Que las IAs sean amables tiene un gran coste medioambiental

Una relación más humana con los chatbots o un mayor cuidado del planeta: ¿qué priorizamos?

A veces está esta extraña percepción de que la tecnología no contamina. De que todo lo que ocurre en su interior es de lo más abstracto y no deja ninguna huella en el planeta. Que más allá de la producción del dispositivo de turno, y una vez está en tus manos, ya no hay impacto medioambiental. Y es una mentira gorda. Las inteligencias artificiales tipo chatbot como ChatGPT, explica el periodista experto en tech Javier Márquez, funcionan gracias a unos centros de datos de alto rendimiento que consumen una cantidad muy considerable de electricidad y de agua. Por eso cada palabra que dices a una IA o que la IA te dice cuenta. Incluso si es un por favor o un gracias.

De hecho, hace unos días un usuario le preguntó por esto mismo a Sam Altman, el CEO de OpenAI, la empresa matriz de ChatGPT, y su respuesta fue contundente: aseguró que la compañía había gastado “decenas de millones de dólares” para que las interacciones fuesen amables. Pero no lo mires solo desde una perspectiva económica. Míralo también desde el punto de vista ecológico: que tu conversación con ChatGPT sea educada y respetuosa incrementa la huella de carbono y la huella hídrica de esta tecnología sobre el mundo en el que vives. No obstante, y según el propio Altman, ese dinero estaba “bien gastado” y no tienen pensado cambiar de enfoque.

¿Cabezonería? No. La cuestión es que tanto OpenAI como muchas otras desarrolladoras de chatbots quieren que tengas una interacción con su IA lo más humana posible. En la que haya empatía. En la que sientas que hay alguien inteligente y comprensivo al otro lado de la pantalla. Y eso se construye de la misma forma que se construyen las relaciones con la gente: con cortesía, con tolerancia, con cariño. Si tú y la IA os habláis con frialdad nunca la verás como algo más que una simple herramienta. Como una cosa. Si la humanizas quizás se integre bien en tu vida. Y hay mucha gente que cree que vale la pena pagar el precio económico y ecológico que supone.

Piensan, con o sin razón, eso ya depende de tu punto de vista, que la forma en la que las personas nos relacionamos con la tecnología puede definir nuestra sociedad a largo plazo. Que si una inteligencia artificial tiene la capacidad de cuidar sus palabras y ser agradable con la gente, tenemos que incentivarlo para no acabar creando un mundo utilitarista en el que te relacionas a diario con una inteligencia seca y poco humana. Sea como sea, y más allá de tus intereses, parece que OpenAI y el resto de compañías del estilo no van a aflojar con la amabilidad. Así que queda en ti decirle gracias a ChatGPT cuando te ayude con algo o no. Tú decides.