La gente quiere decir cosas que no se atreve a decir, para eso está este traductor en Instagram

No decimos lo que pensamos sino lo que creemos que tenemos que decir. Por eso nace Traduce.me, un diccionario que pasa nuestros mensajes genéricos por el filtro de la verdad absoluta

¿Qué significa “tranqui, estoy bien”? Literalmente, que no te preocupes. Pero no es así. Muy probablemente, lo que se esconde tras esas palabras es un “estoy mal, pero no quiero que te preocupes”. No somos honestos, ni con nosotros mismos ni con los demás, lo que decimos realmente no es lo que sentimos y por eso nació la herramienta Traduce.me @traduce.me en Instagram, el traductor que te revela lo que sentimos de verdad.

“Siempre me guardaba sentimientos porque quería gustar. Al final, mentía, se me quedaban cosas por decir y me arrepentía. Por eso creé Traduce.me, que nace con la necesidad de decir las cosas como son. Para entender qué no estamos expresando”, explica Álvaro Loputo @alvaro_loputo en Instagram, creador de la página.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Álvaro, de 24 años, siente que su generación entre los millennials jóvenes y los zennials más adultos ha renegado de la autenticidad por miedo a no gustar ni encajar. “Es lo más importante en la época de las redes sociales: gustar. Sin embargo, para gustar tenemos que ser auténticos… aunque dentro de lo normativo. Es decir, ser auténticos pero, a la vez, no está bien visto ser demasiado yo. Por eso optamos por unos moldes ya hechos”, explica.

Utiliza la frase “no eres tú, soy yo” como un ejemplo fácil para entender lo que quiere decir: “es una frase que tiene sentido porque siempre se ha dicho así, porque creemos que se tiene que decir así. Decimos ‘no eres tú, soy yo’ porque decir la verdad, que tienes problemas en tu vida y que no puedes gestionar tus cosas, no está bien visto. Así que soltamos frases que no dicen nada pero que están aceptadas. Soltamos lo que todos esperan que digamos”.

Es decir, optamos por una especie de vocabulario predeterminado que Traduce.me intenta descifrar para que no se nos queden cosas por decir, porque la honestidad más brutal, aunque no esté bien vista, es necesaria.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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El miedo a expresar estas ideas, además, no solo se da porque temamos no encajar. Según la opinión de Álvaro, es porque en parte la aceptación y comprensión de nuestros propios sentimientos es una asignatura pendiente para la mayoría. Por eso, cuando decimos “no sé, da igual” que su traductor cambia a “sí sé, no da igual”, es porque, probablemente, tampoco sabemos expresar eso que nos preocupa.

Estos dos factores, querer interactuar de forma correcta y no acabar de saber gestionar bien nuestras movidas, desemboca en “poner palabras en nuestra boca que ni tan siquiera sentimos”, asegura. En este sentido, por eso también traduce qué significan en realidad los emojis. “En teoría son un resumen de unas emociones pero, en realidad, un emoji es un sentimiento impersonal, una forma más de crear estas frases predeterminadas que usamos constantemente”.

Por ejemplo, el emoji con corazones en los ojos, “una expresión universal que describe mejor que las palabras”. Son parches sentimentales, sirven como un sentimiento general que todos entienden y que puedes compartir sin mojarte mucho. Estás bloqueando un sentimiento más profundo, pero así te sientes más protegido: “aprietas, envías y no te esfuerzas en salir de lo impersonal, pero sigues enviando el sentimiento que se supone que deberías tener en ese preciso instante”.  

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Álvaro asegura que nuestros problemas de comunicación no son más que un escondite para nuestros miedos. Preguntar “¿qué haces hoy?” es mucho menos arriesgado que “te echo de menos, veámonos” porque, si te rechazan, te ahorrarás sufrir. Ese es el objetivo final de Traduce.me, reflejar que no estamos solos y que todos tenemos miedo a expresarnos, que todos escondemos nuestros sentimientos bajo las mismas mentiras prediseñadas.

“Es una realidad común que nos une. Por eso he apostado porque este proyecto tenga forma de meme, porque son las unidades de transmisión cultural mínimas, es decir: todos nos sentimos reflejados en ellos, nos hacen pensar, ‘hostia, a mí también me pasa, soy normal’. Las cuentas de memes son un cobijo para aquellos que buscan sentirse comprendidos, y me pareció necesario crear una hablando de salud mental, relaciones y situaciones cotidianas. Así sería más fácil”, explica.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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La página nació hace un mes y ya tiene 35.000 seguidores. Achaca el éxito a varios motivos. El primero, que es nueva y que tiene mucho hype, el segundo, a que gracias a haber trabajado con las redes sociales de Código Nuevo ha aprendido a dominar el lenguaje digital y cómo generar alcance y, tercero, pero no menos importante, que se dirige a los zennials, “que comparten muchísimo contenido porque genera conversación: quieren etiquetar a sus amigos, que su crush les responda la story, y como es contenido tan personal, se sienten interpelados”, asegura.

Añade que por cada post publicado consigue unos 300 seguidores nuevos. El crecimiento de su cuenta es imparable, lo cual quizá no son buenas noticias: si tan identificados nos sentimos con sus traducciones es síntoma de que todavía nos falta mucha inteligencia emocional y que todavía no sabemos comunicarnos. Esperemos que llegue el día en que podamos expresarnos sin necesitar un traductor.