Pertenezco a una generación obsesionada con empezar de cero, ¿de qué huimos?

Tanto en la partida como en el retorno puede haber miedo, pero con un motivo claro, volar es más fácil

He vivido en cinco países en siete años. Mi vida estaba metida en dos maletas y, aunque me gusta guardar objetos que me vinculan a un lugar u otro, compraba poco y regalaba más. Con cada vuelta a casa de mi familia, llevaba algunos libros y recuerdos que un día tendría en la casa que sería mía. Una máscara o un cuadro de México, un reloj de Hong Kong, una mochila de Argentina. Acabé la carrera en Roma, hice un máster en Madrid, luego me fui al DF, a Montevideo y, finalmente, a Bogotá, en busca de un trabajo que me apasionara y que, a mi manera, tuve en cada una de las etapas.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Algún lugar entre Bolivia, Chile y Perú

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Está claro que necesitas pararte a pensar cuando llegas a cada lugar pensando en que la solución a cualquier problema estará en tu próximo destino. "No acabas de llegar que ya estás pensando en irte", me decía mi amiga Valentina, a la que conocí en México. Yo le daba la razón, pero a la vez disfrutaba mucho la sensación de estar flotando. Mucho tiempo después leí que los mileniales somos una generación obsesionada con empezar de cero, mudarnos para darnos la oportunidad de corregir las decisiones que hemos tomado hasta ahora. En España somos, no sé si además o sobre todo, la generación de la crisis, los jóvenes que sobramos en todos lados por inútiles o por demasiado preparados, por adictos a las redes o por obsoletos digitales y porque queremos cobrar nuestro trabajo.

"Empezar de cero es imposible", explica la psicoterapeuta especializada en migraciones Laura Esteban, "uno siempre viaja con su mochila, con su historia". Por esto, una mudanza es a la vez una pérdida y una ganancia. "Somos en relación al vínculo que establecemos con los otros, por eso parte de nuestra identidad se constituye en relación al lugar que ocupamos para otros. Una buena amiga, la vecina colaboradora, la hija estudiosa. Cuando migras, estos aspectos de la identidad se transforman y algunos se pierden. Las relaciones se mantienen pero ya no estás para ocupar esos lugares", apunta.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Cuando te vas de Erasmus el duelo es menos grave porque conservas aspectos como tu etiqueta de "estudiante" que te da un lugar en el país donde llegas. En el otro extremo están las pérdidas masivas que viven los refugiados que, al huir de un país en guerra o de la pobreza, con lo puesto y a veces sin poder ni despedirse, muchas veces no saben si podrán regresar a su país o en qué condiciones van a encontrar a sus familiares que se han quedado. Hay muchos tipos de migraciones, que son como caminar dentro de una habitación de noche. Si es la tuya y sabes dónde está el interruptor o la puerta del baño, la oscuridad te incomoda menos.

Regreso al futuro

Mudarse es un rito de paso a menudo interpretado como una forma de entrar a la vida adulta. Trabajo en un equipo de 11 personas menores de 35 años. Nueve hemos vivido o vivimos en este momento en una ciudad que no es la nuestra y muchos hemos cambiado más de una vez. Tenemos todo tipo de traslados a nuestras espaldas: desde un intento fallido de vivir cinco meses en un piso compartido en L'Hospitalet de Llobregat hasta una temporada en Londres, un Erasmus en Sheffield o una mudanza de Buenos Aires a Tenerife en plena adolescencia.

"Cambiar de lugar no deja de ser una fantasía de encontrar otro con más posibilidades", me explica Laura. Por esto nos movemos, por trabajo, por familia, por aspiraciones, por amor, por desamor, por curiosidad, porque nuestro mundo se nos queda demasiado pequeño o porque no nos queda más remedio. Incluso el clima se ha convertido en un factor que los mileniales tenemos en cuenta a la hora de mudarnos las generaciones anteriores no, según escribe Noale Godfrey se nos queda demasiado pequeño, igual que el paro o el precio del alquiler.

La mitad de los jóvenes europeos están dispuestos a mudarse de país por un trabajo mejor. El dato sube hasta los dos tercios en el caso de los españoles, según las cifras de Eurostat. Pero esta disposición a adaptarnos y buscar lo que necesitamos en otro lugar nos impide ver al futuro con claridad.

"Si hay múltiples caminos posibles, ¿por qué no probaría de tomar varios?", se pregunta Meg Jay, psicóloga clínica y también experta en migraciones, en el portal Medium. Esto es, precisamente, lo que caracteriza muchas de las migraciones de los mileniales: tienes la sensación de que al echar raíces te estás perdiendo alguna oportunidad, igual que si empiezas una relación monógama te pierdes oportunidades en Tinder. Las redes no nos ayudan a ser selectivos, sino a acumular: en Instagram puedes tenerlo todo, pero en la vida, no. Jay asegura que los mileniales que han tenido un equilibrio entre etapas más exploradoras y períodos más realistas tienen identidades más fuertes, mejores carreras y relaciones más sanas que quienes se sitúan en un extremo o en el otro.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

If you lose yourself, you find a key to paradaise. Goodbye! #uruguay

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Los fantasmas desaparecen cuando enciendes la luz

Muchas veces me han preguntado si no me daba miedo estar sola en el extranjero y siempre respondía lo mismo: ¿miedo de qué? Paula Carrillo es colombiana y en 2017 se aburrió de lo que llama la "hora nalga", la cultura laboral que computa tu trabajo en función del número de horas que pasas delante del ordenador. Voló a Singapur y de allí por toda Asia porque le pareció el lugar más fácil lo que para una mujer significa seguro para viajar sola. Allí también le podrían durar sus ahorros y podría dedicarse a su blog Vieja que Viaja. Con el tiempo, ha cultivado una comunidad que le pide consejos sobre cómo migrar.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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"Mucha gente al final te cuenta cosas como que piensan en dejarlo todo para mudarse a otro lugar, qué estudiar o si les va a funcionar mudarse por amor. Son decisiones demasiado personales, cada caso es diferente y la decisión es de cada uno. No todo el mundo está preparado para hacerlo en ese momento de su vida y sería irresponsable de mi parte recomendarles qué hacer en un momento tan trascendental como ese", explica a su paso por Barcelona. "Sobre todo lo que quieren ver es a alguien real que ya ha hecho lo que ellos quieren hacer. No somos gente millonaria y yo les ofrezco una versión real de sí mismos".

Los fans de Paula le escriben porque su historia es liberadora y puede representar un sentimiento muy habitual: la idea de acabar con todos tus vínculos para materializar una experiencia que a la distancia parece idílica, pero a la vez, ella misma lo advierte, es irreal pensar que solo por el hecho de mudarte, te libras de tus obligaciones, de la economía de tu país, de tus jefes, de tu ex, del calor que hace en verano en el metro y de esa canción que no te puedes sacar de la cabeza.