Cómo hacer críticas constructivas para no quedar como un borde

Mantén un lenguaje asertivo, encuentra el momento y lugar adecuados y, sobre todo, no vayas con la intención de hacer daño

La comunicación debe ser asertiva. Tenemos que aprender a hablar, explicar y comentar las cosas de forma que no ofendamos. Quizá estamos diciendo una verdad o, al menos, nuestra verdad y el otro se enfada. ¿Por qué? Porque estamos cometiendo un sincericidio: el acto de decir la verdad sin filtros, con agresividad, sentando cátedra y ofendiendo a los demás.

Lo ideal es pensar, antes de decir algo, si vale la pena comentarlo. Si tu opinión va sumar y no a restar. En caso que debas sí o sí dar una opinión que el otro pueda tomarse negativamente, debemos hacerlo desde la crítica constructiva. Por eso, el portal Psicología y mente da debemos hacerlo desde la crítica constructivadebemos hacerlo desde la crítica constructiva para que aprendamos a trasladar nuestra opinión sin ofender a nadie.

1. Piensa si tu crítica servirá para algo

Por ejemplo, pongamos que tu pareja no está rindiendo en la cama porque trabaja y estudia y no tiene energía para nada. Decirle “es que ya no disfruto del sexo” no solo es una crítica que no aporta nada sino que hará que se sienta peor. Dale opciones para mejorar, no lo critiques algo de lo que ya es consciente y no tiene herramientas para remediar.

2. Añade un enfoque positivo

Si vas a hacer una crítica intenta buscar cosas buenas antes de señalar los errores. Por ejemplo, en el caso anterior, puedes destacar que trabaja mucho y que es una persona muy aplicada —un feedback positivo, agradeciendo sus esfuerzos laborales—, y luego añade que aun así tú necesitas atención sexual y que te gustaría que pudierais encontrar una solución a vuestros problemas.

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3. Vigila el lenguaje

“Siempre se debe emplear un lenguaje claro. No dejemos ninguna idea en el aire, porque esto puede dar paso a los malentendidos. Debemos tratar, punto por punto, cuáles son nuestras observaciones y recomendaciones”, explica el artículo. Es decir, ve con un mapa mental muy claro de qué te molesta, cómo solucionarlo, y cómo decirlo constructivamente. No improvises ni te pongas agresivo o emocional: cuida el lenguaje, porque es la base de todo.

4. Cuida las formas

Que no sea un monólogo: el otro debe tener oportunidad de replicarte. La comunicación debe ser bidireccional, porque si no, no parece que tu crítica sea constructiva, sino que te estás desahogando. El otro no lo recibirá positivamente.

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Además, el tono de voz es crucial. Si hablamos con hostilidad, probablemente nuestro interlocutor se sentirá atacado. “Mientras más calmados estemos, mejor”, sentencia el artículo.

5. Recuérdale por qué debería hacerte caso

Si haces una crítica, que no sea porque sí. Que tenga por objetivo una mejora. Es importante recordarle que, si te hace caso y corrige esas actitudes que estás criticando, él se sentirá mejor. Que no le haces esa crítica porque sí o porque a ti te moleste su actitud, sino porque piensas en él y su bienestar.

6. Todo tiene su momento y lugar

Las críticas positivas no solo requieren tacto y asertividad, también necesitan ser oportunas. Cuando quieras soltarla, intenta no hacerlo en un momento en el que el otro esté triste, enfadado, cansado o poco receptivo. Tampoco lo hagas en medio de una reunión familiar, con amigos o en sitios públicos. Por ejemplo, soltarle a tu pareja que no te satisface sexualmente delante de sus padres es de todo menos constructivo. Como resalta el artículo: “la idea es que logremos motivar a mejorar, no generar situaciones incómodas”.

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7. Que tu crítica sea realista

Obviamente, debes tener en cuenta las capacidades del otro. No le puedes pedir a alguien que no tenga dinero que “¡me gustaría viajar más!”, a alguien que madruga “¡es que nunca salimos de fiesta!” o a alguien que tiene depresión “¡es que siempre estás muy triste!”. Tienes que ser realista, “identifica si la otra persona posee los recursos necesarios para cambiar su situación, o si por el contrario se trata de algo que escapa a su control”, recomienda el artículo.

Todo se resume en comunicar las cosas con empatía y asertividad, que el otro tenga posibilidades reales de cambiarlas y que el contexto sea el adecuado. Eso sí, también puede ser que aunque tú hagas las cosas bien, el otro se cierre en banda. En esos momentos es mejor no insistir y callar. Tú ya has hecho todo lo posible.