Tu inseguridad es un lastre que seguirá frenándote si no la identificas

Un resumen de las tres formas más comunes de inseguridad, su origen y las herramientas para superarlas

Sentirse 100% seguro de uno mismx todo el tiempo es una misión prácticamente imposible. Vivimos en una realidad en la que nuestra imagen se encuentra continuamente en tela de juicio: las redes sociales, el entorno social, trabajo, pareja, etc. En cualquier momento un episodio traumático en nuestro pasado puede aparecer como un fantasma para dinamitar nuestra autoestima y provocarnos esa inseguridad que nos impide tener una vida plena y satisfactoria. Eso se traduce en problemas imprevisibles en alguno de esos ámbitos, un verdadero obstáculo que puede lastrarnos y aislarnos cada vez más si no somos capaces de ponerle freno y reconducir nuestras emociones.

En un artículo de Psychology Today, la psicóloga Melanie Greenberg ha analizado las tres formas más comunes de inseguridad, su origen y las herramientas para superarlas. Puede que la lectura de este artículo solo sirva para situar y tener una mínima noción sobre lo que necesitamos para superar nuestra inseguridad, pero cualquier ayuda es poca especialmente en una época, la del confinamiento, en la que muchas personas se están replanteando muchos aspectos de sus vidas y que, por muy difíciles que se pongan las cosas, tienen la esperanza de acabar este angustioso periodo con nuevos objetivos y una visión mucho más clara de quiénes son y qué necesitan para sentirse mejor en el futuro. 

Inseguridad por rechazo o trauma reciente

Según los estudios, hasta el 40% de nuestro ‘coeficiente de felicidad’ está basado en eventos recientes de nuestras vidas. Ejemplos clásicos de este tipo de eventos son una ruptura sentimental, la pérdida de un trabajo, una enfermedad o la muerte de una persona cercana. La falta de felicidad, es decir, la tristeza de algún evento traumático tiene un efecto demoledor en nuestra autoestima y es por ello que debemos saber darnos tiempo hasta superar el duelo, sanar y poder reconstruir nuestra propia autoimagen. 

Greenberg explica que durante el proceso será importante que nos esforcemos por romper el aislamiento, intentemos recuperar la vida social, nos apoyemos en amigos y/o familiares para obtener apoyo y retroalimentarnos de sus consejos. Muchas veces nuestra percepción de nosotros mismos se ve alterada durante los momentos de dolor y la visión de personas de tu entorno te será útil para salir de la espiral de pensamientos negativos.

Inseguridad por ansiedad social

Muchas personas son incapaces de sentirse cómodas en situaciones sociales como fiestas, reuniones, entrevistas, citas, etc. Sienten que serán evaluados y eso les genera una ansiedad difícil de controlar y que finalmente les lleva eludir en la medida de lo posible o, incluso, a evitar estas situaciones a toda costa. Esta situación conduce a un irremediable aislamiento de la persona y a una caída de su autoestima al no darse el valor que realmente podrían tener. De igual manera, las personas que tienden a juzgar y a excluir con frecuencia también buscan cubrir sus inseguridades de otra manera.

El primer paso, según la experta, consiste en enfrentarnos a nuestro crítico interior. Debemos recordar qué nos hace interesantes y únicos, por qué podríamos ser un excelente amigo, empleado o pareja. Dejar de evitar los eventos sociales y buscar la manera de enfrentarlos de una manera que nos resulta cada vez más cómoda como puede ser la planificación y siendo selectivos. Poco a poco y con metas realistas podremos ir recuperando esa sociabilidad que nos permita volver a valorarnos y olvidarnos de que las personas nos están juzgando. La realidad es que todxs estamos más ocupados jugándonos a nosotros mismxs.

Inseguridad por el perfeccionismo

Quizá sea una de las más dañinas porque surge de nuestras propias expectativas y de estándares que nos autoexigimos. No hay peor juez que uno mismx y esta forma de autoanálisis continuo es el ingrediente perfecto para generarnos un estado continuo de insatisfacción que nos conllevará inevitablemente sentirnos inseguros de nuestras posibilidades. El primer paso para Greenberg consiste en aceptar que no todo depende de nosotros y que, por tanto, el resultado de nuestros esfuerzos también puede depender de factores externos e incontrolables como la suerte.

Dejar de pensar que nuestro esfuerzo es siempre lo que hará la diferencia entre el éxito y el fracaso es realmente liberador y contribuirá a que valoremos nuestro esfuerzo en su justa medida. La mentalidad blanco o negro de los perfeccionistas es una limitación puesto que impide apreciar los aprendizajes y la experiencia de nuestros propios fracasos. En todo gris hay algo de positivo y de negativo y en esta vida casi todo es cuestión de grises. Nuestra autoestima no puede estar condicionada al éxito porque la vida está llena de éxitos y fracasos. Aprender a querernos tanto en unos como en otros, con la aprobación de los demás o sin ella, es la clave para construir nuestra propia autoestima.