Emoofilia: la peligrosa tendencia a enamorarse demasiado rápido

Varios expertos señalan como este comportamiento puede generar relaciones demasiado tóxicas

Has conocido a alguien, y por fin habéis quedado. Dais un paseo dejándoos perder por el centro de vuestra ciudad y después os sentáis a tomar algo contándoos vuestro historial amoroso. Son varias las cosas que tenéis en común. A los dos os han roto el corazón. A los dos os gustan las canciones más melancólicas de C. Tangana. Y a los dos os gustaría hacer ese deseado viaje al Sudeste Asiático. Vuelves a casa con media sonrisa sobresaliendo por tu mascarilla. Te ha escrito. Dice que tiene ganas de volverte a ver y pegas un grito de emoción al cielo. Te ha vuelto a pasar: te has enamorado.

Si te identificas con estas líneas, quizás podrías haber adoptado un comportamiento llamado emoofilia, que consiste en enamorarse de forma rápida, fácil y estando “completamente de acuerdo” con la otra persona de inmediato, según explica Psychology Today a partir de las conclusiones a las que llegó Peter Jones, profesor de la Universidad de Nevada, en uno de sus libros, publicado en 2019. Fue en otro estudio de 2017 cuando Jones también indicó que, aunque la emoofilia pueda confundirse con la dependencia emocional, está lejos de ser lo mismo. Mientras la segunda incluye miedo al abandono y dudas sobre la propia autoestima, la primera se manifiesta al comienzo de una relación y destaca por lo rápido que uno se implica emocionalmente, por no dudar en dar el 100% desde el minuto 0, aunque se desconozca si el otro, por ejemplo, suele hacer caca cantando y dejando la puerta abierta.

Hay un amplio abanico de actitudes propias de personas con emoofilia. Como detalla también Psychology Today, algunas de ellas son estar enamorado hasta los huesos de varias personas al mismo tiempo, darse poco tiempo entre una pareja y la otra, como si se tratara de saltar de árbol en árbol en un bosque de lianas; o pronunciar en la primera cita palabras explosivas que mejor no decir a lo loco: “Te quiero”. Sí, “Te quiero”, como si fuese igual de fácil que decir en voz alta el máximo deseo de muchos en esos viernes de toque de queda: “Quiero pizza”.

Más allá de actitudes habituales de la emoofilia, lo que debería hacer saltar las alarmas son los peligros que puede desencadenar vivirla a altos niveles. Según indicó Jones en otro libro, publicado en 2021, uno de ellos es no percibir las “señales de alerta” que indican que una persona es tóxica — narcicista, maquiavélica o psicópata —y que, por tanto, podría conducir a una relación nada saludable, de esas que destrozan la autoestima, los sueños o el cuidado que también requieren los amigos más cercanos. Otro riesgo es perderse a uno mismo.

Aunque es normal que la complicidad y todo lo compartido con una pareja pueda hacer que, con el tiempo, uno cambie un poco y se parezca más al otro, si ocurre con mucha intensidad y frecuencia, podría ser un problema. En el artículo de investigación ‘¿Quién soy yo sin ti? La influencia de la ruptura romántica en el autoconcepto’, se explora como salir una vez y otra y otra y otra de una relación en la que se ha dejado de ser uno mismo, puede provocar que, un día no muy lejano, sea difícil responder a una pregunta tan simple como: “¿Quién soy ahora?”. Una duda que, si la has tenido en algún momento, sabrás que tú siempre has sido tú y que, en verdad, solo te faltó cuidarte un poco más cuando lo que parecía amor llamó a tus puertas. Cuidarse a uno mismo es no olvidar lo mucho que valemos.