Por qué Asturias debería convertirse en tu destino favorito estas vacaciones

Existen pocos viajes tan completos, refrescantes y revitalizantes como escaparse a Asturias, ya sea para cuatro días o para un mes

Pocos lugares en España condensan las bellezas de mar y montaña a tan poca distancia entre ellos como Asturias. Con las vacas siempre presentes, mirando con incredulidad el estilo de vidas de los humanos, incluso a pocos metros del mar, la comunidad del norte de España condensa tantísima riqueza que lo mismo la disfrutas en cuatro días porque es muy difícil equivocarse y dar con un lugar que no sea bello como te adentras en su paz y su cultura y te pasas uno de los mejores meses de tu vida allí.

El trayecto entre Llanes, un pueblo turístico pero que hasta que no llega la temporada más alta es del todo respirable, y los lagos de Covadonga es tan solo de una hora y cuarto, 70 quilómetros en los que, aunque el verde nunca se separa, pasas del universo costero al montañoso de los Picos de Europa como si nada.

Un paseo de una o dos horas por Llanes ya te abre las puertas a playas casi perfectas, con acantilados que dibujan formas increíbles en su relación con el mar. Pero es que, por pequeño que sea Asturias, sus 188 kilómetros de costa son prácticamente así, verdes, rocosos, con paisajes y acantilados imposibles entre los que destacan lugares como los Bufones de Pría. Allí, los acantilados hacen volar el mar por encima de tu cuerpo a la que sople un poco el viento, y aunque haya también espacio para paseos portuarios como el de Avilés o Gijón o para playas urbanas como la de San Lorenzo, también en esta ciudad.

Más lagos aparte de Covadonga

Si bien los lagos de Covadonga, en medio de los Picos de Europa y con el monasterio a pocos kilómetros, es una escapada increíble a lo más alto y verde de Asturias, no es la única opción montañosa. Bien especial es la Sierra del Sueve, algo menos elevada que los Picos de Europa pero con unas vistas privilegiadas tanto a las montañas como al mar, un paisaje inolvidable.

Y todo eso, parando a comer en casi cualquier lugar con la garantía de que comerás bien y por menos de 20 euros. Aunque la fabada y el cachopo merezcan mención aparte, el pote asturiano, los tortos, los escalopines y los quesos variados son algunos de los imperdibles asturianos, si bien también se puede comer buen marisco y moluscos en la región. Todo siempre regado de sidra a una temperatura bien más fresca que en Barcelona o Madrid.

Y con un idioma, el bable, que a pesar de su marginalización por la falta de oficialidad no cuesta de encontrar a poco que uno husmee un poco en los pueblos o por los barrios también en las poblaciones más grandes, Gijón y Oviedo, dos ciudades lo suficientemente tranquilas como para no agobiar y lo suficientemente vibrantes como para encontrar siempre planes y gente interesante.