Fui a un taller para aprender a bailar con mi alma

Fui a un taller para aprender a bailar con mi alma

Hay veces en las que las palabras se nos quedan cortas para contar una historia y estamos ante una de ellas. Te vamos a pedir que, si puedes, te pongas unos cascos y dejes que la música complete el significado de las siguientes líneas. 

Imagínate ahora una gran sala con suelo de parquet y mucha luz entrando por las ventanas. En ella un grupo de unas 30 personas de géneros y edades dispares moviéndose sin ninguna coreografía prestablecida al ritmo de la música que estás escuchando. La consigna es cerrar los ojos y dejarse llevar sin juzgar ni sentirse juzgado. Los movimientos surgen, los ejercicios se suceden, las emociones afloran y cuando la música está en su punto más alto, el grupo se separa en dos filas. Los hombres por un lado y las mujeres por el otro.

Primero son ellos los que se arrodillan y se inclinan mientras ellas deben imaginar como si todos los hombres de su vida padres, amigos, exparejas… les estuvieran pidiendo perdón por el daño que les hayan podido hacer, para que después se intercambien los papeles y sean ellas quienes hagan la reverencia y entren en ese perdón simbólico. Acompañadas de la música y ayudadas por el movimiento, las emociones estancadas en algún rincón del cuerpo estallan y el grupo se funde en un abrazo colectivo dando por acabadas las actividades de la mañana de este taller de AfroYin que todos están haciendo en Barcelona con Ana Carrera.

Una escuela de cuerpo y alma

Esta mujer de pelo oscuro, ojos brillantes y sonrisa perpetua ha creado un método de crecimiento personal a través del cuerpo. Ese que muchos dejamos abandonado en nuestro sedentarismo urbano pero que es uno de los mayores tesoros que tenemos en esta vida y que, no solo nos lleva del primero al último de nuestros días, sino que también almacena todas nuestras emociones, especialmente las que no hemos expresado. "El cuerpo es el mapa de todo lo que nos ha sucedido en la vida. Lo que nos bloquea la vida es lo que está en el cuerpo sin ser expresado. Todos los sucesos que hemos vivido como dramáticos han cogido una forma, una postura", nos cuenta Ana Carrera unos días después del taller en una cafetería.

Hoy además la acompaña Azul Ochoa, su inseparable compañera argentina con la que codirige la Azul Ochoa, y que le da la dimensión más energética y espiritual al método AfroYin sobre el que les preguntamos el origen. Resulta que empezó hace un par de décadas como una clase de aerobic —Ana era monitora— con influencias africanas que le imprimió gracias a sus viajes a este continente. Sin embargo, el método empezó a ganar en profundidad, especialmente con la incorporación de Azul, hasta convertirse en lo que es hoy: una forma de meditar en movimiento y con la música que más te guste.

"A mí no me verás empezar mi mañana quieta meditando", cuenta Ana, y no es nada difícil imaginársela dando brincos en pijama porque parece que le sobre energía por todas partes. Pero cuenta que no siempre ha sido así, que cuando era adolescente estaba completamente rígida y era incapaz de moverse. "Era como que no había ninguna conexión entre lo que había fuera y lo de dentro. Me sentía avergonzada de lo que era, de dónde venía", explica esta profesora que desde entonces se ha transformado: "Yo sané todas mis mierdas danzando". 

Transformación desde el cuerpo

Lo que ahora hace desde la escuela que ha montado es ayudar a otras personas a sanar de la misma manera. Tienen desde intensivos de varios días o retiros de fin de semana para bailar con la naturaleza, hasta una formación anual que dura nueve meses y en la que diferentes profesores te van explicando cómo armonizar tu cuerpo y tus emociones. "No concebimos un proceso de crecimiento personal si no está integrado el cuerpo", cuentan Ana y Azul.

Los beneficios de atravesar uno de estos procesos consisten en alcanzar una serenidad innata en lugar de sentirnos miserables por tener un trabajo que ni fu ni fa, cabrearnos por eso que nos han dicho o nos han hecho o sufrir sin descanso porque las cosas no son como creemos que queremos que sean. "Cuanto más te conoces, más te perteneces", comenta Azul y explica que "cuando recuperas el contacto con ese lugar interno, cambia cómo te relacionas con el exterior y lo que le aportas al mundo". 

 

Cuando puedo decir TE AMO estoy GANANDO ♥️💎🙏 Azul Ochoa Formación 2018/19 www.afroyin.com

Una publicación compartida de Método AfroYin® AIMA @metodo.afroyin el

Al llegar a un taller de AfroYin eres como una balsa de agua estancada —tú y probablemente todos los desconocidos que te acompañan en la clase—. Empiezas haciendo ejercicios en pareja o tríos, y más tarde dinámicas con todo el grupo a ritmo canciones de diferentes estilos, épocas e intensidades con las que hay que dejarse llevar. No valen excusas de "a mí se me da fatal bailar" porque aquí la cuestión es sacudirse todos esos músculos y articulaciones que se han ido atrofiando después de años de ver series en el sofá. Haciéndolo te das cuenta de que mueves partes de tu cuerpo que no sabías ni que existían y que accedes a emociones que pensabas que estaban superadas. 

Cuando sales de allí eres una persona diferente a la que entró y tu cambio también lo puedes observar en las caras de las personas que te rodean. "Lo que más dicen es que se han sentido como en casa, porque al final el cuerpo es como la casa, si tu casa no la limpias durante unos días, ya verás cómo se te van quedando las esquinas", explica Ana y añade que "necesitamos ponernos en movimiento para sanar".

Quienes practican deporte regularmente saben que tiene otros beneficios más allá de los que se ven en el espejo, pero para Ana va incluso más allá: "Para mí el cuerpo, los músculos y las articulaciones son puertas hacia el corazón". Y de ahí, hasta donde cada uno se quiera dejar llevar por su corazón y por la música.