El enorme problema de ignorar lo que necesitas para centrarte en tu pareja

 Incluso con buenas intenciones podéis acabar construyendo una jaula emocional

En los albores de las relaciones, cuando el chute de neurotransmisores y hormonas del enamoramiento se descontrola, las sensaciones son maravillosas. Todo parece ser perfecto. Idílico. Inmejorable. Sin embargo, y tras unos meses o unos años, las trombas de químicos se calman y comienza una nueva etapa. Una en la que no solo te concentras en tu relación y en esa otra persona, que te tenían absortxs durante todo este tiempo, sino también en ti mismx. Sientes el impulso de evolucionar, de provocar cambios en tu vida y de seguir ese instinto de crecimiento. Es ahí cuando tu pareja puede revelarse como un compañero de celda.

No renuncies a ti mismx

Así lo cree la profesora de psiquiatría Judith Orloff, de la Universidad de California en Los Ángeles, quien en un artículo para Psychology Today establece varios indicios claros de este fenómeno. Uno de ellos es que ni tú ni la otra persona hayáis establecido límites específicos acerca de cómo queréis invertir vuestro tiempo y vuestra energía. En una relación así, tienes miedo a decepcionar a la otra persona y renuncias a tus necesidades individuales para cumplir con el que crees que debería ser tu papel en la pareja. Y la otra persona igual. Estáis amargados viendo Netflix cuando querríais estar haciendo cosas más estimulantes por separado.

Otra de las señales de que la relación se ha convertido en una prisión es que no sientas que puedes compartir tus emociones de manera segura. Que no puedas decir que ya no te gustan las cosas de la forma en la que solíais hacerlas. Que no puedas explicar que tu visión del mundo ha cambiado. Que te preocupe tanto contarle cuáles son tus deseos para el futuro que los mantengas en secreto y los frustres. Estás cambiando y la relación está impidiéndote volar. Si bien "tu alma gemela no es tu salvador o terapeura", debe ser un apoyo para tu crecimiento y no un compañero de jaula. Quizá también se encuentra en una situación similar a la tuya.

La relación se vuelve robótica

Además, señala Orloff, las relaciones libres están marcadas por el equilibrio: sí, es muy importante que sientas la comodidad y la seguridad necesarias para compartir tus pensamientos y sentimientos, pero también lo es que sepas escuchar a la otra persona. Si no lo haces, si no le ves realmente, no estás conectando. Y en ese caso la relación está congelada. Es, nuevamente, como una prisión donde apenas pasa el tiempo, donde no suceden cosas nuevas, donde ambos estáis estancadxs. Ha llegado el momento de tomar una decisión: abandonar ese piloto automático y comprometerse a mejorar o abandonar el barco si la empresa es imposible.

Pero lo que está claro es que no puedes seguir así. La gracia de las relaciones no son las hormonas, los polvo asegurados y los gastos compartidos al final del mes. La gracia de las relaciones es que te sirven para ir más allá de lo que podrías ir solo. En cambio, tu relación está frenándote. Y no se trata de buscar culpables. Como dice esta experta, estas situaciones suelen producirse cuando "ambos no estáis dedicados al crecimiento mutuo y a la autenticidad". Rara vez una situación amorosa deviene en una situación amorosa pero sí puede ser carcelaria sin la colaboración de las dos partes. La pregunta es: ¿estáis dispuestos a romper los barrotes?