No es una diferencia de calidad abismal pero poco a poco lo vas notando: algunas cervezas te saben ligeramente distintas y te molan menos de lo que solían hacerlo. Han perdido algo de chispa. Y no, no es una flipada mental tuya. Ni siquiera algo puntual que vaya a dejar de ocurrir. Tal y como explican en un artículo en Xataka, “las emisiones de gases de efecto invernadero que están calentando el planeta han empezado a afectar a la producción de lúpulo”, uno de los ingredientes claves de esta milenaria bebida junto con el agua, la levadura y la malta. Cada año hay más sequías y unas medias de temperaturas más altas. La caída de la cantidad y calidad del lúpulo comienza a ser evidente.
De hecho, una nueva investigación científica llevada a cabo por expertxs de diferentes universidades checas, y publicada en la revista Nature, cifra la caída del cultivo del lúpulo en un 20% entre 1971 y 2018. Y el pronóstico para los próximos años no es optimista: se prevé una caída de entre el 4 y el 18% más. Además, el mismo estudio llega a la conclusión de que los ácidos alfa amargos del lúpulo, tan importantes en el sabor de la cerveza, se han reducido considerablemente y lo seguirán haciendo en las décadas siguientes hasta alcanzar una disminución del 31%. Incluso si hay lúpulo suficiente para llevarte cerveza a tu bar favorito, esta no sabrá igual de rica. Su lúpulo será de peor calidad.
Pero las malas noticias no terminan ahí. La cerveza comienza a perder sabor, pero también a hacerse mucho más cara. En concreto, y según el citado medio, “el precio de la cerveza ya ha subido un 13% desde 2020, debido en parte a la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania”, pero también como consecuencia de las pérdidas de cultivo provocadas por el cambio climático. Es pura lógica de mercado: si existe una menor disponibilidad de un producto pero se mantiene su demanda, su precio asciende. Y nuevamente esto seguirá yendo a más. O dicho de otra manera: ya estás pagando más dinero por una cerveza de peor calidad y en el futuro se acentuará esta tendencia. Un drama.
Por supuesto, lxs agricultorxs no se están quedando de brazos cruzados y están implementando soluciones para salvar sus cultivos, no perder pasta y llevar lúpulo de calidad a las fábricas cerveceras de todo el mundo. “Algunos productores han comenzado a trasladar sus cosechas a mayor altura, en valles con más aguas.”. Otros están recurriendo a sistemas de riego más avanzados. En cualquier caso, todo esto implica mayores costes que inevitablemente se reflejarán en el precio de la birra que te tomas en una terraza. Y todo, una vez más, porque el sistema en su conjunto está trastocando el clima de una manera brutal que ni lxs más escépticos pueden negar. Los efectos ya están aquí.