Desvelamos el misterio de por qué tuvisteis química en Tinder pero en persona fue un drama

Tras chatear durante días con alguien y hacerte ilusiones, llega el día de conoceros y no queda ni rastro de la química. La culpa no es suya ni tuya, pero da igual de rabia

Haces swipe right, hay match, empezáis a hablar, os gustáis, hay química. Estáis tres, cuatro días hablando, descubriendo vuestros gustos y aficiones compartidas. Chateando hasta las tantas de la mañana, sonriendo cuando te despiertas y ves su mensaje. Quizá este es el inicio de una relación. Llega el día y por fin quedáis. Pero toda esa química se convierte en una conversación banal y después de unas cervezas o un café, no os volvéis a ver más. ¿Dónde ha quedado esa atracción explosiva, esa ilusión tan prometedora?

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El primer instinto es culpar al otro: me ha engañado, ha fingido algo que no es y por eso ha fracasado la cita. Y aunque hay parte de razón, ya que todos mostramos en Internet una imagen políticamente correcta de nosotros con todo aquello que puede gustar y atraer a los demás, una gran parte de la culpa de que la química online no cuaje presencialmente es nuestra, por cómo afrontamos las relaciones y expectativas que surgen del dating online.

La atracción no es solo intelectual

Explica Carme Sánchez Martín, codirectora del Carme Sánchez Martín, que la disociación entre relación virtual y presencial es porque, "cuando conocemos en Internet a alguien, solo conocemos —y nos enamoramos de— sus aficiones e intereses compartidos. Sin embargo, un elemento muy importante de la atracción, la comunicación no-verbal, no la tenemos en las redes sociales y puede llegar a ser muy determinante". Sus reacciones, sus gestos o sus movimientos, entre otros, transmiten unos códigos que en redes no podemos detectar y que en persona son fuentes de muchísima información inconsciente. Como, por ejemplo, si está mintiendo solo para gustarnos.

Así pues, cuando quedamos con aquella persona con la que habíamos estado hablando, se puede convertir en otra totalmente diferente. Quizá nos encantó que compartiera nuestro amor por los libros y ya nos estábamos imaginando a ambos leyendo en la cama, uno en el cabezal y el otro a los pies, entrelazando nuestras piernas. Pero al verlo, sus gestos, sus palabras o algunas otras señales imperceptibles pueden decirnos, por ejemplo, que la persona que tenemos delante es alguien muy dependiente, algo que no tenía la persona con la que nos imaginábamos en esa cama. Un rasgo que, desgraciadamente, no nos atrae.

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Cuidado con las expectativas

El desengaño también está influido por nuestras propias expectativas. Gran parte de la motivación de encontrar pareja es conocer a alguien que se adecue perfectamente a tus necesidades. Por ejemplo, si estás buscando un compañero con quien hacer planes, cuando coincides con alguien con quien compartes gustos es inevitable imaginarte planes de futuro, y cuando llegas a la cita, ya estás con unos sutiles deseos que condicionan cómo percibes al otro.

La creación de estos deseos está muy reñida a la información que tenemos del otro en el dating online. Al conocer a alguien en Internet partimos de una gran base de información sobre gustos, aficiones, empleo, etc. “En nuestra cabeza, con todos esos datos, dibujamos un esquema sobre cómo es la persona, y cuando la conocemos no siempre coincide con quien tenemos delante”, apunta Sánchez Martín. Convertimos ese alguien en un retrato ideal que se ajuste a lo que buscamos, sea un rollete o nuestro príncipe azul, “creamos imágenes idealizadas de la persona que responden a lo que queremos”. Y por eso nos decepciona tantísimo cuando no hay una química real.

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Qué puedes hacer tú para evitarlo

Al igual que cuando quedas con alguien te puede dar la sensación de que no es como parecía en internet, puede ser que el otro piense exactamente lo mismo. Para evitarlo, Sánchez Martín tiene un consejo: "tenemos que ser honestos. Nuestra identidad digital debe ser como la presencial. No fingiremos ser algo que no somos para gustar, ni diremos cosas que no diríamos en persona".

Aun así, siempre podemos mostrar una mejora en aspectos que flaqueen cara a cara. Por ejemplo, en redes sociales se puede ser un poco más extrovertido para combatir la timidez, que en ocasiones puede generar ansiedad y estrés si no sabemos manejarla. “Las personas son más lanzadas en redes sociales que presencialmente”, explica Sánchez Martín. Algo que es obvio pero que no debe pasarse por alto. La química que pudiste sentir chateando por Tinder puede desaparecer en persona al estar bloqueado por la timidez.

“Encontrar pareja no es fácil”, concluye Sánchez Martín. El hecho de que la persona ideal que creíamos que estábamos conociendo no sea la persona que tenemos delante no debería desmotivarnos, aunque este amor no haya sido, no debemos cerrar la puerta a alguien que nos flipe de verdad. No todo el mundo puede gustarnos y no con todo el mundo queremos entablar una relación. Tener claro qué buscamos es esencial, construir expectativas es inevitable, pero saber alguien que nos flipe de verdad también es imprescindible.