Los motivos por los que suelen romper las relaciones poliamorosas

Si hay una opinión común en cuanto a las relaciones poliamorosas es que son complejas, por ello cuando se trata de una ruptura puede ser aún más complicado o quizás no

Hay múltiples formas de crear relaciones. Una de esas maneras es el poliamor, como ya se sabe, son relaciones complejas que requieren madurez, comprensión, escucha y comunicación. Parece que es una forma muy libre de amar y, aunque sí lo es,  no se trata para nada de una excusa para ser infiel. La infidelidad tiene unos ingredientes bastante tóxicos y el poliamor busca que el vínculo sea sano. Sea cual sea el tipo de relación o vínculo que exista en el planeta, hay algo que todos comparten: las rupturas. Y así como las parejas clásicas formadas por dos personas, las relaciones poliamorosas también pasan por rupturas. Pero, ¿cómo son? ¿cómo se gestionan?

Cuando una relación poliamorosa se rompe, quienes rodean a estas personas u otras parejas monógamas culpan directamente a la promiscuidad sexual o al intento de llegar a algo que no es concebible pero la realidad no es exactamente así. Si atendemos a los motivos que llevan a las personas poliamorosas a romper son los mismos que el resto de personas: incompatibilidad, peleas, distancia, rutina o enamoramiento de otra persona. Es más, a veces esta última es una de las principales razones que llevan a la ruptura y uno de los principales riesgos a los que se enfrentan las personas que deciden abrir su relación: enamorarse de las personas que están por fuera de la relación, digamos, “principal”.

1. Las palabras y el inicio

Cuando llevas mucho tiempo con una persona hay ciertas cosas en común que hacen que la intimidad tenga una forma. Es importante saber que uno de los conflictos que llevan a estas parejas a romper son esos juegos de palabras, esos “te quiero”, esos “te amo” que, de repente, pueden también decirse a las personas con las que también se tiene una relación. Este conflicto puede ser motivo de ruptura sobre todo en parejas que llevan mucho tiempo juntxs y que después de muchos años buscan abrir la relación. Ocurre si realmente no se está preparadx para empezar algo así, ya que se trata de algo que puede ocurrir de manera habitual.

2. La atención

Una de las descripciones que van de la mano con las relaciones poliamorosas es que, además de ser complejas por la gestión de los sentimientos también pueden ser complejas por la gestión de la atención y la organización. Se supone que en estos lazos la cantidad de tiempo que pasas con una persona o con otra debe ser más o menos igualitario o, al menos, que haya un consenso claro por las partes. Es por ello que un desequilibrio puede llevar a conflictos que acaben en ruptura. Al final tampoco puedes forzarte a pasar más tiempo con alguien si en el fondo no te apetece pero esta mala gestión de la atención puede ser agotadora.

3. Factores no igualados

A veces tenemos en mente que hay una única manera de llevar a cabo una relación poliamorosa y, realmente, existen muchas maneras. Uno de los principales conflictos es cuando esta visión no es la misma para la pareja. Hay casos en los que se desea tener una relación por fuera y que no haya contacto entre esas dos personas que conforman cada una de las relaciones y otras que se desea todo lo contrario: que la persona quiere que sus dos parejas se conozcan e interactúen. Cuando esto falla puede haber muchos conflictos.

Lo esencial es que siempre haya comunicación y respeto, respetar las necesidades de la pareja, atender cuando alguien no lo está pasando bien, cuidar los tiempos y siempre hablar con honestidad. Si tienes miedo de expresar que no estás a gusto con tal u otra cosa, desde luego ese no es el lugar.