Viajar nos permite descansar, salir de la rutina, llenarnos de nuevas experiencias y volver renovadxs. Ahora, un reciente estudio impulsado por investigadorxs de la Universidad Edith Cowan en Australia sugiere que los viajes no solo tienen un impacto en nuestra salud a corto plazo, sino que también pueden alargar nuestra esperanza de vida.
Según este estudio, las experiencias positivas que nos llevamos de nuestros viajes, como salir de cañas con amigxs en un bar desconocido, la estimulación mental por visitar museos y aprender cosas nuevas y el ejercicio físico que haces al patearte un nuevo sitio, pueden tener un efecto beneficioso en nuestro cuerpo, ralentizando el proceso de envejecimiento.
El estudio, que fue publicado por Science Daily en septiembre, explora cómo el turismo puede ayudar a mantener lo que los científicos llaman una “baja entropía” en el cuerpo humano, es decir, el retraso en la decadencia natural del organismo.
Fangli Hu, investigadora principal, destacó en una entrevista a The Washington Post que “el turismo no se trata solo de ocio y recreación, también tiene un papel importante en la salud individual y pública”.
Entre los aspectos que lxs investigadorxs destacan se encuentran muchas de las recomendaciones que suelen dar los expertos en salud mental y física.
Por ejemplo, la dieta mediterránea
El estudio también menciona que ciertas dietas locales, como la mediterránea, que es rica en frutas, verduras, pescados y grasas saludables, han demostrado tener efectos positivos en la longevidad. Algo que es de sobras conocido y que han comprobado otras investigaciones, que también señalan a Costa Rica, Japón, Italia y Grecia como lugares donde la comida favorece vivir más años. Lo más interesante es que los beneficios del viaje no están reservados solo para los más sanotes.
Cualquier persona puede beneficiarse de viajar, ya que puede prevenir o aliviar ciertas enfermedades y contribuir a una vida más larga, según el estudio. Lxs investigadorxs sugieren que este nuevo enfoque en el turismo podría integrarse en tendencias ya existentes, como el turismo de bienestar o el de salud.
Sin embargo, Hu advirtió que no todo en el turismo es positivo. Los viajes también pueden implicar riesgos, como enfermedades infecciosas, accidentes o incluso situaciones que agraven problemas de salud mental.
Los científicos esperan que futuras investigaciones profundicen en cómo el turismo puede beneficiar a personas con enfermedades crónicas o demencia, abriendo camino a una nueva forma de comprender los viajes no solo como ocio, sino también como algo crucial para nuestra salud mental y física.