas personas que un día les dieron atención, afecto y admiración, que les hicieron sentirse importantes.

Aparecen según sus apetencias para satisfacer sus necesidades, por lo que hay una intención oculta más allá de ese saludo atento y divertido. Algunos podrían ser narcisistas, otros inmaduros o tal vez personas egocéntricas con cero empatía; sea como sea, no es cuestión de encontrar una etiqueta diagnóstica, sino más bien se trata de un comportamiento social que va en aumento y ante el que debemos protegernos

Estos zombis no entienden de vínculos ni afectos sanos, sino de mirarse el ombligo, ser el centro y utilizar a las personas para su propio beneficio. No saben que el verdadero amor no es de usar y tirar, que las personas no son reciclables y que el trato que se les da tiene consecuencias, bueno más bien no quieren saberlo. Solo quieren reforzar su ego y buscar nuevos refuerzos. 

No a los fantasmas y los zombies en el amor

Ante ese “Hola, ¿cómo estás?” inofensivo podemos pensar en un primer momento que puede haber arrepentimiento, que la otra persona se ha dado cuenta de todo lo que había perdido, pero lo cierto es que no suele ser así. Hay que ser cautos y reflexivos. El zombieing puede abrir heridas, colaborar para que regresen a nuestra mente recuerdos sobre todo lo bonito que vivimos junto a ellos y nublar perspectivas.

Hacer frente a esta práctica no suele ser fácil, sobre todo si se rompe el equilibrio que se había logrado y que tanto tiempo costó construir. Ahí es cuando la tristeza, la rabia, la frustración o tal vez la sorpresa pueden aparecer y desesetabilizarnos. Por tanto, la pauta es mantenerse firmes por mucha tentación que tengamos ante esos mensajes repletos de buenos modos, ideas e invitaciones ingeniosas y sentimientos que evoquen buenos momentos. Quienes practican el zombieing suelen ser hábiles en abrir heridas y conocen bastante bien nuestros puntos débiles.

Los regresos de este tipo de personas no suelen ser casuales, no son porque sí; tienen hambre y necesitan reforzar su ego. No lo olvidemos. Sin embargo, en cuestiones de amor sano, no se entiende de fantasmas ni de zombis, sino de comprensión, cariño y respeto. Mucho cuidado en caer en sus trampas, protección, distancia y cautela.