Por qué de repente todos los tíos del Tinder hacen escalada

La moda de la escalada invade los rocódromos, las montañas, las redes y, oh no, el Tinder 

La historia es real. Chica conoce a chico en Tinder. Chico propone plan sorpresa. Chica acepta. ¿Dónde acaban? Sí, bingo, en un rocódromo haciendo escalada. A ver, el titular os daba alguna pista. La chica está contenta, es deportista y le gusta hacer cosas nuevas. Pero, ¿y si no lo fuera? ¿Y si simplemente quisiera tomar unas birras y charlar? O, peor aún, ¿Y si tuviera un lumbago y no pudiera hacer escalada? 

La fiebre de la escalada ya está aquí. Como todas las otras —la del yoga, la de la cerámica, la del muay-thai, la del cross-fit, etcétera— seguramente haya llegado para quedarse. Pero también es posible que ahora mismo la afición esté en la cresta de la ola y tienda a bajar porque la gente al final no puede hacer cinco actividades a la vez teniendo en cuenta que en el trabajo sueles echar más horas que un reloj. 

En fin, es domingo de otra tarde cualquiera jugando al Tinder. Toni tiene 24 años y en la foto los pantalones remangados mostrando pierna fuerte sobre rocódromo azul. Crucecita roja. Next. Sergio tiene 27 y dice que le gusta la “aventura” desde su foto con rocódromo amarillo. Next. Nil, 25, le encanta “hacer montaña” y en su foto al menos se ve algo de naturaleza. Next. Ángel, 26, con mascarilla y tirantes sobre rocódromo gris, encima dice que es un “traveller”. Next. A Pablo, 28, le han hecho la foto de vértigo a lo Misión Imposible desde la cima de la montaña. Marea un poco y te hace sentir culpable tirada en el sofá. ¡Next! Sergi, 26, escalando sin camiseta entre acantilados. Charlie, 24, foto desde lo alto de la cima. ¡Next, next, next! ¿Es que no queda un solo tío a quien no le guste la escalada? No, no quiero entrar en la lista de espera del rocódromo ni tampoco ver qué hueco me queda en la montaña de moda de mi zona. 

La gran moda de la escalada, que ha acabado de petar paradójicamente con la desescalada posterior al confinamiento en España ante la falta de bares y otras actividades, tiene bastantes razones de ser, por mucho que me duela: es como un gimnasio pero en divertido, te pone fuerte en bastante poco tiempo y encima una vez lo aprendes te abre las puertas a disfrutar de la naturaleza. 

Además, de las nueve medallas de oro que consiguió España en los últimos Juegos Olímpicos, una de ellas fue en escalada masculina, deporte que se estrenaba como olímpico. Y no solo eso, el vencedor, Alberto Ginés, es un chico adorable de 18 años que encima se dedicaba a meterse con los partidos de derecha en las redes sociales. Super like. La escalada está de moda y eso, en principio, es bueno para nuestra salud y malo para algún perfil de Tinder que le de a tope de pereza el deporte, sobre todo porque puede dar un poco de miedo caer en la decepción.

Según un reciente reportaje de eldiario.es, las licencias federativas para deportes de montaña y escalada —que incluyen alpinismo, barranquismo o senderismo— han aumentado un 78% en diez años, de 139.325 a 248.983. No nos debería extrañar que al cierre de 2021, cuando el deporte se ha puesto más de moda todavía, la cifra aumente. El mismo reportaje se preguntaba en el titular “¿Habrá roca para todos?” y aunque acababa respondiendo que sí, alertaba de que el boom puede acabar teniendo efectos perjudiciales para el medio ambiente si nos abalanzamos en masa hacia las montañas. Como ejemplo, ponía el Parque Natural de la Sierra de Montsant, donde en 2019 acudieron unos 9.000 escaladores, 25 al día de media, más de los que puede soportar por su capacidad. O sea, que si estás dudando entre si apuntarte o no a la escalada, no te sientas obligadx, que ya hay miles de personas que lo están haciendo.