Si supieras lo que Kierkegaard piensa de tu ansiedad te relajarías un poquito

Nunca conseguirás hacer todo lo que te propones, así que relájate y asúmelo porque vivirás mejor

Hagas lo que hagas y por muy rápido que vayas, no vas a poder hacerlo todo. Siempre te van a quedar países por visitar, cosas que hacer, fiestas que vivir, libros que leer y amigos que conocer. Siempre te vas a dejar cosas en el tintero, te va a faltar tiempo para cumplir tus planes y, asúmelo, no vas a poder tenerlo nunca todo. Y mucho menos vas a poder serlo todo. 

Las redes están inundadas de publicaciones que te hacen desear ser todo lo que no eres. Tienes estímulos de todo tipo y recordatorios constantes de que tu vida es muy, muy pequeña. Dentro de ese caos, hay también millones de posts que hablan sobre un concepto: la ansiedad. Consejos para paliarla, cómo prevenirla, sus principales síntomas… la ansiedad ha sido bautizada como “la enfermedad del siglo XXI” y es normal porque vivimos abrumados. La ansiedad es omnipresente en absolutamente todo lo relacionado con el plano emocional. Y, de hecho, aprovecho para explicarte que hay dos acepciones sobre la palabra en el diccionario: la primera es un "estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo" y es a la que me refiero. La segunda es un trastorno que tiene que ser tratado por los médicos.

Tanto escuchar hablar de la ansiedad me hace pensar que tal vez no se pueda aportar nada nuevo al tema. O que, por el contrario, tal vez sea un asunto que no se agota. Søren Kierkegaard, el filósofo danés del siglo XIX y padre del existencialismo, diría que se trata más bien de la segunda opción: es algo que te muerde y que no te suelta. O sea: no se elimina ni desaparece, pero sí se resuelve. Consigues llegar a vivir con ella.

Kierkegaard ya había hablado sobre la ansiedad mucho antes de que lo hiciese Instagram, solo que él la llamaba angustia. Para el filósofo, esta sensación es algo que nos constituye directamente como humanos, es algo tremendamente íntimo de lo que no podemos prescindir. Esto quiere decir que vas a tener que convivir siempre con la ansiedad, en mayor o menor medida. Eso sí, no deberíamos interpretarla siempre como algo que te estropea la vida ni, lo que es todavía más importante, pensar que te limita o te frena.

Para ser libre necesitas la ansiedad

No me resulta difícil pensar en todas las decisiones que tengo que tomar en mi día a día y que directamente me bloquean. Seguramente te pase igual a ti. Ese muro que parece que solo tú puedes ver y que para el resto no es más que una chorrada que solo merece un “no te ralles”. Aunque la ansiedad no siempre se manifiesta de la misma manera, uno de sus modos más comunes es la indecisión. Es una especie de agobio que te sube por la garganta y un pensamiento disparado que va mucho más rápido que tú hasta el punto de que a veces no eres ni capaz de preguntarte “¿y ahora qué hago?” porque no ves nada más allá de tu propia ansiedad. 

Curiosamente, el problema de fondo no deja de ser la libertad. Te lo explico, porque Kierkegaard se fijó en algo muy significativo y un poco complejo. La libertad no es simplemente elegir una cosa u otra. La libertad real es la posibilidad de elegir algo, sea lo que sea ese algo. Es decir, la libertad es la mera posibilidad.

¿Y qué se puede elegir? En abstracto, tienes la libertad de elegirlo todo. El problema es que no tienes tiempo de ejercer tu libertad sobre todo. Y esa es, precisamente, la gran tragedia espiritual de la humanidad. Ese sería el motivo de fondo de los ataques de pánico, los agobios, sudores fríos y de ese bloqueo que te entra en ocasiones. Que tienes que elegir. Y eso es algo que te responsabiliza, y toda responsabilidad es un peso. ¿Por qué? Pues porque tienes que tratar de tomar una decisión y te sobrevuela siempre el miedo a no elegir correctamente. Incluso cuando sabes que no hay ninguna opción correcta como tal.

Y el reverso de la moneda, o el origen mismo de la angustia, es que también vas a tener que decidir ser alguien porque según su forma de verlo todo, estás destinado a ser alguien incompleto. Pero eso, evidentemente, no es malo. 

La ansiedad te permite crear

Estás bloqueadx y hay cosas que sencillamente te anulan porque no sabes ni por dónde empezar. Es algo que lo tiñe todo de negro, una especie de mal olor en la sala. Y eso no desaparece. Repito, la ansiedad no desaparece necesariamente, por fuerte que seas. Más bien esa angustia se calma y se relaja. En el mejor de los casos, y en palabras de Kierkegaard, la rediriges.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Lula @ansiedad.panico el

De la misma forma que tomar una decisión puede resultarte imposible, no hacerlo es también tu defensa. Es tu función creativa cuando lo que estás creando es tu propia vida. Tú puedes ser palacio o ruina. Para Kierkegaard la angustia se cura asumiéndola. Entendiendo tus límites tu finitud y haciendo algo con ella, es decir, marcándote unas metas u objetivos a los que orientarte e ir cumpliéndolos. Estableciendo prioridades y encaminándote hacia ellas. Asumiendo que lo mejor que puedes ser es eso, libre libre de cargas en tus decisiones.  

La visión de Kierkegaard no deja de ser muy espiritual y filosófica, pero la ansiedad tiene muchas formas y muchos síntomas y su pensamiento te puede ayudar a comprender mejor el problema de fondo que puede haber detrás de tu ansiedad. Una especie de buena amiga me dijo que, cuando le pega la angustia, “no puede ver más allá de los problemas”. Al final son precisamente esos problemas a los que hay que mirar de frente, para construir sobre ellos algo que no llegue a tambalearse demasiado y que te permita, sin más, seguir viviendo.