Cómo es llevar una relación en secreto y que el resto de la humanidad ni se lo huela

Hay muchas razones por las que tengas que llevar una relación en secreto pero todas ellas resultan extenuantes.

Ya sea porque te has liado con el profe más sexy de la facultad, porque eres gay/lesbiana y todavía no estás preparado para contárselo al mundo o porque estás quedando con una compañera de trabajo, llevar una relación en secreto es algo bastante traumático y completamente agotador. De hecho, a menos que te hayas acostumbrado en la infancia a falsear la realidad para sobrevivir a una familia intransigente y para ti decir mentiras sea como comer pipas, mantener algo así oculto te hará invertir más energía de la que probablemente quieras y puedas. Créeme, sé de lo que hablo. Por eso te lo digo. Resultado de imagen de secret gif

Pobre de la persona impulsiva y transparente que tenga que esconder a su pareja de su entorno. "¿Qué harás el fin de semana?", 'Nada', tienes que contestar mientras piensas en la casita rural que reservaste con tu churri; "¿Pero a ti no te apetecería tener pareja?", 'No, qué va, estoy muy centrado en el trabajo', respondes falazmente desviando la mirada y cambiando de tema, o "Oye, tengo un primo que te encantaría, este finde te lo presento", 'Buenooo, valeee, a ver si puedo quedar', dices tú con evasivas para no levantar sospechas. Así se te darán miles de situaciones que al principio, cuando te metiste en esta movida, ni siquiera se te pasaban por la cabeza.

Además, si tienes la suerte o desgracia de estar enamorado, el empanamiento mental y las sonrisas tontas mirando el móvil serán cosas muy difíciles de justificar por no decir imposibles. Ahí es cuando te acuerdas de esa frasecita de tu abuela que te decía que 'el amor y la tos no se pueden ocultar' y le das la razón anhelando algún tipo de pastilla efervescente para ayudarte a curar lo tuyo. Pero solo de cara a la galería porque, en realidad, tú estás en el séptimo cielo retozando en tu amor como un niño en una piscina hinchable en pleno mes de agosto.

Lo que te gustaría es gritarlo a los cuatro vientos, extenuar a tus amigos contándole lo guapo/a que es, lo mucho que te ríes con él/ella, las ocurrencias que tiene y lo bien que te sientes a su lado. Así que la decisión de no hacerlo se hace muy dura y debe obedecer a una causa mayor aún más fuerte. Ya sea porque el entorno que tienes es intransigente, y corres el riesgo de que las personas a las que quieres dejen de aceptarte por confesar tu amor, o porque la noticia caería como una bomba atómica entre tus compañeros de clase o de trabajo y todavía no estás preparado para asumir sus catastróficas consecuencias.Resultado de imagen de atomic bomb gif

Pero asúmelo, la tendencia natural siempre será a decirlo por muy expert@ que te hayas vuelto en el arte del sigilo. A salir de ese asfixiante armario del secretismo que te está robando el oxígeno y a dejarte llevar por todo ese torrente de emociones que te embarga cada vez que cierras los ojos y piensas en sus 1.001 pequeños detalles, a darte los besos cuando te nacen y dejarte tatuar la sonrisa tonta en la cara. Por muchos peces que haya en el mar, no se encuentra cada día uno que haga temblar tu pecera y que se sienta cómodo en ella como aquel niño chapoteando en su terraza.