Seguí los pasos de ‘Call me by your name’ en Bérgamo

Pasear por las plazas, callejuelas y rincones de Bérgamo es rememorar la historia de amor de Elio y Oliver a cada paso

Elio y Oliver han vivido días de calor y arrebatos en una de las ciudades más auténticas del norte italiano: Crema. Han recorrido el segundo salto de agua más alto de Europa: las Cascadas del Serio. Pero ahora, por fin están solos. Llevan mucho tiempo esperándolo y la ciudad escogida para ese ansiado viaje es Bérgamo, una villa medieval que aún connserva la esencia de Italia: rincones antiguos llenos de romanticismo. Con el ambiente aún cargado de olor a sexo abren la ventana de su habitación, situada frente a la Torre Cívica Campanone. Desde allí, en la izada Città Alta, observan la parte baja de la ciudad. El aire eriza sus pieles permanentemente en contacto y Bérgamo les transmite una vitalidad efervescente propia de una noche de verano.

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A diferencia de ellos, observo el centro histórico desde la zona baja, la Città Bassa, más moderna y espaciosa, situada a pie del montículo que eleva la Città Alta. Bérgamo es una metrópoli dividida en dos alturas y llena de contrastes: edificaciones majestuosas de piedra rodeadas de campos de cultivo y montañas verdes que indican dónde empiezan los Alpes. Parece una ciudad típica de Juego de tronos: una joya milenaria protegida por imperiales murallas venecianas. Decido atravesar la fortaleza que da la bienvenida al casco antiguo.

Una vez dentro, admiro la luz blanquecina que ilumina lo que tengo delante de mí. Es imponente, impermeable al tiempo y digno de ser Patrimonio de la Humanidad. Estoy rodeado de arte e historia. En voz alta exclamo: ¡joder, Bérgamo es mucho más que el aeropuerto que vende Ryanair como Milán! A continuación cojo la primera calle adoquinada que veo y me dirijo a la famosa Piazza Vecchia. Huele a albahaca recién cortada y sabe a burrata di Búfala. A tan solo unos metros de allí, Elio y Oliver empezaban su escapada nocturna por esta ciudad.

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Elio y Oliver bajan corriendo por una Piazza Rosate casi vacía y se encuentran con un grupo solitario que escucha música en el coche. Suena Love my way de The Psychedelic Furs. Un entusiasmado Oliver se deja llevar por el ritmo e invita a bailar a la chica. Delante de la mismísima fachada trasera de la Basílica di Santa Maria Maggiore empiezan a moverse al compás de los versos "There's emptiness, behind their eyes". Danzando entre los dos leones guardianes, Oliver está sintiendo algo parecido a lo que sería la libertad: no le importa lo que opinen los demás. Ya no tiene razones para reprimirse. Sin ese peso de encima se gira y mira a Elio. Este está borracho y a punto de vomitar. Sin embargo, las arcadas de Elio no son suficientes para apagar el deseo mutuo que sienten, esa pasión de comerse el uno al otro y fundir sus corazones ardientes. 

Al igual que Elio me siento en el mismo bordillo de la Piazza Rosate y observo la fachada románica, ahora vacía, de la basílica situada en la intersección de Via Arena con Via Simone Mayr en la que Oliver bailaba. En este momento no suena Love my way' y solo se oyen conversaciones lejanas de parejas que deambulan acurrucadas. Es primavera y el ambiente es más frío. Aún así este rincón mantiene un encanto especial. Me podría quedar aquí sentado hasta el amanecer.

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Elio y Oliver bajan por la escalera Ca Longa que conduce a la plaza más bonita de Bérgamo: la Piazza Duomo. Abrazados y medio tambaleándose caminan hasta apoyarse en las paredes de El Duomo. En frente luce la Fontanone Visconteo. Con frenesí y agarrándose por el cuello, se dan besos como si no hubiera mañana, porque realmente no lo hay. Es su última noche juntos. Es la velada mágica por la que siempre lucharon y que siempre recordarán. Al igual que capta la cámara de 'Call me by your name', fotografío el mismo encuadre. Suenan las campanas. La Piazza Duomo es única e inmune al tiempo, como si fuera ajena a la decrepitud. Ni siquiera los sacerdotes, que horas antes subían por esas mismas escaleras, han cambiado el atuendo de aquellos años 80. Todo parece intacto, puro y auténtico. 

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A la mañana siguiente llega el temido momento: Elio despide a Oliver en la estación de tren. Es el final de un amor de verano. El vacío coge presencia y decide no abandonar la escena. Desde luego, ya no existe la cabina desde la que Elio llama roto a su madre, pero sí los mismos trenes de antaño: color verde oscuro, butacas majestuosas y ventanillas que se abren fácilmente para respirar el aire fresco de los prados y montañas que rodean la ciudad. Tras anunciarse que habrá una segunda entrega de Call me by your name, cabe la posibilidad de que decidan volver a esta entrañable y sensual ciudad. Si así fuera, a Elio y Oliver aún les queda mucho por ver. ¿Qué tal subir en funicular a San Virgilio, ver la Capella Colleoni o a tomarse un buen cóctel en la terraza del Caffe Della Funicolare? Quizás, algún día, estos sean los mismos lugares en los que tú vivas propia historia de amor.