Cómo alargar al máximo el subidón romántico de una relación

Esta mágica sensación se llama limerencia y conocerla bien puede ayudar a que algunas relaciones dejen de ser algo pasajero que condenado a terminar cuando, aparentemente, la chispa se va

Estás empezando con alguien y nada podría ser mejor. Cada día es igual a vivir en un huracán de explosivas sensaciones. Un paseo por la playa es como esas fiestas de discoteca que nunca terminaban, un simple café es como cantar con Bad Gyal ‘Fiebre’ desde una lancha moviéndose a toda velocidad o un beso es como tirar por la ventana tu ordenador de teletrabajo un viernes por la tarde. Sí, sabemos que hay pocas sensaciones parecidas a lo que unx siente cuando en teoría encuentra a la LA PERSONA, y eso tiene nombre: limerencia.

Se trata de un término que acuñó la psicóloga estadounidense Dorothy Tennov en su libro Love and Limerence: The Experience of Being in Love. “Es un estado interpersonal involuntario que implica un anhelo agudo de reciprocidad emocional, pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivo-compulsivos y dependencia emocional de otra persona", indicó Tennov sobre algo que hemos sentido todxs en algún momento y que, como era de esperar, tiene base biológica.

Como apunta Psychology Today en un artículo, al comienzo de la limerencia es cuando la glándula pituitaria libera norepinefrina, dopamina, feniletilamina, estrógeno y testosterona. Vaya, un cocktail químico que da paso a esa euforia romántica que, una vez sentida, no quieres perder nunca. Sí, algo equivalente a vivir por primera vez la sensación única de comer un polo sobre un flotador de flamenco moviéndose por una piscina.

Sin embargo, como casi todo en esta vida, lo que sube suele acabar bajando o cayendo en picado, y eso se ve claramente en la limerencia. También según Psychology Today, esta tiene fecha de caducidad: si se cuida puede durar tres años, pero en general, no pasa de los seis meses. Es entonces cuando puedes hacer tres cosas: romper la relación en búsqueda de esa estimulante limerencia en otras personas que, en algún momento volverá a agotarse; pasar a tener un vínculo más estático donde pueden faltar buenas emociones o intentar alargar al máximo este subidón del amor romántico con dos claves de la misma plataforma de psicología que, aunque son muy sencillas, pueden tener resultados prometedores.

El primer método tiene como base que uno de los pilares de la limerencia es la alegría que conlleva descubrir, por lo que, en lugar de desnudarte ante el otro al 100% en menos de 4 semanas, lo que realmente vale la pena es irte mostrando en un período de “muchos meses o incluso años”. ¿La razón? Cuando la relación decae, puedes ofrecer pequeñas cápsulas de novedades que le den a esta un impulso emocional, dar al otro la sensación de que está descubriendo algo sobre ti y, por tanto, prologando la alegría que esto conlleva. En otras palabras, que reservarte esa anécdota de cuando intentaste frustradamente ganarte la vida haciendo trucos de magia en los parques puede, justamente, salvar la magia de tu relación.

Aunque si lo que quieres es ir a por todas, asegurarte de que lo vuestro no caerá en el absoluto aburrimiento, también te interesa conocer el segundo método. En este caso, la cosa va de experiencias nuevas. Y no es necesario hacer un viaje caro a Papúa Nueva Guinea ni hacer el postureo alquilando durante cuatro horas un velero que no sabes conducir, sino que basta con hacer cosas nuevas que os unan.

 Piénsalo bien: ¿Habéis cocinado alguna vez juntxs? ¿Os habéis retado a ver quién llega antes a la primera bolla de la playa? ¿Habéis pateado esos sitios raros de vuestra ciudad que nunca nadie pisa? Pues eso, que probando experiencias de este estilo e invirtiendo mucho esfuerzo y responsabilidad afectiva, la limerencia puede alargarse. Las relaciones pueden ser mucho más que algo pasajero condenado a terminar cuando, aparentemente, la chispa se va.