¿Qué puede pasar con tu amor de verano ahora que llega septiembre?

Puede que estires el chicle y se rompa, puede que no os entendáis o, menos probable, puede que te eches de novix a tu amor de verano 

Incluso los veranos pandémicos, con sus mascarillas, sus burbujas y sus toques de queda, dejan tras de sí un rastro de amor y pasión. Oh, sí, los AMORES DE VERANO, en mayúscula. Durante un par de meses te sientes como si tuvieras 18 años, como canta Shawn Mendes en su última canción sobre el tema. Pero, párate a pensar un momento, ¿por qué se llaman amores de verano?, ¿conoces a alguna pareja que se conoció en un agosto de camping o en el pueblo de veraneo y que hoy sigan juntxs y felices? Alguna habrá, seguro, pero no es lo habitual, así que ¿cómo saber si es tu caso? 

Una encuesta a 500 personas de la plataforma Mobifriends de 2019 contaba que el 60% había vivido algún amor de verano. No existen por ahora estudios sobre sus probabilidades de éxito. Según la psicología, el verano nos predispone, al tener mayor tiempo libre y de ocio, a centrarnos más en el presente y generar endorfinas, como cuenta la web La Mente es Maravillosa. Pero con la vuelta al trabajo o a los estudios, habrá que tener en cuenta otros factores más allá del deseo momentáneo y las risas en el chiringuito de playa para ver si la cosa puede estirarse o no, entonces ¿qué puede pasar ahora con ese amor de alta temperatura? 

1. La distancia lo fastidia 

Puede ser que ni siquiera podáis poner a prueba si el sueño de una noche de verano sigue ahí al despertar porque, simplemente, vivís demasiado lejos. Quién te manda a ti a fijarte siempre en aquel australiano o aquella sudafricana, que te valdría ir a visitarlx un ojo de la cara, o a lo mejor aquel canario o aquella portuguesa, con la que te va a ser imposible seguir viéndote de manera más o menos frecuente. Sí, algún mensajito de septiembre, incluso algún “te echo de menos” cuando recuerdas los revolcones llenxs de arena y sal de la playa, y aquellas promesas de ir a visitarte que seguramente nunca se cumplen o que, cuando lo hacen, ya no conservan el sabor refrescante de ese rollo que durante unos meses te hizo olvidarlo todo. 

2. No queréis lo mismo 

Vivís en la misma ciudad, pero no en el mismo planeta. Después de pasaros el mes de julio y agosto entre carcajadas, tintos de verano, chapuzones y clases de surf con la sensación de que estáis en la misma ola, la rutina de septiembre os ahoga con su baño de realidad. Puede ser que unx de lxs dos se haya enamorado, pero claramente no es correspondido. Mensajes en visto, falta de interés, citas en las que solo habla unx de lxs dos... O incluso la sospecha de que existe una pareja aunque nadie la haya mencionado antes. Puede que unx de lxs dos busque una relación, pero si ves que la otra parte no lo ve claro, desengáñate y céntrate en la vuelta a tus tareas y en aquellxs amigxs que también han vuelto de las vacaciones y hace tanto que no ves y que, seguro, te van a hacer superar aunque nunca olvidar el mágico amor de verano. Ah, y si eres tú quien no lo ve claro, por favor házselo saber a la otra persona cuanto antes, que no quede enganchada a la incertidumbre con tus mensajes ambiguos. Puede que le duela, pero será lo mejor para lxs dos. 

3. No pegáis ni con cola 

Os lo habéis pasado tan bien este verano que decidís seguir adelante. Lxs dos creéis haber encontrado aquella pieza que tanto buscáis: esa atracción sexual que os hace meteros mano en cada esquina no es ni medio normal y siempre que estáis juntos lo pasáis super bien. Pero al final, “si hay sol hay playa, si hay playa hay alcohol, si alcohol hay sexo y si es contigo mejor”, como decía Bad Bunny, pero si no hay nada de eso os quedáis bien callaítos porque no hay mucho de que hablar. Ella de números, tú de letras; él nocturno, tú de madrugar, vuestros trabajos e inquietudes no tienen nada que ver, no aguantas su desorden en casa y como salga el tema político acabáis a gritos. Fue bonito mientras duró y lo habéis intentado, pero el chicle mal estirado acaba por romperse.

4. ¡La cosa funciona! 

Pues nada, que vais quedando, vais quedando y cada vez os lleváis mejor, cada vez sois más amigos y la intensidad inicial no afloja, sino que primero se convierte en enamoramiento y después muta en amor y cariño. Avisad a los expertos para que os cuenten en la estadística oficial de amores de verano que acaban funcionando.