Evita estas microactitudes si quieres caerle mejor a la gente

Da igual lo simpáticx que seas. Hay pequeños comportamientos que gritan "egoismo" o "falta de respeto" y que alejan a los demás. Una buena conversación no compensa según qué líneas rojas

Te presentan a unx amigx. No te cae mal, parece simpáticx. Algunos de sus chistes son graciosos, es inteligente y no hay nada de su carácter que, aparentemente, apunte a que es una persona difícil o problemática. Y, sin embargo, te da mala espina. No te ha acabado de convencer o, simplemente, te ha dejado una sensación extraña. No tienes ganas de volver a verlx. Te puede haber pasado en miles de situaciones, no solo con amigxs de tus amigxs: también en el trabajo, primeras citas, familiares… O, quizá, incluso, le puede haber pasado a alguien respecto a ti, y tú no lo sepas. ¿Por qué? Por lo que proyectas con tus microactitudes no verbales.

Las explica el escritor de salud y psicología Sean Kernan en Medium. “Esas cosas que hacen que los que están a tu alrededor te juzguen en seguida”, asegura. La primera, el uso desmesurado del móvil cuando estamos con alguien. “Tuve una primera cita con una chica que era cerrada pero agradable. Pero miraba constantemente el móvil. La primera o segunda vez, sin problema, yo también lo hago. Pero cuando lo has consultado doce veces en una cita de dos horas… pues ahí tienes la respuesta por qué no pasamos de la segunda cita”, recuerda.

Nuestra adicción a los móviles va cada año en aumento. De hecho, un 75% de la población mundial asegura que lo mira más de lo que le gustaría. Y en España, la cifra es de las más altas. Es un problema y tendríamos que intentar controlarlo, sobre todo cuando alguien nos habla: es una falta de respeto y le envías señales de aburrimiento, dejadez o pocas ganas. Y eso, por muy simpáticx que seas, no compensa.

La segunda, la impuntualidad. “Desde pequeños se nos enseña a ser puntuales, y aun así hay muchísima gente que no aprende. Si de pequeño no corriges esas actitudes acabas convirtiéndote en un adulto impuntual”, asegura. Todos conocemos a alguien que llega, de forma sistemática, unos diez minutos tarde o más. Muchas veces, incluso, algunxs usan la broma de “es que somos españolxs”, y dicen que la puntualidad es algo “británico”. Pero, aunque puedan reírte la gracia, ser impuntual es una falta de respeto, y acaba convirtiéndose en tu etiqueta: “es majo pero muy impuntual”, y quizá no todo el mundo tenga ganas de aguantar estas actitudes en su vida.

La puntualidad no es respetar reglas que nos enseñan de pequeños, es valorar el tiempo de los demás”. Así que si quieres llegar más tarde, dilo, pero nadie tiene por qué perder tiempo esperándote porque no hayas aprendido a controlar el tiempo o te apetezca salir más tarde de casa. Pero llegando tarde no solo estás diciéndole a los demás que su tiempo vale menos que el tuyo, también puede haber momentos muy incómodos. Por ejemplo, teniendo que comprar las entradas del cine y verse obligadxs a tomar una decisión de asientos, o si quedáis en grupo, quedarse a solas con alguien con quien no se sientan cómodxs. Si todo el mundo llega a la hora, nunca habrá malentendidos ni incomodidades.

Por último, las microacciones egoístas. El ejemplo más claro, cuando aterriza el avión y te levantas en el avión. Todavía no han abierto las puertas, pero tú estás ahí, de pie, invadiendo el espacio de los demás, moviendo maletas, empujando a los demás. El protocolo es claro: esperarse en el asiento hasta que le toque levantarse a tu fila y, sin embargo, mucha gente no lo hace o hacía, porque ahora con el covid, por suerte, se han puesto más estrictos con esta medida.

Hay cientos de ejemplos más. Servirte y no preguntar a los demás, ponerte más comida en el plato sin consultar, pasar tú primero sin dar paso, entrar al ascensor y no esperar y cerrar las puertas. Vamos, estos pequeños gestos egoístas, que se basan en el “yo primero”, sin preguntar a lxs demás. Para muchos son una línea roja. Y deberías controlarlos porque, por muy majo que seas, dice más uno de estos que una conversación amable.