Qué pasa si lo que me gusta de un hombre es que sea un macho

No es raro ni está fuera de lo normal que nos atraiga un perfil masculino que responde a un cliché culturalmente construido. Hay que aprender a distinguir entre la apariencia y los rasgos de personalidad que arman esta figura

Levanta el mentón y me mira seriamente con una sonrisa que solo se percibe en la comisura de sus labios. Me pongo cachonda. Acelera cuando vamos en el coche por la autopista mientras su mirada se torna pícara y me pongo cachonda. Me desafía con palabras al oído que suenan seguras y contundentes y me pongo cachonda. Si me despisto me levanta en brazos como si no pesara nada. Es valiente. Muy valiente. A su lado escalo cualquier muro, me contagia su firmeza naturalmente adquirida. Cuando lo veo siento que es de calle, de la vida, del día a día, del trabajo. Si lo pienso y tuviera que describirlo, diría que es un macho. Pero no lo digo: ¿cómo va a gustarme alguien a quien describo como ‘macho’? ¿Cómo va a gustarnos alguien así? Si soy feminista, ¿es contradictoria esta atracción? Pero ante todo, ¿qué es ser un macho?

Dice la RAE que macho es “animal de sexo masculino”, al menos esa es la descripción primera. La número seis, en cambio, dice así: “hombre en que supuestamente se hacen patentes las características consideradas propias de su sexo, especialmente la fuerza y la valentía”. Ya está. No hay más. No dice nada negativo, no dice que sea agresivo, no dice que no sea feminista, no le coloca ninguna otra particularidad con la que pueda sentirme incómoda. 

¿Biológico o cultural?

Este tema es delicado. Por eso creo oportuno dejar una serie de puntos bastante claros. En la categoría de hombres ‘macho’ no entra la maldad, no entra la manipulación, no entra el engaño, no entra la falta de sensibilidad, no entra el boys don’t cry, no entra el egoísmo, no entra el ‘yo mando y tú eres sumisa’, no entra evidentemente la falta de respeto, ni tampoco el analfabetismo emocional de tratar a la mujer como un objeto y desaparecer después de un polvo porque no has alcanzado la madurez y eres incapaz de comunicarte asertivamente. Con estas premisas bien transparentes hablemos ahora de lo que significa ser un macho y por qué no pasa nada si eres mujer y sientes atracción por este perfil de hombres.

Amparo Lasén Díaz, es especializada en Sociología del Género y explica que "el modelo del varón que tiene que ser fuerte autónomo, independiente y racional es el modelo de la masculinidad hegemónica, el modelo que sigue estando vigente". Y detalla: "no es de extrañar que ese sea el modelo con el que se identifican los varones y que las mujeres también veamos como algo positivo". Aunque la educación está cambiando y cada vez hay más modelos de masculinidad, es importante poder reconocer también este modelo.

Nos encontramos pues frente a una ambivalencia porque por una parte somos críticos con ese modelo de 'chulo', pero ese modelo se parece mucho al que valoramos como adecuado. Frente a esto la experta recalca que, a veces, es complicado detectar o identificar qué nos puede gustar: "quizás no lo sabemos porque ¿qué otros modelos de masculinidad hay? Puedo entender que la fuerza puede ir acompañada de la fragilidad, que no tiene nada que ver con ser pasivo agresivo... Parece que los roles tienen que ser o yo dirijo o tú diriges y esa postura más ambivalente ni la practicamos con el ejemplo ni la enseñamos".

El macho sí llora

Las acepciones que hemos ido adquiriendo se refieren al hombre como ‘es muy macho’ y a la mujer como ‘es muy femenina’. En el caso de ellos, aunque hace ya bastante tiempo que dejamos de entender la masculinidad como una cárcel que ocultaba las emociones y los sentimientos, la imagen de macho parece no ir de la mano con el llanto. Parecía que este camino estaba disuelto y más que superado pero esta idea está metida en un cajoncito de nuestra mente y muchas veces sale a la luz cuando vemos a un hombre vulnerable. En más de una ocasión he oído la frase en boca de una mujer: “parecía yo el hombre en la discusión”. En más de una ocasión me ha pasado a mí por la mente.

Siento que me muevo por un filo extremadamente fino cuando digo en voz alta que lo que me gusta de un hombre es que sea un macho. Esto no quiere decir que no acepte la vulnerabilidad, es más, la abrazo, la admiro y la quiero cerca. A veces me entra una especie de culpa extraña que no sé de dónde viene y me sale la pregunta pero ‘¿tú no eras feminista?’ "Desde el feminismo condenamos ciertos estereotipos. Es la dificultad de decir 'soy feminista, quiero una relación de igualdad pero reconozco que se me haga atractivo este perfil'. Lo cual es completamente normal porque eso es lo que nos han enseñado, es el prototipo de cómo debemos ser las personas y luego también nos educamos en esa idea. Hay algo muy importante que creo que es esencial y es que debemos saber que ese perfil nos gusta y nos atrae porque no queremos convertirnos en las madres de nuestras parejas y tampoco tenemos muchos modelos para imaginarnos", recalca Lasén Díaz.

"Hay que saber que no hay nada biológico en esto", continua la experta. "Los rasgos de la masculinidad hegemónica no siempre han sido los mismos. Tenemos culturas donde se valora más la experiencia que la fuerza. El discurso que justifica que esto es biológico es popular, lo que hacemos es naturalizar las arbitrariedades culturales y aparecen estos discursos que explican que las mujeres buscan a hombres fuertes para reproducirse lo cual es bastante cómico porque no estamos pensando constantemente en reproducirnos. Lo cultural también guía nuestros hábitos, nuestros cuerpos y nuestros gustos".

La seducción, ¿impuesta?

Al principio, cuando conoces a alguien o cuando ves a alguien por primera vez sabes o sospechas al menos si puede o no haber chispa en el encuentro. La pose seductora que adquiero de forma personal busca que quien entre en el juego lo haga con cierto desafío y una seguridad aplastante. Y esto le pasa a muchas mujeres y a muchos hombres y no somos peores personas por ello. Ese coqueteo que puede ser prolongado en el que las dos personas están sumidas en una picardía que tiene unas gotitas de rivalidad a veces enciende nuestra parte más salvaje, más animal.

"Que este tipo de perfiles sean o se muestren fuertes no quiere decir que su comportamiento en la cama sea igual. Otra cosa es que el hecho de que una persona tenga estos rasgos que nos gustan pues también hace que sea una persona sexualmente atractiva. Hay una visión social que también contagia este ámbito y es la que coloca al hombre como el que dirige, el que guía, el más activo, el que inicia, lo cual también resulta deseable", explica Lasén Díaz.

Obviamente en la intimidad las cosas pueden ser diferentes, a veces no hay ningún tipo de relación en cómo se muestra alguien y cómo actúa cuando se entra en el ámbito sexual. Es más, como explica la experta, en este ámbito "hay un discurso que creo que sí está cambiando porque ahora las mujeres también podemos expresar ese deseo y la libertad de reconocer que el sexo nos gusta y nos interesa". 

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