La diferencia entre la gente que se le hizo corto o largo el confinamiento

La percepción del tiempo es tan relativa que en momentos de gran tensión hay personas que realmente pierden toda noción de su paso

La percepción del tiempo es subjetiva. Media hora sin cobertura en la sala del dentista puede parecerte algo así como 35 meses. Media hora hablando con tu crush puede saberte a nueve segundos y medio.  No existe una equivalencia universal, pero está claro que las distorsiones en el paso de los días son parte del  ser humano. Especialmente en momentos extraordinarios. Y el confinamiento lo fue. De hecho, como probó una reciente investigación, hasta un 80% de las personas experimentó distorsiones en esos momentos tan duros y extraños de confinamiento domiciliario. Aunque de dos maneras diferentes.

Porque, según esta misma investigación, aproximadamente la mitad de las personas sintieron que los días y las noches pasaban más despacio que de costumbre, mientras que la otra mitad sintió que transcurrían con mayor velocidad. Millones de conversaciones de Whatsapp podrían demostrarlo. Todos nos vimos en una de esas de "se me están haciendo eternos los días" frente a "pues a mí se están pasando volados". Estuvieras en el bando que estuvieras, viviendo el confinamiento en slow motion o a velocidad x2, debía parecerte extraña la dualidad. Pero tiene una explicación basada directamente en las emociones.

Así lo indican desde The Conversation. "Uno de los modelos más influyentes plantea que las reacciones emocionales sirven como unidas de medida del tiempo. Las emociones producen cambios subjetivos y corporales, como en la tensión de los músculos o en la respiración, que ayudarían al cerebro a reconstruir el evento temporalmente". Explicado con otras palabras: nuestro cerebro está habituado a vivir determinadas emociones en un plazo de tiempo y cuando experimenta demasiadas interioriza que está pasando el tiempo suficiente para ello, pero quizá simplemente estemos viviendo muchas en poco tiempo.

De esa manera experimentamos mayor lentitud del paso del tiempo cuando estamos envueltos en bastantes emociones. Y esto es especialmente cierto en el caso de las emociones negativas. Como aseguran desde The Conversation, "emociones como el miedo o la rabia se caracterizan por aumentar el estado de activación de la persona y la agitación interna hace que percibamos más lento todo lo que sucede a nuestro alrededor". Es el motivo de que las personas más estresadas y preocupadas por el futuro sintieran que aquellos 99 días de cuarentena fueron en realidad doscientos o trescientos días.

Por el contrario, cuando experimentamos muy pocas emociones solemos percibir el paso del tiempo de una forma más veloz. Lo mismo ocurre con las emociones positivas que nos inducen a la euforia. "Las personas que han mantenido una rutina social placentera en el confinamiento perciben que todo ha pasado más deprisa". En última instancia no se trata del tiempo real que transcurre, sino de los eventos que tienen lugar en él y nuestra atención sobre el tiempo. Cuando las emociones son positivas o estamos distraídos no atendemos tanto al paso de las horas. A la gente feliz le vuelan los días.