Quiero recuperar las ganas de masturbarme que el confinamiento me quitó

Entre la falta de intimidad y la desaparición del contacto con otras personas y sensaciones esta apetencia sexual ha ido menguando

La masturbación era, en mi día a día, una especie de ritual. No siempre ocupaba largos ratos de la tarde en ello, a veces —como es obvio— apagaba mis ganas de forma rápida y seguía con mi vida. No obstante, había días en los que me desnudaba en mi habitación y hacía uso de mis juguetes durante muchos minutos, probando cosas nuevas, descubriendo mis apetencias y conectando con mi cuerpo sin pausa. Cuando comenzó el estado de alarma creí que sería una buena ocasión para seguir explorando mi entrepierna, cierto es que nunca me había faltado tiempo pero vi una oportunidad para ampliar mis horizontes sexuales. Eso ocurrió unas dos o tres veces y luego todo disminuyó.

No vivo sola, vivo con mi compañera de piso y nuestra casa no es lo suficientemente grande como para no vernos cada un minuto. Los ratos en los que podía dedicar tiempo a masturbarme eran muy puntuales: cuando mi compi salía a comprar, a la hora de irme a dormir o en la ducha. No me preocupaba mucho pero me fui dando cuenta que esta falta de intimidad estaba siendo un obstáculo en cómo disfrutaba del placer en soledad. Empecé a notar que la búsqueda de instantes propios era continuo y fue entonces cuando comenzó el agobio: ¿cuánto tiempo tendré que estar así y cuándo volveré a conectar con mi cuerpo como antes? Después de unas primeras semanas dentro de estas dudas apareció algo que no me esperaba: mis ganas se apagaron. Ya no me apetecía masturbarme, ni hacer sexting, ni nada, así que ,¿ahora qué?

El entorno que no ayuda

No es solo la falta de intimidad uno de los principales inconvenientes en este aspecto. Vivíamos y aún sucede recibiendo un tipo de información que no nos ayuda a tener buenas sensaciones. Así lo comenta la psicóloga, sexóloga y terapeuta de parejas, Núria Jorba: “hay que tener en cuenta que a lo largo de este confinamiento hemos ido recibiendo muchos imputs, todos ellos relacionados con el malestar, con el virus, con los contagios, con las muertes, con la pérdida económica... Todo esto son imputs negativos que afectan a nuestro estado de ánimo. Si nuestro estado de ánimo se debilita, si se ve intoxicado negativamente, el deseo —el último escalón del bienestar— se ve también muy tocado y hace que puedan desaparecer las ganas”.

No había prestado demasiada atención a que las noticias podían estar afectándome. Además, la desaparición del contacto con otras personas y con esos juegos de seducción y coqueteo también estaban haciendo mella en mi deseo. Me encontraba, a veces, en el supermercado fijándome en exceso en hombres que me parecían atractivos, buscando un contacto con otras miradas: quería sentirme sexy como me pasaba antes en entornos completamente inesperados. Buscaba algo que antes me ocurría de forma natural. Esto también desapareció con el paso de los días, así que empecé a cuestionarme cuánto tiempo duraría esta falta de apetito, ¿y si se había terminado para siempre? 

Por suerte no soy la única a la que le ocurre esto, no solo me lo han comentado otras personas que conozco sino también la experta aclara que es un estado bastante común. “Es completamente normal que durante el confinamiento hayan desaparecido las ganas de masturbarse o de tener sexo. Y no tiene relación directa con estar lejos de la pareja. Es más, la mayoría de las parejas que he preguntado que están confinadas juntas, tampoco están teniendo deseo. Esto sucede porque aparece la rutina y la falta de diversión. Este confinamiento por el coronavirus no nos está ayudando a disfrutar, a relajarnos, a tener actividades con las que desconectar, con las que pasarlo bien... En definitiva han desparecido las actividades que nos hacían conectar con el cuerpo, con nuestro deseo, con la seducción o con la chispa. Tanto para compartir con otra persona como para hacerlo en soledad”, comenta.

¿Una pequeña llama se enciende?

