Cómo ayudar a alguien con un ataque de pánico

Respiración, agua fría y distracción. El kit básico para impulsarle a salir de ahí

Los ataques de pánico son experiencias espantosas. La hiperactividad en las regiones del cerebro encargadas de responder al miedo que se produce durante los mismos provoca una serie de cambios en tu cuerpo nada agradables: aceleración del ritmo cardíaco, incremento de la presión arterial, dolor en el pecho, dificultad para respirar, sensación de irrealidad... es como si estuvieras a punto de morir. Por eso existen tantos artículos explicándote cómo debes afrontarlo en caso de sufrir uno. Pero no eres la única víctima potencial. ¿Qué pasa si es tu pareja, tu compañera de trabajo o un desconocido del metro quien tiene uno?

Puedes ayudar. Pero, y esto es muy importante, según cuenta la psicóloga Jenn Cooper en un artículo para el medio estadounidense Inverse, tienes que asegurarte de que quiere tu ayuda. De lo contrario, tu interés y tu insistencia podrían incrementar los síntomas del episodio. Una vez sepas que, efectivamente, desea que le ayudes, debes ayudarle a "sentarse o encontrar un lugar tranquilo". Al fin y al cabo, es muy difícil recuperar la normalidad en mitad de la calle o en un pasillo de alguna atestada estación de metro. El objetivo es echarle una mano para que regule sus sensaciones físicas. Y para ello necesita un lugar seguro.

Ahora es el momento de utilizar el arma de regulación fisiológica más poderosa que tenemos: la respiración. Porque estos episodios de pánico la desbocan por completo. Su mente se siente amenazada y respira rápido con la esperanza de conseguir mucho oxígeno para huir o luchar más eficazmente. "Trata de animar a la persona que tiene un ataque de pánico a respirar profunda y lentamente: Cooper recomienda inhalar durante cuatro segundos y exhalar durante otros cuatro segundos". Pero en esos instantes cuesta pensar con claridad. Así que no solo le des instrucciones: "Modele para ellos para que le sigan", añade la experta.

El aire resulta fundamental para la vida, pero también el agua. En ese sentido, dice Cooper, "un vaso de agua muy fría puede ser útil". Puedes ayudarle a beber unos sorbos, pero, si no está en condiciones de actuar, le puedes poner un poquito de agua fría en las muñecas o en la cara". Puede sonar extraño, pero tiene un trasfondo científico. Tal y como resumen en Inverse, "el agua fría puede ser útil porque activa nuestro sistema nervioso parasimpático, que es calmante y cambia la función del cuerpo del modo alerta máxima al modo descanso". No es como si pulsaras un botón, pero ayudas a que su cuerpo presione ese botón.

Por último, y una vez recuperada la respiración natural y activado el sistema parasimpático, toca distraerle. Según Cooper, "la distracción también es muy útil para el pánico, ya que nuestro cerebro no puede concentrarse en más de una cosa a la vez". Si consigues captar su atención, se la estarás robando a los síntomas de pánico. Pero no esperes una conversación. Simplemente cuéntale algo. Si no funciona, "pídele que te describa lo que está sucediendo" y lo que está sintiendo. El hecho de tener que analizar y hallar las palabras adecuadas para articular las frases le será de mucha ayuda. Eso sí, una vez pasado el primer momento lo ideal es contactar con un profesional de la salud mental para que valore la posibilidad de iniciar terapia y evitar nuevos episodios.