Lo que puedes hacer para aprender a dejar ir a esa persona

Aprender a soltar a una persona y a aceptar que se ha terminado puede ser una de las partes más complicadas de la ruptura

Tu relación va bien. Hay amor, el sexo es maravilloso, hay complicidad, compañía, entendimiento, apoyo… Si analizas los ingredientes descubres que son aparentemente los exactos para que la relación de pareja vaya viento en popa. Pero bueno, a veces creemos que hemos encontrado a esa persona ideal y resulta que no. Cuando persigues algo con fuerza y con entrega generas, de forma natural, una serie de expectativas y, por tanto, de apego que en un futuro pueden provocar sufrimiento. Cuando te enamoras y construyes una relación ofreces parte de ti a esa persona, estás envueltx en una idea, en un proyecto en conjunto. En tu mente y en tu corazón tiene una forma pero puede no ir bien si esa entrega no es recíproca. Es entonces cuando, sin esperarlo, llega la ruptura y te parten el corazoncito.

Cómo dejar ir

Pasa el tiempo y, claro, el principio no es sencillo, todos los recuerdos buenos asaltan tu mente, te acuerdas de las risas, de los viajes, de lo bonito que era despertarte a su lado… No es posible dejar ir a alguien cuando solo tenemos en la cabeza todo lo bonito y sobre todo no es posible si han pasado semanas. Pero, claro, ¿qué ocurre cuando ya ha pasado un mes, dos meses, tres meses? Parece que es el tiempo determinado en el que deberíamos empezar a decir adiós, a continuar con nuestra vida, a adaptarnos al cambio, a aceptarlo tal cual es.

Como explican desde Medium “aprender a aceptar el resultado pase lo que pase es quizás una de las partes más difíciles de la vida. En tal situación, inevitablemente, nos sentimos profundamente atraídos por el resultado y, naturalmente, esperamos que la relación funcione de cierta manera”. Hay tantos factores que pueden hacer que el resultado cambie que averiguar qué pasará o si la relación funcionará o no es impredecible. Puedes creer que ambxs tenéis los requisitos para ser la pareja del año y, sin embargo, que vuestro vínculo no funcione. No hay forma de saber qué pudo haber sido de seguir juntxs, no hay forma de saber qué podríamos haber mejorado, cuando algo termina, no hay forma de saber qué se podría haber cambiado. Este es el primer paso para entender que hay que comenzar el camino hacia una despedida definitiva.

Aprender el desapego

Así como el apego está anclado a nuestro cuerpo y nuestros corazones siguen envueltos en el dolor de la ruptura, ¿cómo hacemos para aprender el desapego? La teoría podemos saberla y repetirla: hacer tus propios planes, cuidarte, mimarte, dedicar tiempo a lo que tu gusta hacer, rodearte de las personas que te quieren… Todo eso está más que claro. Sin embargo, cuando se trata de aplicarlo se vuelve más complicado. El tiempo es el eje principal de esta situación, el tiempo, los días, los meses, las semanas… Cada nuevo día, cada día que despiertas y construyes, y vas y vienes y llenas tus horas de momentos, estarás poco a poco saliendo de aquel dolor. La distancia es esencial, intentar no ver a esa persona, no cruzártela, no buscarla en redes. Es un esfuerzo enorme que tienes que hacer, lo sabemos, pero es esencial que lo hagas si quieres que el dolor desaparezca y, sobre todo, si quieres dejar ir a esa persona.

Puede ser un sufrimiento pensar que esa persona se ha ido porque quiere y que, seguramente, ahora esté la mar de feliz haciendo la vida que desea, junto a quien lo desea. Puede ser duro que, mientras tú te hundes en la tristeza, esa persona está por ahí divirtiéndose. Sabrás realmente que empiezas a superar el apego cuando todos esos momentos que imaginas empiezan a darte igual. El desapego, en algún momento, se convierte en tu única opción, la única opción para sobrevivir. No puedes arreglar nada, ni viajar al pasado, ni cambiar el rumbo de las cosas. Es posible que te duela y que tardes en sanar pero, cuando empieces a sentirlo, te llenarás de una paz que te ayudará a recomenzar.