Ahora que puedes salir solo te apetece estar en soledad

¿Por qué parece que todo funciona al revés? ¿Somos nosotrxs que queremos llevar la contraria? Cuando las restricciones van desapareciendo nos entran las ganas de quedarnos en casa, averigüemos por qué

Llevábamos más de 100 días con el toque de queda. Cada comunidad estableció el suyo y, de repente, tuvimos que adaptarnos al cambio. Veíamos a través de la ventana las calles vacías y se volvió una costumbre empezar a quedar sobre las 12 del mediodía para poder irnos a casa antes del toque. Parecía que la nueva normalidad se había integrado de lleno en nuestras rutinas y, aunque nos quejábamos todo el tiempo, tampoco lo llevábamos tan mal. Entonces las restricciones se terminaron.

Algo que parecía que no iba a ocurrir finalmente sucedió. No hay toque de queda, podemos volver a casa a la hora que queramos e incluso podemos estar en la calle con un grupo pequeño de gente charlando. Hay conciertos al aire libre, los gimnasios más llenos y las terrazas abiertas, todo a nuestro alrededor se expande y, de repente, ya no nos apetece tanto celebrarlo. En estos momentos hay quienes prefieren quedarse en casa.

No solo aún nos persigue la incertidumbre con la que empezó todo esto sino que a ello se le suma el miedo que podemos sentir de la no libertad a la libertad absoluta. Entonces tomas la decisión de no salir, de quedarte en casa y pasa algo sorprendente: no hay nadie más, no tienes ninguna videollamada a la que unirte, las personas con las que normalmente hablabas están fuera con otras personas y tú, con toda esta calma, estás a gusto. Ha sucedido algo común durante esta pandemia y es que hemos aprendido a estar con nosotrxs mismxs, algunas personas lo llevarán mejor que otras pero, como hemos tenido tiempo de conocernos, nos sentimos bien disfrutando de la soledad.

No hay que sentirse mal ni con la presión de tener que salir de casa porque ahí vuelves a estar a merced de la situación. Ahora podemos volver a decidir y esa posibilidad es la que nos hace sentir algo de inseguridad. Es aquí donde aparece la primera diferencia: la de los extrovertidos frente a los introvertidos, “contrariamente a la creencia popular de que los introvertidos son tímidos y callados y los extrovertidos confiados y ruidosos, lo que los define no es cómo actúan en una multitud, sino cómo se sienten dentro de ella. Los extrovertidos se sienten rejuvenecidos, mientras que los introvertidos se agotan”, explica un artículo de The Guardian, el mismo que habla de que, es posible que, durante la pandemia, nos hayamos vuelto más introvertidos de lo que solíamos ser.

Ahora el tiempo es tuyo y está bien sentirse a gusto en soledad. Has aprendido a estar contigo y a entender qué momentos son más vitales. No es cuestión de quedarse encerradx, es cuestión de escucharnos, de saber qué queremos y qué no y de no sentirnos presionados de actuar según la situación que nos ofrezcan. Poco a poco nos iremos acostumbrando a esta libertad, así como también nos acostumbramos a volver a casa 10 minutos antes del toque de queda.