Hagamos que el Misionero vuelva a ser nuestra postura preferida en el sexo

Parece que esta postura es clásica, simple e incluso aburrida pero realmente tiene unos beneficios que la convierten en una opción más salvaje y sentimental

La primera vez que lo veo desnudo creo que no me hace falta saber nada más de él. Su mirada de deseo me hace pensar que tendremos un sexo fuera de las reglas: loco, salvaje, todo lo más alejado de lo convencional. Estamos en el sofá desnudos besándonos como si lleváramos toda la vida deseándolo. De repente me atrapa entre sus brazos y me lleva dulcemente hacia la habitación. Camina decidido. Pienso es ahora, ahora es cuando el sexo se volverá bruto y fogoso. Pero no. Me tumba delicadamente sobre la cama y se pone encima de mí. Continúa con los besos, con sus manos por todas partes. Estamos practicando la postura del misionero y me gusta más de lo que creía. Con él, que es físicamente el cliché de lo que podemos llamar “sexo moderno”, todo lo clásico es más que apasionante.

Jóvenes e inexpertxs

Quizás te acuerdes de tu primera vez. Hagamos la prueba: piensa en ese momento, cómo empezó, los movimientos, las maneras, las posturas… En algún instante seguramente en más de uno la postura del misionero fue la protagonista. La hemos aprendido, la hemos visto en películas, series, fotografías… Así que si existe una postura sexual que para cualquier persona es familiar es la del misionero. En nuestras primeras relaciones sexuales quizás no nos atrevíamos a probar nada nuevo, íbamos a lo seguro y probablemente este sea uno de los motivos por los que esta postura ha terminado de ser una de las últimas opciones cuando vamos a tener sexo.

Sosa, clásica, aburrida, arcaica… Si haces una búsqueda rápida de la postura del misionero estos son algunos de los adjetivos que aparecen en Google. Es más, la mayoría de los artículos proponen posturas “mejoradas” del misionero. Algo así como Misionero 2.0. La realidad es que todas esa innovaciones son fabulosas y más que bienvenidas pero eso no es lo que venimos a contar aquí. Lo que buscamos es reivindicar esta postura y volver a ponerla en uso, porque sea cual sea la persona con la que decidas compartir cama y mucho y rico placer, el misionero será una buena elección.

Cara a cara

Aunque pensemos que todas las personas que están leyendo esto saben cómo se lleva a cabo esta postura, la explicaremos. Una de las personas se acuesta boca arriba, con la espalda apoyada sobre la cama o sobre el sitio en el que se vaya a practicar sexo y la otra se pone encima, cara a cara. Si repasas tu vida sexual quizás tengas el rostro o los gestos de una persona marcados en el recuerdo. A mí me ocurre así. Cuando pienso en él practicando la postura del misionero, lo primero que me viene a la mente es la mirada, la media sonrisa y cómo se marcaban perfectamente los músculos de sus brazos.

A veces ocurre, cuando vas a echar un polvo rápido, por ejemplo, que el cuerpo puede ir a buscar esta postura de manera instintiva. Y es que es una forma inconsciente de elegirnos, de conectar y de crear un vínculo de intimidad único. La postura del misionero, aunque estructuralmente es igual, será diferente según la persona con la que lo practiques. El contacto visual que hay en esta postura no se suele tener en ninguna otra, este contacto hace que mejore la comunicación y pone a disposición el abrazo y el beso. Puede que sea clásica y bastante convencional pero es la más emocional de todo el Kamasutra.

Origen moralista

Me está besando el cuello, lo siento perfectamente dentro, le abrazo el torso con las piernas y con las manos le acaricio la nuca. Suspiro cerca de sus hombros, me mira a pocos centímetros, pasa del cuello a las mejillas, de las mejillas a la boca. No hace falta que tengamos ningún tipo de compromiso, solo este instante puede ser el más amoroso que haya compartido hasta el momento. Apoyado sobre mis pechos, también siento cómo de rápido le late el corazón. No quiero que esto se acabe. Siempre que vuelvo a él, esta postura forma parte de nuestro recorrido sexual.

Cuando lo experimento y siento que es tan positivo me pregunto, ¿por qué se concibe como aburrido? ¿De dónde viene esta concepción conservadora? Seguro que lo has visto o que alguien te lo ha contado: esta postura era la única aceptada por la Iglesia Católica, es más, en algunos hogares todavía se conservan esas sábanas que tenían un hueco a la altura de la vagina de la mujer para que el hombre la  penetrara con el único objetivo de concebir hijos, lo único que se aceptaba en la Iglesia. En el año 1215 el sacerdote Johannes Teutonicus explicó que la única manera de mantener relaciones sexuales para la fecundación sin que se considerara pecado mortal era la del misionero.

Me gusta así

Realmente en esta postura no solo hay contacto directo y es más emocional sino que, además, los movimientos pueden ser dirigidos también por la persona que está abajo. Es cuestión de ir variando, de ir moviendo las caderas y de que entren en juego las piernas como guía. Esto permitiría tener las manos libres para poder interactuar con la otra persona, además de incluir los besos, abrazos y caricias.

Todo parece perfecto, excepto por la situación actual. El misionero es una de las posturas menos recomendadas por el COVID-19, ya que se aconseja que no haya besos aunque se mantengan relaciones sexuales. Pero bien, nosotrxs lo aconsejamos siempre y cuando sea seguro, con una persona de confianza, con alguien con quien compartas el espacio que has destinado para follar. Reivindicar el misionero debe estar dentro de nuestros planes porque, ahora más que nunca, necesitamos conectar con la otra persona, necesitamos mirarnos, apoyarnos, generar vínculos y dentro del sexo, más que en cualquier otro ámbito, nos toca enlazarnos y querernos bien.