Solucionar vuestra pelea con un buen polvo, ¿sí o no?

El sexo de reconciliación de vez en cuando no está mal, pero lo ideal es que habléis primero y os acostéis después

Es muy probable que alguna vez te haya pasado. Después de una discusión con tu pareja, acabáis firmando la reconciliación entre las sábanas. Hay tanta tensión acumulada que el encuentro sexual se convierte en uno de los más pasionales de vuestra historia. Es un sexo explosivo, salvaje, casi animal. Vamos, que tiemblan las paredes, te falta el aliento, el pulso se te acelera como si estuvieras corriendo una maratón… El derroche de intensidad es más que evidente. Quizá en ese momento no seas consciente de ello, pero emociones como el estrés, el miedo al abandono o la ira son la gasolina para ese revolcón. Sin embargo, conviene tener en cuenta algunos pros y contras en el sexo de reconciliación. 

Puede desactivar las luchas de poder

Después de una discusión, el sexo puede ayudarnos a conectar de nuevo con nuestra pareja. A menudo tras un conflicto, nuestro ego se resiente. Nos sentimos atacados, vulnerables e incomprendidos. Incluso cuando nos hemos dado cuenta durante el desencuentro que no tenemos razón, no podemos dejar de sentir cierto malestar, ya sea porque sentimos vergüenza, ansiedad o culpa. El sexo de reconciliación puede ayudarnos a atenuar la resaca de todas esas emociones y rebajar la tensión. Al fin y al cabo, el placer no es una experiencia mecánica sino que, además de la excitación física, nos brinda ternura, afecto y amor. Sin duda, es una buena forma de reafirmar que seguís siendo un equipo y pasar página. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Código Nuevo @codigonuevo el

No lo utilices como si fuera un analgésico 

El sexo de reconciliación no es una alternativa al diálogo y la comunicación. Tampoco es un recurso para evitar el conflicto, pues si bien el sexo puede ser gratificante, el hecho de tenerlo no hará que los conflictos desaparezcan o pierdan su importancia. El efecto de reconexión con tu pareja será más intenso si antes habéis solucionado satisfactoriamente el conflicto y por tanto, no quedan cuestiones pendientes. Enfrentar el problema y ser honestos el uno con el otro es lo que potenciará el crecimiento de la pareja. Si, por el contrario, ha quedado algún cabo suelto y algún miembro de la pareja sigue rumiando el rencor, los reproches o la desconfianza, el encuentro sexual funcionará como un mero calmante. En ese sentido es importante señalar que la comprensión mutua es el puente para el sexo de reconciliación. De modo que, solo si se desatan los nudos que frustran el entendimiento se podrá restaurar el sentido de seguridad e intimidad de la pareja. Recuerda: primero viene un ‘lo siento’, después el perdón auténtico y por último, el orgasmo. 

No es una receta mágica para todas las parejas 

Aunque no sean pocas las películas y series que han idealizado el sexo de reconciliación, lo cierto es que no es una experiencia deseable para todas las parejas. Conviene recordar que somos seres humanos, con una gran diversidad de intereses  y personalidades, no autómatas. Por ello, hay quien después de una discusión, aun cuando el conflicto se haya solucionado, de lo único que tiene ganas es de abrazarse en la cama y hacer la cucharita. En cambio, en otras parejas, puede suceder que uno de los miembros sí desee ese sexo de reconciliación y otro, por el contrario, rechace ese acercamiento. Para algunas personas es muy difícil excitarse si esa resaca de emociones negativas, a la que hacíamos alusión anteriormente, continúa. Como ya sabes, no hay que forzar a nadie a hacer algo que no quiere hacer y tampoco hay que autoimponerse aquello con lo que realmente no te sientes a gusto. Si de verdad sentís interés y cuidado el uno por el otro, seguro que encontráis otras motivaciones compartidas que no sean el sexo, para sellar vuestra reconciliación. 

En resumen, las discusiones forman parte de las relaciones humanas y en el caso de las parejas, después de un conflicto puede ser deseable para ambos perderse entre las sábanas y darse un buen meneo. No obstante, evita utilizar el sexo de reconciliación como un patrón, puedes puede convertirse en un hábito dañino y desgastar a la pareja.

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