La posibilidad de dar paseos y salir a hacer deporte ha encendido una luz al final del túnel. Vuelve una reconexión con nuestras calles a la vez que mejoran las temperaturas: todo el entorno parece prepararse para volver a sentir esas ganas. Aún así, detrás de estas buenas noticias queda un filón de miedo. No estás completamente tranquilx, no estás relajadx y con la mente en blanco. Para poder conectar con el cuerpo necesitamos de esas nuevas sensaciones y de ese contacto con el exterior, necesitamos influencias que nos provoquen sentimientos o emociones y que nos hagan ver que seguimos vivxs y que aún podemos sentir como lo hacíamos antes.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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“Bailar nos ayuda a conectar con el cuerpo, salir y que el aire y el sol te den en el rostro, darte un abrazo con alguien también hace que te conectes con tu cuerpo. Cuando ocurrían estos ejemplos nosotros estábamos tranquilos: la mente estaba relajada, no había miedo... Ahora, sin embargo, tenemos que estar atentos a todo cuando caminamos y cuando salimos, no podemos relajarnos y esta tensión hace que no estemos conectados con el cuerpo. Toda la falta de vínculos hace que, al final, rompamos un poco con esa conexión que antes existía. A esto le sumamos que el distanciamiento de las otras personas y el hecho de estar constantemente con uno mismo hace que nos vayamos apagando. Las redes que habíamos ido creando con otros seres humanos han ido desapareciendo y con ello también nuestras motivaciones y nuestras ganas de estar con nosotros mismos”, explica Jorba.

Mirando hacia el horizonte quiero encontrar nuevamente mis ganas. Quiero salir y no tener miedo. Quiero recuperar mi deseo y que el entorno me haga volver a tener ilusión y motivación. Necesitamos volver a ese subidón de energía que apareció al principio del confinamiento, cuando creíamos que este tiempo dedicándonos a nosotrxs mismxs sería una gran oportunidad para escucharnos y reforzarnos emocional y corporalmente. Así que, ahora que entramos en estas fases de desescalada, en esta entrada a la nueva normalidad, ¿qué podemos hacer para dar otra vez con nuestro deseo sexual?

Recuperar la libido

Las parejas también se han visto dentro de este contexto de ausencia de ganas. La experta explica que “la presión que nos genera esa voz interna con frases como ‘es que debería tener ganas’, ‘es que estoy encerrado con mi pareja’ o ‘es que a la mínima que vea a la otra persona tengo que tener ganas’, no es para nada positiva”. Lo imprescindible para poder volver a nuestro deseo es no presionarse. Si lo hacemos estaremos predisponiéndonos a que nuestro deseo sexual se vea tocado y no conseguiremos avanzar.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Uno de los planes que sí podremos hacer después de la cuarentena. ⁠ ⁠ Ilustración de @alfiomartireillustrator

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Si queremos recuperar la libido no podemos presionarnos y tenemos que darnos tiempo para acostumbrarnos a esta nueva realidad ya que, cuando salgamos en totalidad, tendremos tensión, nerviosismo y nos costará relajarnos. Esto sería un primer paso para dejar la mente tranquila y que entones puedan entrar nuevas influencias, mucho más positivas.

“El segundo paso sería buscar imputs de buenas sensaciones que nos puedan ayudar. Ejemplos: una película de risa que de buenas vibraciones, una música alegre que me haga mover el cuerpo y me haga conectar con él, comer algo que nos guste mucho, cuidarnos el cuerpo con cremas, mimarnos,… Todos estos pequeños detalles harán que el cuerpo vaya sintiendo. Si queremos reconducir la mente hacia el deseo podemos buscar imputs eróticos: películas o lecturas relacionadas con ello o también acudir al recuerdo de momentos sexuales en lo que lo hayamos pasado bien. Hay que trabajar en reconectar con nuestro cuerpo y también con nuestra mente para poder volver a encender ese apetito sexual”, explica Núria Jorba.

No te agobies, el deseo puede verse apagado en una situación tan extraña como esta. No podemos estar constantemente bien en todas las vertientes de nuestra persona. Si ves que necesitas dejar la masturbación o el sexo de lado, debes entenderte y escucharte. Hay momentos para todo y si no nos presionamos, el día menos esperado estaremos nuevamente con esas ganas de desvestirnos y disfrutar del placer como solíamos hacerlo. Al menos, este es mi plan y ya estoy más tranquila.

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