5 errores a la hora de tomar decisiones que saturan tu mente

Las personas perfeccionistas o ansiosas tienden a pensar desproporcionadamente por sus dificultades para tomar decisiones

Tomar decisiones puede ser muy simple. Investigas en tu cabeza, descubres cuál es la mejor solución y la pones en marcha sin titubeos. Pero para las personas propensas a la ansiedad, al perfeccionismo o al miedo al fracaso puede convertirse en una odisea constante, dándole vueltas y vueltas a todas las opciones hasta conseguir que la mente sufra una agotadora sobrecarga. Para evitarlo, y aprender a tomar decisiones sin dejarte la salud en ello, la psicóloga y autora de The Anxiety Toolkit, Alice Boyes, expone en ansiedad unas cuantas soluciones muy eficaces.

1. Reformula tus decisiones

Según señala Boyes, uno de los principales problemas reside en el lenguaje. Tendemos a crear una lista mental de decisiones a tomar en base a la palabra 'necesidad': “Necesito elegir una carrera”, “necesito elegir unos pantalones”. Esto implica que tienes que hacerlo obligatoriamente y favorece la ansiedad. En su lugar, dice la experta, “cambie su 'debe' por 'preferir' o 'podría'. De esta forma no solo relaja la toma de decisión, sino que además puede hacerte descubrir que no es prioritario y dedicar tu energía a otras decisiones.

2. Distingue entre decisiones

Algunas decisiones conllevan necesariamente —o recomendablemente— una profunda investigación. Como elegir el país al que deseas mudarte o el tatuaje que vas a hacerte en un brazo para toda la vida. Pero otras, como elegir la discoteca donde saldrás este finde o qué camiseta te pones hoy para el trabajo, no. Así que Boyes invita, especialmente a los perfeccionistas, a diferenciar previamente qué decisiones requieren tiempo y cuáles no para no caer en esta trampa.

3. Entiende que ninguna decisión es irreversible

El perfeccionismo puede convertirse en un exhaustivo monstruo contra la productividad. Un ejemplo: ante la dificultad de elegir un tema ‘perfecto’ para una novela, el escritor perfeccionista nunca empieza. Por eso Boyes defiende las decisiones temporales que permiten desatascarnos. Lanzarse sobre una opción y ver cómo funciona porque, como ella misma recuerda, siempre es posible revertir la decisión. Pero estando estático desde luego el resultado siempre es cero.

4. Pregunta sin miedo

En ocasiones tomar una decisión consecuente pasa por consultar a otras personas. Puede ser un familiar, un psicólogo o cualquier otro experto. El problema, dice la autora, es que a veces la timidez o la ansiedad conducen a postergar esa consulta. El atasco entonces es monumental. Pero precisamente dar este paso puede ser la llave de empoderamiento que te permita despegar y tomar la decisión con bastante menos indeterminación.

5. Considera que hay varias decisiones buenas

El mundo, por suerte, no es todo blanco o negro. Un problema puede tener múltiples soluciones válidas al mismo tiempo. Tenerlo en cuenta es importante para restarle gravedad al proceso de decisión y ahorrarte una buena cantidad de runrún cerebral. Además, y en muchas ocasiones, incluso una mala decisión puede terminar desembocando en un imprevisible maravilloso escenario. O al menos mejor que este. ¿O hay algo peor que vivir constantemente con la mente saturada?