Con las canciones pasa como con las personas: solemos enamorarnos a menudo, pero solo unas cuantas se convierten en verdaderos amores tras superar nuestros filtros inconscientes. Son esos temas que, pensamos, podríamos ponernos millones de veces sin aburrirnos nunca. Que jamás de los jamases perderíamos esa preciosa chispa que nos une con ellas. Pero entonces aterrizan las navidades en tu vida y esa canción que tanto amas, esa canción que, quieras o no, saca el espíritu navideño de lo más profundo de tu alma, se termina con en una auténtica pesadilla para los oídos. La has escuchado más de 154 veces.
Esa es la conclusión de una investigación realizada recientemente en nuestro país. Tras entrevistar a más de mil personas, los autores descubrieron que escuchamos una canción 154 veces de media antes de hartarnos y comenzar a detestarla profundamente. Y quizá te parezcan demasiadas reproducciones. ¿Quién en su sano juicio escucharía 154 veces el All I Want For Christmas is You de Mariah Carey, el Last Christmas de Wham o el Jingle Bell Rock de Hall & Oates? Pues prácticamente todo el mundo. Sea de manera voluntaria o involuntaria, las canciones navideñas nos rodean desde mucho antes de la Navidad.
En concreto, detallan los resultados de la encuesta, en España empezamos a escuchar música navideña desde el día 6 de diciembre aproximadamente. ¡Eso son muchísimos días oyendo los mismos acordes, las mismas melodías y las mismas letras! Y, aunque intentes evitarlo a toda costa, entre los anuncios televisivos, las sintonías de las tiendas y la música que ponen en las cenas familiares, resulta imposible no comerse unas cuantas exhibiciones de Mariah Carey y compañía. Nadie puede culparte por acabar tan saturadx y con una imperiosa necesidad de arrancarte los tímpanos. Eres solo unx humanx.
Las fiestas navideñas suponen una imposición de unas cuantas cosillas, música incluida, pero este fenómeno de saturación no tiene por qué limitarse a las canciones navideñas: probablemente cualquier canción que se escuche tantísimas veces en un plazo de tiempo tan condensado, aproximadamente veinte días, provocará el mismo rechazo natural. Por eso es importante que economices tu ansia con esas canciones que amas. Como ocurre con cualquier otro asunto, dar espacio siempre es una decisión productiva. ¿Qué tal si no escuchas tu canción del mes 154 veces? ¿Podrías conformarte con unas 100? Seguro que sí.
Y es una manera de alargar tu relación con ella. Es probable que no alcanzando esa cifra de 154, y dándole a la canción un tiempo, puedas volver a escucharla sin problemas en el futuro. Una y otra vez en dosis bajas y deliciosas. Porque es importante tener música que nos llene a nuestro alcance. Como explica el psicólogo de la música Michael Bonshor en Gizmodo, "la música que nos gusta puede ayudarnos a sentir que controlamos nuestro propio entorno y es una poderosa herramienta para cambiar o reforzar el estado de ánimo". Los buenos vínculos escasean. No los destroces por no saber controlarte un poquito.