Qué es la productividad tóxica y por qué te está afectando

La productividad tóxica sucede por el exceso de trabajo, por la adicción al trabajo y por la imposibilidad de desconectar de todo lo que queremos hacer. Durante la pandemia esto ha crecido causando graves estragos en la salud

Piensa en lo que haces en un solo día. Si tuvieras que enumerar y contar tu rutina, ¿te verías desbordadx? Con la llegada de la pandemia, del teletrabajo y de los tantos despidos y pausas en el tiempo nos vimos encerradxs y nos surgió la necesidad de hacer cosas. Así fueron apareciendo los cursos, el deporte y otras actividades variadas que nos ayudaban a sentir que seguíamos creando y que seguíamos estando activxs. Esto no es, en absoluto, algo malo pero sí tiene un residuo que nos está empezando a afectar. Es fácil de verlo: competitividad, autoexigencia, trabajo por todas partes, entregas, estudios, buscar el éxito incluso cuando no hay espacio para ello… Todos estos ejemplos han desencadenado en lo que ahora se llama productividad tóxica.

El exceso de trabajo y el exceso de desear que nos vaya bien nace de la incertidumbre y del miedo que nos rodea y que sentimos continuamente en nuestro entorno. Cuando llegamos a este tipo de situaciones límite empezamos a hacer todo a medias. No es posible acabarlo todo al completo pero sí acabar un poquito de cada cosa para poder seguir avanzando. De esta forma la productividad se malgasta y comienza a pasarnos factura porque parece que nunca se ha cerrado algo del todo, siempre queda un asunto más al que prestarle atención. Se trata de una productividad que no es posible mantener en el tiempo ya que ese ritmo, a la larga, causa estragos en la salud: estrés, ataques de ansiedad, insomnio e incluso depresión.

Este ritmo, además, contagia nuestra vida personal no solo cuando teletrabajamos sino también cuando nos llevamos este caos al hogar. Por ejemplo: si el exceso de trabajo se quedara en ese plano y fuéramos capaces de separar perfectamente una cosa de la otra sería más sencillo llevar a cabo todas las tareas que nos propusiéramos. Pero no es así, al menos no siempre. Suele ocurrir que se deseo de querer llegar a todo contagia otros planos de la vida: quieres entrenar cinco horas a la semana, además hacerte todas las comidas y las cenas, dormir tus ocho horas e incluso que te de tiempo de quedar con amigxs o familiares para echarte un café o una birra. Y no se puede, a todo no se puede llegar.

Se trata de una situación que no es novedosa, con la sociedad hiperconectada esto ya ocurría pero la pandemia la ha avivado, la ha hecho aún más grande. No somos capaces de desconectar nuestro móvil y aunque hayamos terminado de trabajar a las cinco de la tarde, ese aparato nos mantiene conectados al trabajo o a los estudios y no es posible crear espacios y tiempo para cada cosa. La productividad tóxica ataca a casi todas las personas, no solo a las ambiciosas sino a aquellas que tienen baja autoestima y que, constantemente, se están comparando con lxs demás. Los efectos dañinos de este tipo de productividad solo nos afectarán a nosotrxs mismxs, por ello es necesario aprender a frenar y, si fuera posible, tener vías para filtrar lo que nos ocurre como puede serlo acudir a terapia.