Por qué el condón es el mejor y el peor método anticonceptivo

Aunque el preservativo sigue siendo el método más rápido y seguro ante las ITS, es evidente que su grado de efectividad no es tan alto en la vida real

A mediados del siglo XVII, con la civilización aún en pañales en asuntos sexuales, el médico de Carlos II de Inglaterra diseñó el primer preservativo de la historia para impedir que el monarca continuara dejando embarazadas a más mujeres ajenas a la Corte. Su nombre era Lord Condom y su invento, hoy conocido como condón, se convirtió muy pronto en el método anticonceptivo más utilizado. Una preferencia que, pese a los muchos otros métodos surgidos posteriormente, no ha cambiado: primer preservativo de la historia. Después de todo, tiene una efectividad del 98%, ¿no?

Pues en realidad, no. Las investigaciones basadas en el índice de Pearl, un método enfocado a comprobar el grado de eficacia de los métodos anticonceptivos que inventó el biólogo estadounidense Raymon Pearl en el año 1933, prueban que el condón no es tan efectivo como prometen sus cajitas comerciales. Tal y como índice de Pearl desde Magnet, "el preservativo, en su uso real, tiene un índice de Pearl entre 15 y 18". Eso significa que entre 15 y 18 de cada cien mujeres quedará embarazada tras tener relaciones sexuales completas con el condón como método anticonceptivo. Esto reduce su grado de eficacia a entre el 82% y el 85%.

La pregunta entonces es: ¿nos están engañando las marcas fabricantes de condones? La respuesta es no. Los condones verdaderamente tienen una eficacia del 98%, pero cuando son utilizados de manera perfecta. Y es algo que raramente suele pasar. No es como si una máquina súper precisa lo colocara sobre el pene mediante pulso de neurocirujano. Su empleo está colmado de fallos. Desde guardarlos en lugares muy calurosos hasta no mirar su fecha de caducidad, y pasando por no utilizar la talla óptima, utilizarlo sin lubricación suficiente o abrirlo con la boca como animal. Esos errores humanos se minimizan con otros métodos.

En comparación, existen muchos otros anticonceptivos bastante más efectivos que los preservativos, pero la realidad es que prácticamente todos ellos implican modificaciones hormonales en el cuerpo de las mujeres. Así, y como indican desde El País, la fiabilidad de los progestágenos inyectables es el 100% en condiciones perfectas y del 97% en condiciones reales. El DIU, por su parte, ofrece una fiabilidad del 99%. En cuanto a la tradicional píldora, ocurre algo parecido que con el condón, pero con números más favorables. Un 99,7% en condiciones ideales y un 92% en la realidad. El condón sale mal parado de cualquier comparación.

Pero eso no significa que los condones sean inservibles. Después de todo, los preservativos son, de todos los métodos anticonceptivos nombrados, el único capaz de prevenir contagios de infecciones de transmisión sexual, las cuales no paran de expandirse a consecuencia de su creciente banalización. En ese sentido, y por mucho que los condones ofrezcan menos capacidad anticonceptiva de la deseada, siguen siendo necesarios a la hora de tener relaciones sexuales con parejas sexuales que no conocemos en profundidad. Simplemente debemos combinarlo con otro método de mayor rendimiento anticonceptivo.