Por qué ellos creen que un enfado se arregla con sexo y ellas pasan completamente

Exacto, a esos conocidos polvos post-cabreo. Pero tú, como mujer, no quieres, no te sale. Y no comprendes cómo él puede tener ganas después de todo lo que os habéis dicho.

En todas las parejas las discusiones son algo casi inevitable. Ya sea por la tontería más grande del Universo o por algo que realmente tiene cierta importancia, el intercambio de opiniones a veces se nos puede ir un poco de las manos. Sientes esa rabia tan adentro, ese 'argh' que no para de salir por tu boca y esos soplidos que os hacéis el uno al otro. Pasan unos minutos u horas, depende de lo orgulloso que seáis y os reconcilias. Pero parece que él quiere llevar la reconciliación más allá. Exacto, a esos conocidos polvos post-cabreo. Pero tú, como mujer, no quieres, no te sale. Y no comprendes cómo él puede tener ganas después de todo lo que os habéis dicho. La respuesta es más sencilla y compleja de lo que te imaginas, y se resume en que: hombres y mujeres somos distintos. Muy distintos.

¿Sexo estando enfadada?

Generalmente, después de una discusión lo primero que se ve afectado es el deseo sexual de la mujer. Aunque, en algunos casos, también puede ocurrirle al hombre, pero en menor medida. La sexóloga y escritora Sylvia de Béjar explica en su libro Deseo que "cuando nos enfadamos con nuestra pareja y/o no nos sentimos emocionalmente cercanas a ella, solemos negarle el disfrute de nuestro cuerpo, porque para compartirnos necesitamos estar en buena sintonía con el amado". La mujer asocia el sexo a la intimidad, a la cercanía, al amor y la conexión emocional. Al buen rollo, vaya. Y a ti se te ha pasado el mosqueo, pero no se te ha olvidado aún.

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Pero, ¿por qué él no tiene problema alguno? "A ellos les cuesta entenderlo, porque esta falta de conexión no necesariamente afecta su libido. Hasta puede que la subida de testosterona que les genera una bronca doméstica les empuje a querer más sexo como forma de liberar tensión y de arreglar las cosas. Pero a nosotras, todo lo contrario", recoge Sylvia.

Lo mismo cuenta Nayara Malnero, sexóloga, en uno de sus vídeos de Youtube, donde anuncia que, según la encuesta realizada entre sus seguidores, el 64% de mujeres no querían tener sexo estando enfadadas, frente al 20% de los hombres de la misma opinión. De ese modo, Nayara indica que "generalmente, los hombres expresan su afectividad a través de su sexualidad y ellos analizan el problema en el momento, sin darle tantas vueltas como nosotras. Nosotras somos más sensibles al contexto, porque así nos ha educado la sociedad. Sin embargo, ellos son presionados socialmente para estar "siempre disponibles"". Él ya ha pasado página, ya no hay enfado, "vamos a volver a querernos", piensa.

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Lo que es peligroso para tu deseo

Pero en muchas ocasiones, nos centramos demasiado en esas grandes y dramáticas discusiones propias de una telenovela mexicana, y no nos damos cuenta de que lo realmente peligroso para el deseo son esos problemas silenciosos, esas pequeñas frustraciones que vamos recolectando día tras día. Según Sylvia de Béjar, "hay otro tipo de enfrentamientos mucho más sutiles, donde uno o ambos cónyuges normalmente es la cónyuge, para qué negarlo sienten rabia y frustración, pero no son conscientes de ello. Algunas mujeres no se dan cuenta de que están enfadadas con sus parejas y que en esa desconexión emocional está el origen de su falta de apetito sexual".

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Esos pequeños problemas pueden estar relacionados con el dinero, un cansancio emocional y físico, el no sentirse querida o deseada, tener demasiada carga tanto en el hogar como a nivel familiar, sentirse sola, diferencias ideológicas,  infidelidades, celos, irresponsabilidades y un largo etcétera. Y lo que podía ser una 'tontería', se va acumulando en nuestro interior. Y sí, de ahí nacen las tantas excusas que protagonizan todos esos chistes que alguna vez has escuchado: "me duele la cabeza", "no me encuentro bien" o  "estoy cansada". Por eso se dice que las mujeres "nunca tenemos ganas".

"Claro que no las tenemos", contesta Sylvia de Béjar, "pero no porque pasemos de gozar, sino porque muchas estamos muy, pero que muy cansadas y muy, pero que muy mosqueadas, a sabiendas o no, pero lo estamos. Y cuando llegamos a nuestro límite, ¿qué hacemos? Pues eso, cruzar las piernas". Y, como siempre, lo mejor es ser sinceros y hablarlo, sea lo que sea. Así que piensa si 'simplemente' no te apetece o es que tenéis cosas por resolver.