En las últimas décadas, la felicidad se ha convertido en la gran obsesión de miles de millones de personas en todo el mundo. Tú incluidx. La tienes siempre presente. La persigues sin cesar. La deseas por encima de todas las cosas. De ahí que cada tres meses aparezca un nuevo gurú de debajo de las piedras vendiéndote la fórmula definitiva. Saben que la quieres con todo tu corazón. El problema es que las fórmulas universales no funcionan. Y no lo hacen porque, según cuenta en un artículo para felicidad el psiquiatra y neurocientífico Daniel Amen, existen cinco tipos de cerebros diferentes, cada uno de ellos con una idea de la felicidad.
El cerebro de los prácticos
El primero de ellos es el tipo más afortunado: el cerebro equilibrado, que muestra una clara tendencia hacia la estabilidad emocional, la organización práctica y la flexibilidad. Para quienes poseen este cerebro dentro de su cabecita, la rutina, la previsibilidad y el cumplimiento de las responsabilidades son suficientes para una vida satisfecha. De hecho, y como apunta el propio Amen, "las personas equilibradas tienden a ser generalmente felices". Y dice "generalmente" porque el cerebro no es lo único que influye en ello: también importa qué eventos ocurren en tu vida. En cualquier caso, es una variedad de cerebro bastante deseable, la verdad.
Cerebros impulsivos: let's go!
El segundo en cuestión es el cerebro espontáneo, que exhibe una menor actividad en la corteza prefrontal y, al mismo tiempo, una mayor actividad en las zonas creativas. En palabras del psiquiatra, las personas que tienen un cerebro espontáneo alimentan su felicidad a base de aventuras, impulsividad y desorganización, y "se sienten infelices con la monotonía, el aburrimiento o el tener que hacer cola".
Si insiste, persiste
El cerebro persistente, por su parte, es uno con tendencia a la familiaridad y la obstinación. Si lo tienes y te cambian las cosas de sitio o las reglas del juego, tenderás a preocuparte y sentirte infeliz. "Tienen mayor riesgo de TOC".
Sensibilidad a flor de piel
En cuarto lugar se encuentra el cerebro sensible, uno en el que los centros emocionales se encuentran mucho más activos de lo normal. En consecuencia, dice Amen, "el mal humor, la negatividad, la depresión, los ruidos fuertes, las luces brillantes, las conversaciones triviales o la sensación de aislamiento lo deprimen". Por el contrario, las personas que portan este cerebro suelen sentirse satisfechas al escuchar música relajante, al caminar en la naturaleza, al tener una conversación profunda con un amigo cercano o al practicar la atención plena. Descubrir que tienes este cerebro podría colocarte en el buen camino. Por eso es clave.
Sin prisas, pero sin pausas
Por último, tenemos el cerebro cauteloso, en el cual se registra una actividad inusualmente alta en la amígdala y los ganglios basales, lo que provoca que las personas que lo tienen "tiendan a estar preparadas, motivadas y confiadas, aunque también vulnerables a la ansiedad". Si naciste con este cerebro, tu felicidad se encuentra en cosas tan sencillas como terminar una tarea o sentirte protegidx, mientras que los ambientes caóticos y las listas infinitas de tarea devoran tu armonía. Como ves, lo que sirve para otras personas puede no servirte a ti. Frena un momento, profundiza en ti e identifica tu tipo de cerebro. Todo será más sencillo.