Por qué reflexionar sobre las paradojas puede hacerte más inteligente

Un equipo de científicos de Israel asegura que desarrollar un pensamiento analítico en torno a las paradojas aumenta las habilidades mentales y estimula la creatividad

Estás en tu oficina trabajando, tu jefe se acerca a ti y te pide que acabes una tarea pero que no la termines. Y lo primero que piensas, con toda la razón del mundo, es que tu jefe no tiene muy claro que quiere. Después de todo, es un reclamo paradójico. No puedes satisfacerlo sin dejar de satisfacerlo. ¿Verdad? Pues no siempre. Según cuentan en un artículo de la BBC los expertos Loizos Heracleous y David Robson se ha demostrado que en numerosas ocasiones aceptar y pensar en estos conflictos contradictorios aporta "una mayor creatividad, flexibilidad y productividad".

Piensa por ejemplo en Einstein. Su teoría de la relatividad, una de las mayores aportaciones científicas de la historia de la humanidad, fue consecuencia precisamente de que el físico alemán se preguntaba cómo podía un objetivo estar en reposo y en movimiento en función de la posición del observador. Al fin y al cabo, existe mucho más que el pensamiento lineal. Como dicen Heracleous y Robson, este proceso de pensamiento es conocido como mentalidad de la paradoja y no es una herramienta exclusivamente al servicio de aquellos que poseen inteligencias privilegiadas.

Todos podemos sacar provecho de ella. La prueba es un estudio elaborado por Ella Miron-Spektor, experta en comportamiento organizacional de la Bar Ilan University de Israel. En concreto, los participantes fueron animados a escribir declaraciones "aparentemente contradictorias pero, sin embargo, posiblemente ciertas" como "sentarse puede ser más agotador que caminar". Simplemente eso. Escribirlas y pensar en ellas como mecanismo inconsciente al hacerlo. Seguidamente la autora sometió a los participantes a varios ejercicios y comprobó que aquella simple escritura proporcionaba una mayor resolución de problemas.

Uno de ellos fue el ejercicio de las velas. Como apuntan Heracleous y Robson, "se les mostró una imagen que contenía varios objetos sobre una mesa: una vela, un paquete de fósforos y una caja de chinchetas. Luego se les dieron tres minutos para averiguar cómo colocar en la pared la vela para que se quemara correctamente pero no goteara cera sobre la mesa o el suelo". La solución requería utilizar la caja de chinchetas más allá de las chinchetas, una solución lateral que descubrieron el 35% de los pensadores paradójicos y solo el 21% del grupo de control. Con solo contemplar ideas paradójicas mejoraron sus capacidades.

Por supuesto, esto no significa que todas las contradicciones sean reconciliables. De hecho, muchas de ellas la mayoría nunca lo serán. Lo que nos ofrece la mentalidad paradójica es un entrenamiento para resolver aquellas que son reconciliables, además de una mayor capacidad de innovación. ¿Cómo podemos entrenarla? Pues, como recomiendan los autores del artículo, debemos "simplemente anotar cualquier paradoja que se encuentre y proponerse contemplarla antes de comenzar a resolver problemas". Al fin y al cabo, el mero hecho de pensar en la posibilidad de armonizar esas ideas opuestas puede disparar nuestra inteligencia.