Cosas que no sabías sobre la serotonina: la hormona de la felicidad

Comerte todo el triptófano del mundo no tiene por qué ayudar. Incluso podría ser muy perjudicial

En los últimos tiempos has conocido a algunas de tus inseparables compañeras de vieja: la dopamina, la oxitocina o la serotonina, hormonas con una influencia muy significativa en tu estado anímico y en tu vida en general. La prensa les está dando más visibilidad. Y es bueno. Al fin y al cabo, necesitas comprenderlas para comprender tu propio comportamiento. El problema es que, como pasa con todo, también aquí abunda la desinformación. Y hay unos cuantos mitos acerca de la serotonina que han calado hondo en la sociedad.

Así lo explica el médico Austin Perlmutter en un artículo para Psychology Today. Según este especialista, uno de los más importantes es el que dice que los niveles bajos de serotonina explican la depresión. Aunque la serotonina juega un papel en la depresión y los tratamientos farmacéuticos a base de serotonina funcionan en algunas ocasiones, hay otros muchos factores involucrados como "el estrés, la inflamación, la neuroplasticidad y otras vías cerebrales como contribuyentes a la depresión". No todo se resume a la hormona de la felicidad.

Más serotonina no da mejores resultados

Una hormona que, contrario a otro de los mitos que pululan a su alrededor, no siempre es mejor en mayores cantidades. Al final, el cuerpo funciona en un delicado equilibrio y necesita cada ingrediente en una cantidad justa. De hecho, el exceso de serotonina en el organismo puede dar lugar al llamado síndrome de serotonina, "una afección potencialmente mortal" marcada por los temblores y el delirio. Los especialistas en salud mental deben dar con la dosis adecuada para cada paciente. No vale con comer toneladas de plátanos y ser feliz.

Sobre todo porque los aumentos de consumo de triptófano, el aminoácido precursor de la serotonina en el cuerpo humano, no tienen una relevancia tan alta como dice otro de los mitos serotonínicos. En palabras de Perlmutter, el motivo es que "el triptófano tiene que competir con otros aminoácidos para ingresar al cerebro" a través de la barrera hematoencefálica. En ese sentido, variables como la inflamación tienen un impacto mucho más directo e importante en los niveles de serotonina que la propia alimentación". 

Por último, está ese mito que contempla la serotonina como simplemente un neurotransmisor del ánimo. Y nada más lejos de la realidad. Es más, y según este médico, "la serotonina cerebral está involucrada en el apetito, los procesos de recompensa, la memoria y el aprendizaje". Además, la serotonina presente en el cerebro también se puede metabolizar para convertirse en melatonina, la hormona del sueño que tanto bien le hace a tu mente y a tu cuerpo cuando te ayuda a descansar como debes. Es una aliada excepcional.