3 experimentos psicológicos que traspasaron toda ética

Electrocuciones, maltrato animal, una niña salvaje. Algunas de las investigaciones psicológicas del s.XX carecieron del más mínimo respeto por la dignidad humana y animal

Aunque hoy la Psicología sea una disciplina de confianza y sus profesionales un grupo de referencia en ámbitos como el sanitario, el laboral o el educativo, algunos de sus estudios más importantes evidencian una deshumanización del ser humano y una falta de ética en la experimentación. Repasamos algunos de los experimentos que, pese a aportar información relevante sobre el comportamiento humano, hoy no serían posibles al prescindir de una serie de criterios éticos fundamentales. 

MILGRAM Y EL ESTUDIO DEL COMPORTAMIENTO DE LA OBEDIENCIA 1961-1963 

Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale, quería conocer cómo influía la obediencia a la autoridad en nuestro comportamiento. El contexto de su experimento se sitúa apenas tres meses después de los juicios de Nüremberg, en los que se había condenado por crímenes de guerra y contra la humanidad a varios dirigentes y funcionarios del régimen nazi en dicha ciudad. Milgram, de origen judío, quería responder a la pregunta sobre si personas como Adolf Eichmann eran cómplices del Holocausto o solamente estaban siguiendo las órdenes de otros superiores. 

Para su experimento, contó con tres grupos: el ‘científico’, el ‘alumno’ y el ‘maestro’. Mientras que los dos primeros eran cómplices de Milgram y simulaban sus reacciones, el grupo de ‘maestros” había sido reclutado voluntariamente a través de un falso anuncio sobre un experimento de aprendizaje y memoria. Al inicio, el ‘científico’ proporcionó una serie de instrucciones a los ‘maestros’: tendrían que aplicar una descarga eléctrica cada vez que el ‘alumno’ falle una pregunta y la potencia se incrementaría a medida que el individuo se equivoque. Sin embargo, cuando tiene comienzo el experimento, la descarga aplicada es falsa y el ‘alumno’ simula el dolor sin que el ‘maestro’ tenga conocimiento del engaño. En el trascurso del estudio, se observa como bajo la orden del ‘científico’ el ‘maestro’ eleva la potencia incluso cuando el ‘alumno’ grita desesperado, suplica que se detenga, alega que estaba enfermo del corazón…

Los resultados señalan que la mayoría de participantes aplicaron la descarga límite 450 voltios porque el ‘científico’ lo ordenó, pese a sentirse incómodos con la petición y ver el ‘sufrimiento’ de su acción. El experimento, que da a conocer como las personas actuamos cruelmente bajo las órdenes de otros, hoy sería imposible ya no solo por darse en condiciones de engaño sino por el estrés emocional tan extremo que supuso para sus participantes. No obstante, el estudio fue replicado con una serie de recursos éticos y metodológicos por Jerry Burger en 2009, obteniendo resultados similares. 

SELIGMAN Y LA INDEFENSIÓN APRENDIDA 1965

La indefensión aprendida es un fenómeno que ha sido identificado tanto en animales como en humanos. Se produce cuando una experiencia aversiva, que es o se percibe como incontrolable, provoca serias dificultades para adquirir nuevos aprendizajes. Para demostrar cómo se podía desarrollar la indefensión, Martin Seligman colocó a dos grupos de perros en dos jaulas, exponiéndolos a todos a una serie de descargaras eléctricas.  

El grupo 1 tenía que escapar de la descarga eléctrica presionando una palanca mientras que el grupo 2 soportaría las descargas sin hacer nada. Luego, manteniendo los mismos grupos, los colocó en una jaula donde para escapar de la descarga tenían que saltar una valla. El grupo 1 aprendió que podía evitar la descarga como lo había hecho anteriormente y saltaron la valla sin dificultad. Sin embargo, los perros del grupo 2 estaban tan asustados que ni siquiera lo intentaron, se quedaron inmóviles y aunque tenían la oportunidad de salvarse de la descarga, asumieron que no podían hacer nada. Ante esto, los perros de este grupo lloraban y aceptaban el sufrimiento. En definitiva, los perros del grupo 2 percibían que no tenían control sobre el resultado de la situación. 

Aunque la experimentación con animales ha supuesto muchos avances en Psicología, las condiciones en las que tuvo lugar el estudio de Seligman podrían ser juzgadas actualmente como maltrato animal. 

PERIODOS CRÍTICOS DE APRENDIZAJE DEL LENGUAJE – GENIE, LA NIÑA SALVAJE 1970

Con 13 años, Genie caminaba a cuatro patas, sufría malnutrición e incontinencia, no sabía hablar, tenía dificultades para masticar y su repertorio conductual era muy simple: olisqueaba, arañaba, escupía y regularmente, buscaba objetos con los que masturbarse en cualquier lugar. Su estado era el resultado de años de maltrato familiar, privación sensorial y aislamiento social. Era primitiva, una niña salvaje. Sin embargo, una vez que el caso llegó a la policía de California, es difícil saber si la situación de la niña mejoró.

Cuando la historia de Genie saltó a la opinión pública, la comunidad científica puso sus ojos en ella. Aunque el objetivo era rehabilitarla, lo cierto es que el interés experimental se impuso al terapéutico. Su caso aparecía en un momento donde el mundo académico discutía sobre los aspectos innatos o adquiridos del lenguaje en el ser humano: ¿hay un periodo crítico para la adquisición del lenguaje que dura aproximadamente hasta los 12 años como defendía Eric Lenneberg? ¿O, por el contrario, como proponía Noam Chomsky, el lenguaje era innato? Ella era una oportunidad única para resolver estas cuestiones.

A través de la intervención terapéutica, Genie además de desarrollar algunas conductas sociales, aprendió a usar algunas palabras, incluso utilizaba frases cortas. Sin embargo, no pudo desarrollar un lenguaje con gramática ni dominar un primer idioma. Su caso muestra como los intereses del estudio y la ambición por crear un mayor conocimiento académico se impusieron a sus necesidades vitales y emocionales. Aunque psicólogos del equipo de investigación como David Rigler y James Kent contribuyeron al desarrollo social de Genie, pero, ¿acaso pensaron en la frustración y malestar que ella sentía ante las excesivas pruebas?

El trato profesional fue negligente e imparcial, pero lo peor fue que olvidaron la dignidad de Genie. Cuando la Asociación de Salud Mental de EE.UU suspendió los fondos para la investigación, los científicos la abandonaron a su suerte. Genie volvió con su madre y luego, cuando esta no pudo hacerse cargo, pasó por diferentes casas de acogida. A día de hoy, poco se sabe de su vida. Está viva y se encuentra en una residencia para adultos, aunque no se conoce la ubicación exacta. ¿Será feliz?