El peligro de creerte todo lo que dicen de ti los test de personalidad

Pueden ser una forma divertida y pasajera para conocer cosas de nosotrxs mismxs pero también pueden convertirse en un arma de doble filo

Los veías en las revistas que te comprabas cuando eras adolescente y ahora puedes encontrar muchísimos en el universo cibernético. Es más, basta con que googlees “test de personalidad” para dar con una lista larguísima de fórmulas que supuestamente te ayudarán a conocerte mejor o a descubrir rasgos de tu personalidad que desconocías. Esto puede ser adictivo, no existe persona que no sienta curiosidad o incluso placer leyendo aspectos sobre sí mismo, es por ello también que, de vez en cuando, es interesante leer el horóscopo y ver cuánto acierta y cuánto no. Ahora bien no podemos fiarnos al 100% de estas fórmulas ya que, te ayudarán a conocerte mejor, pueden llegar a ser dañinos.

En el libro Agentes de personalidad: la extraña historia de Myers-Brigss y el nacimiento de los tests de personalidad, el autor explica que estas maneras de conocer cosas de nosotrxs mismxs se han convertido en una industria multimillonaria. El test Myers-Briggs es, de hecho, uno de los más populares. Lo paradójico es que sus creadoras no tenían ningún tipo de conocimiento relacionado con la psicología o con las evaluaciones de la personalidad, es decir, no hay ningún respaldo académico o científico tras este test. Ambas se basaron en su experiencia personal para desarrollar sus teorías que luego se aplicaron de forma general. Uno de los puntos principales de este test es que la manera en la que responde la gente es innata e imposible de cambiar. Y esto no es una realidad.

Aunque pueda sonar entretenido se trata de un test en el que no podemos confiar ya que podría causar que las personas tengan la sensación de tener una mentalidad inamovible. En el libro se habla de dos grandes razones por las que no deberíamos tomar en serio al menos no de forma rígida lo que los test dicen de nosotrxs.

1. Nada científico

Para que algo sea de fiar debe haber, al menos, un estudio detrás o unas estadísticas que hablen de unos resultados que puedan clasificarse de alguna manera. Para que se entienda es más fácil un ejemplo: si una persona se pesa varias veces en un mismo día puede fijarse que el peso irá variando. Si la pesa cambiara y midiera de maneras diferentes no sería útil. Lo mismo ocurre con los test, cada uno tiene una manera diferente de dar con aspectos de la personalidad y cada uno responde a una manera de pensar de tal o cual persona. Quizás para sus creadores las respuestas encontradas eran válidas para aplicárselas a ellxs mismxs pero esto no hace que lo sean para un grupo más grande de personas.

2. Hacerte inflexible

Cualquier tipo de test pone directamente una etiqueta a cada persona. Eres de X manera y ya está. Como si no existiera posibilidad de cambio a medida que pasa el tiempo. Estas etiquetas se pueden llevar a tener en cuenta como verdades absolutas y utilizarse como punto fundamental en la identidad de alguien: “yo soy así y es lo que hay”. Si asumimos esa forma como algo propio podemos caer en la inconsciencia y ¿cómo? evitando que veamos que hay momentos en los que dicha etiqueta no es cierta. No estamos considerando que pueden existir maneras alternativas de pensar o de reaccionar y que, a veces, no tienen relación con nosotrxs mismxs sino con el contexto o con las circunstancias a las que no tenemos que enfrentar.

Ahora bien, los test de personalidad y, por tanto, sus etiquetas pueden servir para que quienes los hacen guíen sus terapias. Aunque se utilice para ello siempre debe estar la posibilidad y la apertura al cambio, porque si asumimos la etiqueta probablemente nos pongamos metas o tomemos decisiones que confirmen la manera en el que el test dice que somos. No tiene que ver con dejar de hacer estos test de forma definitiva pero sí estar abiertxs a que, en primer lugar, pueden no ser fiables y, en segundo lugar, no hay una manera de ser concreta y cerrada.

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